

P. Daniel, han pasado algunos años desde mi última visita a este país. En estos momentos observo más tranquilidad en las calles, menos militares y menos manifestantes ¿Qué cambios se han producido en la sociedad venezolana en estos últimos años?
Después de varios intentos militares y diplomáticos de cambiar la situación de poder en el país, y con el proceso de una negociación política, entre el gobierno y la oposición, impulsado por Noruega y varios actores internacionales, ha bajado bastante el clima de crispación y polarización política. Esto ha redundado significativamente en poder impulsar iniciativas en favor de las personas más necesitados entre diversos actores sociales, indistintamente de su procedencia o militancia política. Esto ya se notó mucho desde noviembre del año pasado.
El contraste entre zonas ricas y pobres sigue igual. Nuestra presencia carmelitana en Caracas se encuentra en un barrio pobre. Aquí sigo observando las necesidades que pasa la población para acceder, por ejemplo, a la alimentación o a la salud pública.
Lamentablemente, el populismo ha aumentado la desigualdad en la sociedad venezolana. Un ejemplo es el deterioro de servicios y bienes básicos como la alimentación y la salud. Aunque hay realidades aún más difíciles en el mundo, la situación en el país sigue siendo preocupante y de un continuo y profundo deterioro.
El socialismo ha traído algunos logros sociales y existen personas de buena voluntad, algunas dignas de reconocimiento. Pero de forma general, ha promovido la des socialización y deshumanización. Esto se puede ver en las crecientes vulnerabilidades y dificultades que enfrentan muchos hermanos nuestros. Cada vez más personas suplican por ayuda, algo que nunca había pasado. Se escucha que algunos sienten un vacío y carencia de paz interna ante la realidad. La ansiedad se ha vuelto algo generalizado y existen síntomas de trastorno de estrés postraumático en muchas personas, comportamientos bastante ajenos a la alegría característica del venezolano común.
Se supone que a estas alturas las cosas de deberían estar mejorando, y aunque en parte si, se dan situaciones que evidencian el deterioro que se ha venido dando. Voy a explicarlo con una narración de lo que pasó con el Covid. Cuando comenzó la pandemia escuchamos de muertes numerosas en diferentes lugares del mundo, a nuestro alrededor más bien pocos casos. Pero de pronto nos sorprendió la muerte de Mons. Oswaldo nuestro querido obispo y fraile Carmelita Descalzo, en enero de 2021. Él fue alma de la Delegación por mucho tiempo. El Covid mordió cerca. Nos quedamos en silencio. Luego otro por aquí, otro por allá. Después empiezan a salir las vacunas, ya tenemos esperanza. Luego va bajando el miedo social. Pero de pronto se mueren varias personas cercanas. No nos lo esperábamos.
Más adelante todo parece estar normalizándose y se vuelven a morir por COVID otras personas cercanas muy queridas, esa sí que no nos la esperábamos. Así ha pasado con el país. Se supone que a estas alturas todo tiene que estar mejor. La economía mejoró (para algunos pocos), el diálogo va adelante, etc… Pero en realidad se dan cada vez más situaciones lamentables muy cerca de nosotros. Y cuando parecía que todo tenía que estar mejor, hay más necesidad, hay más desesperanza, hay suicidios, hay sicariatos, hay guerrilla, hay enfermos sin posibilidades, hay enredos aparentemente irresolubles etc… Y la gente sigue migrando, ya de ida y de vuelta, porque están como ovejas sin pastor. No nos lo esperábamos, pero así es la noche cuando se acerca al alba. Se pone más oscura.
Pero la gente sigue luchando, y levantándose y apostando por un futuro mejor. Mientras más profunda es la noche, más grande la esperanza que despunta.
También ha sido tiempo de héroes anónimos, de mucha, pero mucha gente con alma de oro que esperando contra toda esperanza ha arrostrado la desesperanza con gestos de humanidad, de pobreza casi evangélica, de solidaridad heroica, de confianza absoluta en Dios aun en medio de la gran espera, hasta que despunte el alba. Tampoco salen en los medios, pero son la gran mayoría, son estrellas en medio de la noche.
La pandemia ha sido para todo el mundo un momento de prueba y de dificultad. Aquí, en Caracas, la Orden tenía el proyecto llamado «ollas comunitarias» apoyado por LOM donde, cada Domingo, centenares de personas podían comer un plato fuerte en proteínas. Ahora, lamentablemente, el proyecto continúa con la entrega de una bolsa de alimentos, que para ellos sigue siendo una necesidad vital.
