

Los movimientos eclesiales son un fenómeno característico de la espiritualidad del siglo XX y más concretamente del Concilio Vaticano II.
Son un claro signo de la vitalidad de la Iglesia y de su tarea evangelizadora. Para mejor comprender esta realidad eclesial que el Papa confía a la oración de los creyentes, damos una breve pincelada de los movimientos y asociaciones, y nos centramos en la propuesta evangelizadora que les asigna el Santo Padre.
QUIÉNES SON
Los movimientos eclesiales son obra del Espíritu; tienen una dimensión carismática específica, con raíces en la experiencia espiritual de sus fundadores, grandes maestros de la espiritualidad contemporánea: Movimiento apostólico Schoenstatt (Alemania), Focolarinos (Chiara Lubich), Comunión y Liberación (Luigi Giussani), Neocatecumenales (Kiko Argüello), Comunidad de Sant’Egidio (Riccardi), Comunidad de Taizé (Roger Schüutz), Grupos religiosos de Charles de Foucauld, Renovación en el Espíritu (USA), Comunidades eclesiales de base (Brasil), etc.
Estas son sus características comunes: laicos, carismáticos, comunitarios, universales, ecuménicos, neomísticos, neomilitantes. Son grupos religiosos, movimientos o asociaciones eclesiales, que tratan de instaurar un nuevo modo de vivir el cristianismo, en plena fidelidad al Evangelio y a las exigencias del momento presente.
Puede verse: C. García-J. Castellano, Corrientes y movimientos actuales de espiritualidad (2016).
Todos tienen una particular misión apostólica y evangelizadora.
PROPUESTA EVANGELIZADORA
El Papa pide a los movimientos que redescubran cada día su misión evangelizadora. Y da algunas pautas para ello, a partir de un encuentro con las asociaciones de fieles, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades, celebrado en el Vaticano (16.09.21).
– Recuerda ante todo que «la evangelización es un mandato que viene del bautismo; el bautismo que nos hace sacerdotes juntos, en el sacerdocio de Cristo: el pueblo sacerdotal».
– Pero los miembros de las asociaciones tienen una misión eclesial propia, fruto de un carisma del Espíritu Santo: «Como miembros de asociaciones de fieles, movimientos eclesiales internacionales y otras comunidades, tenéis una misión eclesial verdadera y propia. Buscáis con dedicación vivir y hacer fructificar aquellos carismas que el Espíritu Santo, a través de los fundadores, ha dado a todos los miembros de vuestras asociaciones, en beneficio de la Iglesia y de los muchos hombres y mujeres a los que os dedicáis en vuestro apostolado».
– Les recuerda también cómo están llamados a construir el futuro, a partir del hoy en que vivimos y del encuentro constante con el Señor: «Tenéis, junto con los pastores y todos los otros fieles laicos, la responsabilidad de construir el futuro del santo pueblo fiel de Dios. Pero construir el futuro no significa salir del hoy en que vivimos. Por el contrario, hay que preparar el futuro aquí y ahora, «en la cocina», aprendiendo a escuchar y a discernir el tiempo presente con honestidad y valentía, y con una disposición al encuentro constante con el Señor y a una constante conversión personal».
– Les previene de la tentación de encerrarse en sí mismos, en la propia pertenencia al movimiento; tenemos que estar abiertos, siempre en camino: «La pertenencia a una asociación, a un movimiento o a una comunidad, sobre todo si se refieren a un carisma, no debe encerrarnos en una «torre de marfil», hacer que nos sintamos seguros, como si no fuera necesario dar respuesta alguna a los desafíos y a los cambios. Nosotros todos, los cristianos, estamos siempre en camino, siempre en conversión, siempre discerniendo […]»
– Les pone en guardia también ante la tentación de sentirse «la novedad” de la Iglesia; se requieren mucha docilidad, gran humildad para reconocer los propios límites y disponibilidad para profundizar en el propio carisma: «Pensar que somos ‘la novedad’ en la Iglesia, es una tentación que pasa muchas veces en las nuevas congregaciones o en los nuevos movimientos y que por tanto no necesitamos cambiar, puede convertirse en una falsa seguridad. También las novedades envejecen pronto. Por eso, el carisma al que pertenecemos debe ser profundizado cada vez más, y debemos reflexionar siempre juntos para encarnarlo en las nuevas situaciones que vivimos. Para ello, se requiere de nosotros una gran docilidad, una gran humildad, para reconocer nuestros límites y aceptar el cambio de modos de hacer y de pensar anticuados, o de métodos de apostolado que ya no son eficaces, o de formas de organización de la vida interna que han resultado inadecuadas o incluso perjudiciales”
– Termina el papa Francisco centrando su atención en el decreto Las asociaciones internacionales de fieles, promulgado el 11 de junio de 2016; este decreto nos insta a aceptar algunos cambios y a preparar el futuro desde el presente.
La lectura de este decreto es la mejor respuesta que podemos dar a la intención misionera del presente mes de mayo, sin excluir un mejor conocimiento de los movimientos y asociaciones eclesiales.
