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En estos momentos de la vida del mundo, son muchos los temas que podemos abordar en nuestra revista misionera LOM. La actualidad no solo nos lleva al sufrimiento que está viviendo el pueblo ucraniano. Lamentablemente, los conflictos y las tensiones en el mundo siguen creciendo, como vamos presentando en esta revista.
Demasiado sufrimiento, demasiada oscuridad e inseguridad. Y en este contexto celebramos la Pascua del Señor que nos recuerda: «La Paz esté con vosotros». Cuanta necesidad tienen nuestro mundo y nuestros corazones de la paz que brota del corazón de Jesús. Solo Él tiene palabras de vida eterna y solo Él es la verdadera Luz del mundo.
Los que vivimos la fe en Jesús Resucitado intentamos construir una fraternidad universal capaz de unir distintas sensibilidades incluso distintas confesiones religiosas por el bien común. La grandeza del corazón del hombre es capaz de poner en marcha grandes proyectos que permiten unir pueblos y naciones enteras en una fraternidad que en definitiva es el propio deseo de Dios.
Cuando surgen grandes conflictos o situaciones delicadas, las personas de buena voluntad se olvidan de sus propios intereses y se ponen al servicio del necesitado. Salimos de nuestros egoísmos y proyectos personales para socorrer al que está enfermo, herido y que necesita ser atendido y protegido.
Es digno de agradecer los grandes gestos solidarios que estamos viendo, no solo ahora, sino en los últimos años, de muchas personas que tienen el deseo de vivir en un mundo, en una sociedad abierta, pacífica y solidaria.
Durante estos días he podido comprobar, en primera persona, que esta actitud solidaria está creciendo mucho y que será un gran valor para las próximas generaciones. Los jóvenes tienen el deseo de construir una fraternidad universal, de participar de espacios internacionales, de conocer, en definitiva, otros lugares del mundo y compartir la alegría de la vida con jóvenes de otros países y continentes.
Algunas personas, pocas, viven con una lógica y un planteamiento muy distinto, lo sabemos y nos preocupa. Pero una fraternidad universal puede ser y será el gran valor del mundo de mañana. Afianzando estos lazos de fraternidad, la posibilidad de que existan grandes conflictos se irá disminuyendo, aunque bien sabemos que los intereses ocultos siempre estarán ahí. Aún así, el espacio fraterno será la gran defensa de aquellos hombres y mujeres, niños y jóvenes, maduros y ancianos que desean y están dando pasos para que el mundo sea un espacio de bendición y de vida para todos. ¡Creemos que es posible la Civilización del amor!