

En nuestra revista han aparecido varios comentarios; remitimos al lector al mes de junio de 2014 y al mes de octubre de 2017. El 1 de mayo, fiesta de San José Obrero, es la ocasión más propicia para los mensajes pontificios, que van tejiendo el panorama actual del trabajo, su dignidad, su aportación a la sociedad, sus retos, sus dificultades y las condiciones laborales, que afectan a las personas y a las familias.
La intención misionera de este mes propone una atención especial a la realización de las personas, al sostenimiento de las familias y a la humanización de la sociedad: «Oremos para que a través del trabajo se realice cada persona, se sostengan las familias con dignidad y se humanice la sociedad».
DIGNIDAD DEL TRABAJO
La dignidad del trabajo es el punto en que convergen todas las encíclicas de los últimos Pontífices: Juan XXIII. Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Papa Francisco. Son encíclicas de hondo calado social. El trabajo forma parte de la evangelización, que no consiste solo en acercar el evangelio al mundo laboral, sino ante todo en procurar que todos tengan un trabajo digno.
Cabe citar en paralelo algunas instituciones laborales. Desde 1999, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha impulsado el concepto de trabajo digno. No se trata sólo de un empleo en el que el trabajo sea bien remunerado y que se ejecute con aceptables condiciones materiales. Se trata, además, de un trabajo en el que las reglas de juego entre empleador y empleado sean claras, justas y adecuadamente reguladas, que otorgue protección, seguro de enfermedad y garantías en caso de inactividad por razón de edad. Más allá del significado tradicional de un buen empleo, el trabajo digno añade al ámbito económico nuevas dimensiones de seguridad, de participación y de autorrealización.
SOSTENIMIENTO DE LAS FAMILIAS
El trabajo es la fuente del sostenimiento de las familias, que forman el tejido de nuestra sociedad. Sin él no se puede crear y mantener una familia, ni contribuir al desarrollo de la sociedad. Sin embargo, el mundo del trabajo atraviesa actualmente por una serie de dificultades, que hacen dramática la situación de millones de familias, que están sin trabajo. Es el drama de los desempleados, que previsiblemente crecerá con la guerra comercial de los aranceles.
APORTACIÓN A LA SOCIEDAD
Partiendo de estos presupuestos, el mismo papa Benedicto XVI, en uno de sus primeros encuentros con los trabajadores el día de San José, afirmaba la prioridad humana y cristiana del trabajo para el desarrollo de la sociedad y que éste se organice siempre en el pleno respeto a la dignidad humana y al servicio del bien común, pero sin dejarse esclavizar por él (19.03.06).
También el papa Francisco insiste en esta prioridad del trabajo para el desarrollo de la sociedad, apuntando un riesgo que hay que evitar; es «el sistema económico que tiene en el centro un ídolo, que se llama dinero» (22.09.13). La realidad del trabajo en estos momentos experimenta grandes cambios económicos y sociales, cambios que son cada vez más rápidos y complejos. Son necesarias políticas sociales que respondan a estas exigencias.
Pero hoy – remata el papa Francisco– «hay tantos sistemas sociales, políticos y económicos que explotan a las personas; no pagan lo justo. Porque solo se ven los balances de la empresa». Y termina: «La sociedad no es justa si no ofrece a todos un trabajo o explota a los trabajadores» (1 de mayo de 2017).
Por eso tenemos que orar y actuar, cada uno según sus posibilidades, para que se alcancen los tres objetivos señalados en la intención misionera por las condiciones de trabajo.
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En nuestra revista han aparecido varios comentarios; remitimos al lector al mes de junio de 2014 y al mes de octubre de 2017. El 1 de mayo, fiesta de San José Obrero, es la ocasión más propicia para los mensajes pontificios, que van tejiendo el panorama actual del trabajo, su dignidad, su aportación a la sociedad, sus retos, sus dificultades y las condiciones laborales, que afectan a las personas y a las familias.
La intención misionera de este mes propone una atención especial a la realización de las personas, al sostenimiento de las familias y a la humanización de la sociedad: «Oremos para que a través del trabajo se realice cada persona, se sostengan las familias con dignidad y se humanice la sociedad».
DIGNIDAD DEL TRABAJO
La dignidad del trabajo es el punto en que convergen todas las encíclicas de los últimos Pontífices: Juan XXIII. Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Papa Francisco. Son encíclicas de hondo calado social. El trabajo forma parte de la evangelización, que no consiste solo en acercar el evangelio al mundo laboral, sino ante todo en procurar que todos tengan un trabajo digno.
Cabe citar en paralelo algunas instituciones laborales. Desde 1999, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha impulsado el concepto de trabajo digno. No se trata sólo de un empleo en el que el trabajo sea bien remunerado y que se ejecute con aceptables condiciones materiales. Se trata, además, de un trabajo en el que las reglas de juego entre empleador y empleado sean claras, justas y adecuadamente reguladas, que otorgue protección, seguro de enfermedad y garantías en caso de inactividad por razón de edad. Más allá del significado tradicional de un buen empleo, el trabajo digno añade al ámbito económico nuevas dimensiones de seguridad, de participación y de autorrealización.
SOSTENIMIENTO DE LAS FAMILIAS
El trabajo es la fuente del sostenimiento de las familias, que forman el tejido de nuestra sociedad. Sin él no se puede crear y mantener una familia, ni contribuir al desarrollo de la sociedad. Sin embargo, el mundo del trabajo atraviesa actualmente por una serie de dificultades, que hacen dramática la situación de millones de familias, que están sin trabajo. Es el drama de los desempleados, que previsiblemente crecerá con la guerra comercial de los aranceles.
APORTACIÓN A LA SOCIEDAD
Partiendo de estos presupuestos, el mismo papa Benedicto XVI, en uno de sus primeros encuentros con los trabajadores el día de San José, afirmaba la prioridad humana y cristiana del trabajo para el desarrollo de la sociedad y que éste se organice siempre en el pleno respeto a la dignidad humana y al servicio del bien común, pero sin dejarse esclavizar por él (19.03.06).
También el papa Francisco insiste en esta prioridad del trabajo para el desarrollo de la sociedad, apuntando un riesgo que hay que evitar; es «el sistema económico que tiene en el centro un ídolo, que se llama dinero» (22.09.13). La realidad del trabajo en estos momentos experimenta grandes cambios económicos y sociales, cambios que son cada vez más rápidos y complejos. Son necesarias políticas sociales que respondan a estas exigencias.
Pero hoy – remata el papa Francisco– «hay tantos sistemas sociales, políticos y económicos que explotan a las personas; no pagan lo justo. Porque solo se ven los balances de la empresa». Y termina: «La sociedad no es justa si no ofrece a todos un trabajo o explota a los trabajadores» (1 de mayo de 2017).
Por eso tenemos que orar y actuar, cada uno según sus posibilidades, para que se alcancen los tres objetivos señalados en la intención misionera por las condiciones de trabajo.