

Las raíces de la región francófona y sus futuros planes fueron bien definidos por el joven general De Gaulle (exiliado francés) en la Conferencia de Brazzaville en enero del 1944. 20 años más tarde, ahora como presidente, promulgó la Constitución de la V República, en la que preconizaba que las colonias francesas en África obtendrían una independencia formal, pero manteniendo Francia su control monetario y militar.
El ejército francés, desde la creación misma de la región francófona, ha mantenido un papel de liderazgo en toda la región. La simple presencia de sus bases militares en la región daba a Francia mucho prestigio diplomático ante el mundo. Tan importante como su presencia militar ha sido el control monetario impuesto desde París: todas las excolonias africanas siguen usando una divisa creada por la metrópoli y bajo control de su banco central, el franco CFA.
Historia del desencuentro
Desde el reparto del continente africano en la Conferencia de Berlín (1884) Francia se ha mantenido muy unida a África: como país colonial durante 80 años y como protector de la región francófona otros 60. Una larga era de 14 décadas de convivencia con importantes intereses económicos y militares en juego.
Hay en el mundo 330 millones de personas que hablan francés, casi la mitad de ellas vive distribuida por la geografía africana. La relación Francia-África ha conocido momentos de esplendor y grandes logros tanto militares como económicos y ha experimentado también períodos de desencuentro y de mucha tensión.
Francia, conocida como «Gendarme de África» desde los años 60, ha mantenido una significativa influencia en todos los avatares políticos en la región.
En los últimos cinco años el sentimiento anti-francés ha ido tomando mucha fuerza en África Occidental y en particular en las antiguas colonias francesas. Se dice que los franceses en general, y sus militares en particular, se relacionan con la población y con los militares locales con aires de superioridad. El sentimiento anti-francés se ha convertido en violento en países como Burkina Faso, Mali y Níger donde la población joven exige la salida de las tropas francesas.
El descrédito de la presencia francesa en la región francófona empeoró cuando Macrón, sin consultar a sus socios europeos y a otros gobiernos que le ayudaban en la lucha contra el terrorismo yihadista en el corredor del Sahel, puso fin a la Operación Barkhane para reemplazarla con una nueva coalición internacional a su medida.
Los cuatro golpes de estado, perpetrados recientemente en la África francófona, confirman que las relaciones entre Francia y sus antiguas colonias están a punto de colapsar. ¿Será una ruptura definitiva?
Francia no tirará la toalla en su lucha por mantener su influencia diplomática, económica y cultural en el continente africano. Igualmente tratará de preservar en lo posible sus importantes intereses económicos, como el uranio que extrae en las minas del Níger.
El divorcio entre Francia y sus antiguas colonias no solo afecta a la región franco-africana, impacta así mismo su posición diplomática en Europa y USA. La divergencia entre Francia y los Estados Unidos sobre la Operación Barkhane y la Junta Nigeriana evidencian la pérdida de influencia francesa en la lucha contra el yihadismo en África.
También algunos de sus socios europeos critican abiertamente la política francesa en África, como ocurrió durante unas tensas discusiones sobre migración, cuando el gobierno de Giorgia Meloni acusó a Francia de erigirse en un poder neocolonialista.
Nuevos pretendientes tras el divorcio
El mercado africano es demasiado apetecible para que le falten pretendientes. El subsuelo del continente esconde incalculables riquezas por las que luchan ya un buen número de potencias mundiales. China, USA, Rusia, India, Japón, Corea del Sur, Turquía, e incluso naciones más pequeñas como Hungría, invierten millones de dólares y compran enormes extensiones de tierra cultivable en África.
Los 6.000 soldados franceses, expulsados de la región francófona desde el 2022, han sido reemplazados ya por 3.000 efectivos del grupo paramilitar ruso Wagner.
En muy poco tiempo Rusia ha desplegado sus campañas de desinformación en 16 estados africanos avivando el sentimiento anti-francés y favoreciendo la ola de golpes de estado en la región francófona. La pérdida de la influencia gala en sus antiguas colonias ha sido bien aprovechada por Rusia.
Putin, con su indomable afán expansionista, ha triunfado en la África francófona llenando el vacío que dejan los soldados franceses expulsados de la región. Se habla de una posible alianza de Argelia con Rusia e Irán para controlar el corredor del Sahel, mientras el terrorismo yihadista se expande sin oposición hacia el Golfo de Guinea.
El prestigio francés cotiza a la baja en África, no solo en su poderío militar sino también en sus posibilidades económicas. Las empresas francesas en África Occidental no son capaces de competir con inversores como China.
China es la nueva potencia mundial que más dinero y personal invierte en el continente africano. Y lo hace en términos muy atractivos: sin imposición de exigencias democráticas y en condiciones de fácil acceso. Rusia y China, una militarmente y la otra económicamente, suplen con creces el vacío que puedan dejar los países europeos.
China acoge hoy en sus universidades 80.000 estudiantes africanos, el 45% de los estudiantes africanos, que antes estudiaban en universidades francesas y europeas. A nivel continental China se ha ganado la simpatía de los políticos africanos.
