

La mayoría de los habitantes de la República Democrática del Congo no saben lo que significa vivir en paz: han nacido y han muerto en medio de conflictos tribales y cruentas guerras.
Entre 1880 y 1926 la población congoleña disminuyó a la mitad, como consecuencia de una brutal explotación de sus abundantes minas y diamantes. Entre los años 1996 y 2003 fue el centro de otro penoso conflicto, conocido como La guerra mundial de África. Fue el comienzo de la guerra del coltán.
Lo mismo ayer que hoy, el acceso a sus enormes riquezas y minas de coltán, oro y diamantes ha sido y sigue siendo la razón única de sus interminables conflictos, guerras y muerte. Es la triste historia de un pueblo, que muere por haber nacido sobre el subsuelo más rico del continente. Algunos historiadores dan el nombre de Holocausto Olvidado, a los muchos años de muerte y dolor que ha experimentado, tanto ayer como hoy, la población de la RDC.
Los minerales del conflicto: uranio, oro, diamantes, casiterita y coltán abundan al este del país: provincias de Ituri, Kivu del Norte y Kivu del Sur. Goma, ciudad próxima a la frontera con Ruanda, es la capital de la región. Y es justo en esa región donde se ha recrudecido la guerra a comienzos del 2025. El mapa de las riquezas se identifica siempre con el mapa de conflictos armados.
Movimiento M23 y otras bandas armadas
Tras el penoso genocidio entre tutsis y hutus en Ruanda (abril de 1994), unos 2 millones de hutus abandonaron sus tierras y pasaron a la RDC, formando parte de la vida de los congoleños. El grupo insurgente, liderado por tutsis, que ha tomado las armas contra el ejército nacional de la RDC se llama Movimiento 23 de marzo.
El movimiento, que ha buscado siempre el control de metales y minerales en el Congo oriental, se mantuvo activo los años 2012 y siguientes. Tras una década de relativa paz, el grupo ha vuelto a resurgir con inusitada crueldad, en represalia por no haber sido integrados en el ejército del país y su Administración.
La expansión territorial y su presencia en Goma, han tenido un impacto catastrófico en cientos de miles de civiles en la región. El constante abuso de sus derechos humanos, ha sembrado el pánico en la población y crece el número de personas que pierden su vida o abandonan sus tierras en busca de refugio en otras partes.
La ONU y las potencias occidentales saben que Kagame, el presidente de Ruanda, es el gran padrino del M23. El ejército de Ruanda despliega en la RDC sus propias tropas y armas pesadas. Hay pruebas sólidas, a pesar de las negativas del gobierno ruandés, de que al menos 4.000 soldados ruandeses combaten a día de hoy en Goma y alrededores junto a los 6.500 combatientes rebeldes del M23.
No es sólo M23 ni es sólo Kagame. La extensa región del Congo oriental, en particular Goma y sus alrededores, es un hervidero de grupos armados con diversidad de banderas. Ruanda se mueve por el territorio con total impunidad, Uganda tiene sus propios grupos armados, hay también bandas armadas procedentes de Kenia. Los países que hacen frontera con la RDC, y otros más lejanos, están interesados en el coltán y alimentan el conflicto para ensuciar las aguas y pescar con total impunidad.
Los grupos armados al mando de la minería
La mayor desgracia para los núcleos urbanos y pequeñas poblaciones de la RDC es que se descubra una nueva mina en su territorio o alrededores. La explotación minera en las zonas del conflicto es artesanal: trabajo manual al aire libre y herramientas simples. De la noche a la mañana aparecen grupos rebeldes, que rifle en mano, buscan obreros y organizan la explotación. Los trabajadores empobrecidos, forzados a enfrentar peligrosas condiciones de trabajo, reciben un escaso salario y no pueden salir de su esclavitud contratada. Eso sí, las riquezas que produzca la mina saldrán directamente al país de donde proceden los paramilitares al mando de la mina.
Los comerciantes internacionales dan también información incorrecta sobre recursos provenientes de Ruanda, Uganda, Kenia y otros países para evitar la etiqueta de: minerales en conflicto de la RDC.
Un grupo de bandera ruandesa ha controlado la región minera del coltán en Rubaya, durante varios años, generando unos 800 millones de dólares mensuales a través de un impuesto de producción.
El año 2008 el gobierno de Ruanda informó haber exportado 2.679 toneladas de estaño, cuando las minas de estaño en suelo ruandés tan solo producen cinco toneladas al mes. Curiosamente varios países, próximos a la frontera de la RDC, exportan también bonitas cantidades de coltán sin tener mina alguna del mineral en su territorio.
El mundo depende más que nunca de este y otra serie de materiales provenientes de RDC para la producción de dispositivos electrónicos. Por eso muchos países, de dentro y fuera del continente africano, tienen intereses en las minas congoleñas.
El mundo de los negocios ignora los sufrimientos a su alrededor. El conflicto actual del Congo oriental siembra de muertos Goma y sus alrededores y hace que miles y miles de familias tengan que emigrar para salvar sus vidas. Para el 60% de la población congoleña, la enorme riqueza de sus recursos naturales sólo han producido dolor y muerte.
Las previsiones del Departamento de Comercio USA son que la mayor parte de los recursos minerales de la RDC – su valor se estima en 24.000 millones de dólares – sigue aún sin explotar. Qué previsiones más penosas para la población congoleña, el pueblo sabe ya que mientras haya riquezas y minas por explotar en su tierra seguirá habiendo conflictos armados, muertes y dolor.