Si, misteriosamente la pandemia llegó como la guinda del pastel. La necesidad del aislamiento social llevó a replantear muchos de los programas que se llevaban. El de la olla comunitaria fue uno de los más afectados. En esta oportunidad el programa cambió a una modalidad de mercados solidarios y becas. El mercado también estuvo marcado por un fuerte componente de higiene. Jabón de mano, cloro, desinfectante, alcohol, mascarillas, guantes, folletos informativos, talleres, etc… Junto con los alimentos se ofrecía un kit de higiene durante un tiempo prolongado. Se puede decir que la realidad nos exigió el apostolado de la higiene.
Como en los Hechos de los Apóstoles, hemos ido dónde el espíritu nos ha ido llevando, no sólo con un programa social, sino con una puerta a la pastoral de la espiritualidad, desde una relación evangelizada y evangelizadora, desde un encuentro vivo con Cristo en las necesidades de los hermanos.
Un aspecto que me llamó la atención en primera visita y que ahora lo constato, de nuevo, es el trabajo desinteresado de muchos hermanos y hermanas de la Orden Seglar y de otros grupos carmelitanos. El apoyo de estos laicos para ustedes es fundamental.
Si, realmente es un ejército de almas nobles, y generosas que sin esperar nada cambio están dispuestas a entregar al Señor lo mejor de sus corazones. Testigos de la obra del Espíritu Santo en la gran familia del Carmelo. En realidad, ante lo que me dices, no estoy seguro de decir que el apoyo de nuestros laicos es fundamental para nosotros. Yo diría que más bien es al revés, en cierto sentido. Es tan numeroso el movimiento de laicos, que en realidad somos nosotros los que les apoyamos modestamente a ellos en llevar adelante lo que pudiese llamarse el perfil de nuestra circunscripción, porque lo grueso está pasando en los movimientos laicales.
Pero de lo que me dices, si, ciertamente ellos son un apoyo fundamental para nuestra misión. Y no sólo un apoyo, forman parte de nuestra vida y nuestro caminar. Nos apoyan en la liturgia, en la evangelización y catequesis, en la pastoral social, en las actividades administrativas, en la economía, en la salud, hasta en la formación. Nos apoyan y forman parte de muchas áreas de nuestra vida cotidiana. En cierta forma son el cuarto y quinto fraile, que muchas veces falta en nuestras reducidas comunidades, probablemente ensayando una nueva sinodalidad. Pero esos son temas más bien de teólogos. Nosotros sólo tratamos de ir respondiendo a las exigencias de la realidad.
Durante estos días he podido compartir varios momentos con la comunidad educativa de nuestro colegio de Caracas. Es un gran proyecto de futuro y de una clara apuesta por la renovación de la humanidad desde los valores del Evangelio. No resulta fácil mantener este centro educativo con sueldos que llegan a 20€ al mes para un profesor. Aun así, estos profesores y demás personal del centro están realizando un gran esfuerzo…
Creo que lo dices de forma insuperable, es un gran proyecto de futuro en favor de una humanidad iluminada por el evangelio, apostando por el futuro de una sociedad mejor de cómo la estamos recibiendo. La situación es bastante seria. La apuesta del gobierno no es quitarle los colegios a la Iglesia, sino asfixiarlos hasta el punto que seamos nosotros los que tiremos la toalla y los abandonemos. Cómo de hecho ya ha pasado en varios lugares, y algunas comunidades religiosas que se han ido del país.
Una de las características de la iglesia latinoamericana son sus comunidades cristianas que viven con alegría su fe. Todos los días asiste un gran número de personas a la eucaristía como lugar del encuentro con el Señor y con los hermanos. La fe es un gran pilar para estas pobres familias…
Aquí la cosa se pone interesante. En primer lugar, es impresionante como la gente se ha volcado a los templos después de la pandemia. No sólo la gente ha vuelto la mirada a Dios, sino que lo hace con verdadero interés. Antes la gente iba, ahora va, y con una atención conmovedora, que nos exigen como pastores estar a la altura de la expectativa de nuestra gente. Lo otro que ha demostrado la pandemia es un dato interesante. Recientemente en marzo salió una estadística de una institución llamada PsicoData de la Universidad Católica Andrés Bello. En ella se concluían dos cosas muy importantes para lo que estamos hablando. Que el pilar social que ha sostenido al país durante la crisis ha sido la familia venezolana.