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Las raíces de la región francófona y sus futuros planes fueron bien definidos por el joven general De Gaulle (exiliado francés) en la Conferencia de Brazzaville en enero del 1944. 20 años más tarde, ahora como presidente, promulgó la Constitución de la V República, en la que preconizaba que las colonias francesas en África obtendrían una independencia formal, pero manteniendo Francia su control monetario y militar.
El ejército francés, desde la creación misma de la región francófona, ha mantenido un papel de liderazgo en toda la región. La simple presencia de sus bases militares en la región daba a Francia mucho prestigio diplomático ante el mundo. Tan importante como su presencia militar ha sido el control monetario impuesto desde París: todas las excolonias africanas siguen usando una divisa creada por la metrópoli y bajo control de su banco central, el franco CFA.
Historia del desencuentro
Desde el reparto del continente africano en la Conferencia de Berlín (1884) Francia se ha mantenido muy unida a África: como país colonial durante 80 años y como protector de la región francófona otros 60. Una larga era de 14 décadas de convivencia con importantes intereses económicos y militares en juego.
Hay en el mundo 330 millones de personas que hablan francés, casi la mitad de ellas vive distribuida por la geografía africana. La relación Francia-África ha conocido momentos de esplendor y grandes logros tanto militares como económicos y ha experimentado también períodos de desencuentro y de mucha tensión.
Francia, conocida como «Gendarme de África» desde los años 60, ha mantenido una significativa influencia en todos los avatares políticos en la región.
En los últimos cinco años el sentimiento anti-francés ha ido tomando mucha fuerza en África Occidental y en particular en las antiguas colonias francesas. Se dice que los franceses en general, y sus militares en particular, se relacionan con la población y con los militares locales con aires de superioridad. El sentimiento anti-francés se ha convertido en violento en países como Burkina Faso, Mali y Níger donde la población joven exige la salida de las tropas francesas.
El descrédito de la presencia francesa en la región francófona empeoró cuando Macrón, sin consultar a sus socios europeos y a otros gobiernos que le ayudaban en la lucha contra el terrorismo yihadista en el corredor del Sahel, puso fin a la Operación Barkhane para reemplazarla con una nueva coalición internacional a su medida.
Los cuatro golpes de estado, perpetrados recientemente en la África francófona, confirman que las relaciones entre Francia y sus antiguas colonias están a punto de colapsar. ¿Será una ruptura definitiva?
Francia no tirará la toalla en su lucha por mantener su influencia diplomática, económica y cultural en el continente africano. Igualmente tratará de preservar en lo posible sus importantes intereses económicos, como el uranio que extrae en las minas del Níger.
El divorcio entre Francia y sus antiguas colonias no solo afecta a la región franco-africana, impacta así mismo su posición diplomática en Europa y USA. La divergencia entre Francia y los Estados Unidos sobre la Operación Barkhane y la Junta Nigeriana evidencian la pérdida de influencia francesa en la lucha contra el yihadismo en África.
También algunos de sus socios europeos critican abiertamente la política francesa en África, como ocurrió durante unas tensas discusiones sobre migración, cuando el gobierno de Giorgia Meloni acusó a Francia de erigirse en un poder neocolonialista.
Nuevos pretendientes tras el divorcio
El mercado africano es demasiado apetecible para que le falten pretendientes. El subsuelo del continente esconde incalculables riquezas por las que luchan ya un buen número de potencias mundiales. China, USA, Rusia, India, Japón, Corea del Sur, Turquía, e incluso naciones más pequeñas como Hungría, invierten millones de dólares y compran enormes extensiones de tierra cultivable en África.
Los 6.000 soldados franceses, expulsados de la región francófona desde el 2022, han sido reemplazados ya por 3.000 efectivos del grupo paramilitar ruso Wagner.
En muy poco tiempo Rusia ha desplegado sus campañas de desinformación en 16 estados africanos avivando el sentimiento anti-francés y favoreciendo la ola de golpes de estado en la región francófona. La pérdida de la influencia gala en sus antiguas colonias ha sido bien aprovechada por Rusia.
Putin, con su indomable afán expansionista, ha triunfado en la África francófona llenando el vacío que dejan los soldados franceses expulsados de la región. Se habla de una posible alianza de Argelia con Rusia e Irán para controlar el corredor del Sahel, mientras el terrorismo yihadista se expande sin oposición hacia el Golfo de Guinea.
El prestigio francés cotiza a la baja en África, no solo en su poderío militar sino también en sus posibilidades económicas. Las empresas francesas en África Occidental no son capaces de competir con inversores como China.
China es la nueva potencia mundial que más dinero y personal invierte en el continente africano. Y lo hace en términos muy atractivos: sin imposición de exigencias democráticas y en condiciones de fácil acceso. Rusia y China, una militarmente y la otra económicamente, suplen con creces el vacío que puedan dejar los países europeos.
China acoge hoy en sus universidades 80.000 estudiantes africanos, el 45% de los estudiantes africanos, que antes estudiaban en universidades francesas y europeas. A nivel continental China se ha ganado la simpatía de los políticos africanos.