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La mayoría de los habitantes de la República Democrática del Congo no saben lo que significa vivir en paz: han nacido y han muerto en medio de conflictos tribales y cruentas guerras.
Entre 1880 y 1926 la población congoleña disminuyó a la mitad, como consecuencia de una brutal explotación de sus abundantes minas y diamantes. Entre los años 1996 y 2003 fue el centro de otro penoso conflicto, conocido como La guerra mundial de África. Fue el comienzo de la guerra del coltán.
Lo mismo ayer que hoy, el acceso a sus enormes riquezas y minas de coltán, oro y diamantes ha sido y sigue siendo la razón única de sus interminables conflictos, guerras y muerte. Es la triste historia de un pueblo, que muere por haber nacido sobre el subsuelo más rico del continente. Algunos historiadores dan el nombre de Holocausto Olvidado, a los muchos años de muerte y dolor que ha experimentado, tanto ayer como hoy, la población de la RDC.
Los minerales del conflicto: uranio, oro, diamantes, casiterita y coltán abundan al este del país: provincias de Ituri, Kivu del Norte y Kivu del Sur. Goma, ciudad próxima a la frontera con Ruanda, es la capital de la región. Y es justo en esa región donde se ha recrudecido la guerra a comienzos del 2025. El mapa de las riquezas se identifica siempre con el mapa de conflictos armados.
Movimiento M23 y otras bandas armadas
Tras el penoso genocidio entre tutsis y hutus en Ruanda (abril de 1994), unos 2 millones de hutus abandonaron sus tierras y pasaron a la RDC, formando parte de la vida de los congoleños. El grupo insurgente, liderado por tutsis, que ha tomado las armas contra el ejército nacional de la RDC se llama Movimiento 23 de marzo.
El movimiento, que ha buscado siempre el control de metales y minerales en el Congo oriental, se mantuvo activo los años 2012 y siguientes. Tras una década de relativa paz, el grupo ha vuelto a resurgir con inusitada crueldad, en represalia por no haber sido integrados en el ejército del país y su Administración.
La expansión territorial y su presencia en Goma, han tenido un impacto catastrófico en cientos de miles de civiles en la región. El constante abuso de sus derechos humanos, ha sembrado el pánico en la población y crece el número de personas que pierden su vida o abandonan sus tierras en busca de refugio en otras partes.
La ONU y las potencias occidentales saben que Kagame, el presidente de Ruanda, es el gran padrino del M23. El ejército de Ruanda despliega en la RDC sus propias tropas y armas pesadas. Hay pruebas sólidas, a pesar de las negativas del gobierno ruandés, de que al menos 4.000 soldados ruandeses combaten a día de hoy en Goma y alrededores junto a los 6.500 combatientes rebeldes del M23.
No es sólo M23 ni es sólo Kagame. La extensa región del Congo oriental, en particular Goma y sus alrededores, es un hervidero de grupos armados con diversidad de banderas. Ruanda se mueve por el territorio con total impunidad, Uganda tiene sus propios grupos armados, hay también bandas armadas procedentes de Kenia. Los países que hacen frontera con la RDC, y otros más lejanos, están interesados en el coltán y alimentan el conflicto para ensuciar las aguas y pescar con total impunidad.
Los grupos armados al mando de la minería
La mayor desgracia para los núcleos urbanos y pequeñas poblaciones de la RDC es que se descubra una nueva mina en su territorio o alrededores. La explotación minera en las zonas del conflicto es artesanal: trabajo manual al aire libre y herramientas simples. De la noche a la mañana aparecen grupos rebeldes, que rifle en mano, buscan obreros y organizan la explotación. Los trabajadores empobrecidos, forzados a enfrentar peligrosas condiciones de trabajo, reciben un escaso salario y no pueden salir de su esclavitud contratada. Eso sí, las riquezas que produzca la mina saldrán directamente al país de donde proceden los paramilitares al mando de la mina.
Los comerciantes internacionales dan también información incorrecta sobre recursos provenientes de Ruanda, Uganda, Kenia y otros países para evitar la etiqueta de: minerales en conflicto de la RDC.
Un grupo de bandera ruandesa ha controlado la región minera del coltán en Rubaya, durante varios años, generando unos 800 millones de dólares mensuales a través de un impuesto de producción.
El año 2008 el gobierno de Ruanda informó haber exportado 2.679 toneladas de estaño, cuando las minas de estaño en suelo ruandés tan solo producen cinco toneladas al mes. Curiosamente varios países, próximos a la frontera de la RDC, exportan también bonitas cantidades de coltán sin tener mina alguna del mineral en su territorio.
El mundo depende más que nunca de este y otra serie de materiales provenientes de RDC para la producción de dispositivos electrónicos. Por eso muchos países, de dentro y fuera del continente africano, tienen intereses en las minas congoleñas.
El mundo de los negocios ignora los sufrimientos a su alrededor. El conflicto actual del Congo oriental siembra de muertos Goma y sus alrededores y hace que miles y miles de familias tengan que emigrar para salvar sus vidas. Para el 60% de la población congoleña, la enorme riqueza de sus recursos naturales sólo han producido dolor y muerte.
Las previsiones del Departamento de Comercio USA son que la mayor parte de los recursos minerales de la RDC – su valor se estima en 24.000 millones de dólares – sigue aún sin explotar. Qué previsiones más penosas para la población congoleña, el pueblo sabe ya que mientras haya riquezas y minas por explotar en su tierra seguirá habiendo conflictos armados, muertes y dolor.