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Los movimientos eclesiales son un fenómeno característico de la espiritualidad del siglo XX y más concretamente del Concilio Vaticano II.
Son un claro signo de la vitalidad de la Iglesia y de su tarea evangelizadora. Para mejor comprender esta realidad eclesial que el Papa confía a la oración de los creyentes, damos una breve pincelada de los movimientos y asociaciones, y nos centramos en la propuesta evangelizadora que les asigna el Santo Padre.
QUIÉNES SON
Los movimientos eclesiales son obra del Espíritu; tienen una dimensión carismática específica, con raíces en la experiencia espiritual de sus fundadores, grandes maestros de la espiritualidad contemporánea: Movimiento apostólico Schoenstatt (Alemania), Focolarinos (Chiara Lubich), Comunión y Liberación (Luigi Giussani), Neocatecumenales (Kiko Argüello), Comunidad de Sant’Egidio (Riccardi), Comunidad de Taizé (Roger Schüutz), Grupos religiosos de Charles de Foucauld, Renovación en el Espíritu (USA), Comunidades eclesiales de base (Brasil), etc.
Estas son sus características comunes: laicos, carismáticos, comunitarios, universales, ecuménicos, neomísticos, neomilitantes. Son grupos religiosos, movimientos o asociaciones eclesiales, que tratan de instaurar un nuevo modo de vivir el cristianismo, en plena fidelidad al Evangelio y a las exigencias del momento presente.
Puede verse: C. García-J. Castellano, Corrientes y movimientos actuales de espiritualidad (2016).
Todos tienen una particular misión apostólica y evangelizadora.
PROPUESTA EVANGELIZADORA
El Papa pide a los movimientos que redescubran cada día su misión evangelizadora. Y da algunas pautas para ello, a partir de un encuentro con las asociaciones de fieles, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades, celebrado en el Vaticano (16.09.21).
– Recuerda ante todo que «la evangelización es un mandato que viene del bautismo; el bautismo que nos hace sacerdotes juntos, en el sacerdocio de Cristo: el pueblo sacerdotal».
– Pero los miembros de las asociaciones tienen una misión eclesial propia, fruto de un carisma del Espíritu Santo: «Como miembros de asociaciones de fieles, movimientos eclesiales internacionales y otras comunidades, tenéis una misión eclesial verdadera y propia. Buscáis con dedicación vivir y hacer fructificar aquellos carismas que el Espíritu Santo, a través de los fundadores, ha dado a todos los miembros de vuestras asociaciones, en beneficio de la Iglesia y de los muchos hombres y mujeres a los que os dedicáis en vuestro apostolado».
– Les recuerda también cómo están llamados a construir el futuro, a partir del hoy en que vivimos y del encuentro constante con el Señor: «Tenéis, junto con los pastores y todos los otros fieles laicos, la responsabilidad de construir el futuro del santo pueblo fiel de Dios. Pero construir el futuro no significa salir del hoy en que vivimos. Por el contrario, hay que preparar el futuro aquí y ahora, «en la cocina», aprendiendo a escuchar y a discernir el tiempo presente con honestidad y valentía, y con una disposición al encuentro constante con el Señor y a una constante conversión personal».
– Les previene de la tentación de encerrarse en sí mismos, en la propia pertenencia al movimiento; tenemos que estar abiertos, siempre en camino: «La pertenencia a una asociación, a un movimiento o a una comunidad, sobre todo si se refieren a un carisma, no debe encerrarnos en una «torre de marfil», hacer que nos sintamos seguros, como si no fuera necesario dar respuesta alguna a los desafíos y a los cambios. Nosotros todos, los cristianos, estamos siempre en camino, siempre en conversión, siempre discerniendo […]»
– Les pone en guardia también ante la tentación de sentirse «la novedad” de la Iglesia; se requieren mucha docilidad, gran humildad para reconocer los propios límites y disponibilidad para profundizar en el propio carisma: «Pensar que somos ‘la novedad’ en la Iglesia, es una tentación que pasa muchas veces en las nuevas congregaciones o en los nuevos movimientos y que por tanto no necesitamos cambiar, puede convertirse en una falsa seguridad. También las novedades envejecen pronto. Por eso, el carisma al que pertenecemos debe ser profundizado cada vez más, y debemos reflexionar siempre juntos para encarnarlo en las nuevas situaciones que vivimos. Para ello, se requiere de nosotros una gran docilidad, una gran humildad, para reconocer nuestros límites y aceptar el cambio de modos de hacer y de pensar anticuados, o de métodos de apostolado que ya no son eficaces, o de formas de organización de la vida interna que han resultado inadecuadas o incluso perjudiciales”
– Termina el papa Francisco centrando su atención en el decreto Las asociaciones internacionales de fieles, promulgado el 11 de junio de 2016; este decreto nos insta a aceptar algunos cambios y a preparar el futuro desde el presente.
La lectura de este decreto es la mejor respuesta que podemos dar a la intención misionera del presente mes de mayo, sin excluir un mejor conocimiento de los movimientos y asociaciones eclesiales.