Es lógico, como consecuencia del aislamiento social, pero lo interesante es que el factor que más fuerza le dio a las familias fue el factor religioso y el refugio en la oración. Paradójicamente, con el aislamiento social la Iglesia estuvo más cerca que nunca de las familias a través de las redes sociales y los medios de comunicación social, impulsando una auténtica renovación espiritual en la vida de las familias.
Nuestros religiosos trabajan mucho con la juventud. Varios de ellos, también con la ayuda de nuestra Provincia carmelitana de Navarra, asistirán a la próxima JMJ de Portugal ¿Cómo ve los jóvenes venezolanos?
Es difícil hablar de los jóvenes venezolanos como un todo, porque son muchos jóvenes y muchas realidades. Pero intentando describir un perfil general, la condición del joven venezolano es esperanzada, creativa, emprendedora, llena de iniciativa y optimismo inquebrantable. Pero el joven venezolano se ve limitado por la situación social del país.
Un área dónde hemos podido hacer mucho bien es favorecer a los jóvenes talentosos con becas para que puedan progresar. Y es realmente hermoso ver lo que puede hacer un joven talentoso cuando se le da una oportunidad.
En Venezuela aun en el peor escenario es conmovedor el optimismo de los jóvenes esperanzados por un futuro mejor, lo único que necesitan es la palanca de apoyo para mover el mundo. Y muchas veces no es mucho.
Por otro lado, en nuestros jóvenes se nota un fuerte rechazo a los sectores políticos emblemáticos: chavismo y oposición. No confían en las instituciones tradicionales especialmente las gubernamentales. La Iglesia ha sido un ámbito privilegiado para ofrecer espacios sanos de encuentro. No solo la Iglesia, el joven venezolano en líneas generales es tendientemente sano y busca hacer cosas buenas. No faltan los peligros de las redes sociales y grupos minoritarios buscando pescar en río revuelto. Pero es ahí donde el joven necesita el acompañamiento de una sociedad más asertiva. Y aquí la Iglesia en Venezuela ha cumplido un buen papel.
En estos días también he podido encontrarme con nuestras hermanas Carmelitas Descalzas y la Orden Seglar. ¿Cómo vive la Delegación su relación con las ramas de la Orden?
Jon, este es un tema particularmente interesante en nuestra Delegación. Creo que aquí la cultura y el carisma hacen un fenómeno de resonancia. Lo cierto es que el clima general es de mucha familiaridad, cercanía y aprecio mutuo. Y esto entre todas las ramas. No es una exageración si te digo que en cada localidad todos sentimos y vivimos como una gran familia. Si hay que diferenciar entre lo jurídico y lo afectivo. A nivel jurídico cada realidad tiene su constitución orgánica, y en eso se respeta mucho las debidas autonomías y competencias de cada comunidad. Pero eso no impide que exista un gran clima de cercanía y familiaridad, y podamos tratarnos de manera muy fraterna en las ocasiones en que nos encontramos como familia.
Cualquier iniciativa que pueda convocar la presencia de todas las ramas es apoyada con toda comunión. Un ejemplo grande fue la visita de las reliquias de santa Teresita en 2013, hace 10 años, dónde no sólo hubo una gran comunión y cercanía con las ramas descalzas, sino también con las diversas ramas del Carmelo Calzado en Venezuela. Luego vinieron el V Centenario de nuestra santa Madre en 2015, el Centenario de santa Teresa de Los Andes en 2019. En todos estos momentos ha habido una gran comunión como Orden.
Por último, P. Daniel, le agradecería que nos compartiese cómo nuestros lectores pueden ayudan a la Delegación en sus tareas pastorales y, especialmente, en sus proyectos sociales.
Sinceramente son muchas las formas de ayuda que todavía se siguen necesitando. Cómo se ha podido hacer notar, la realidad social no termina de encontrar una solución satisfactoria para las necesidades de la gran mayoría de la población, y esto afecta a muchas personas cercanas a la Orden. Paso a referir aquí varias de las necesidades más apremiantes que hoy en día existen. Solo quisiera aclarar que cada beca individual, o cada aporte pequeño suma. No estamos necesitando todo si no se puede. Lo que se pueda ya será una oportunidad para uno de estos hermanos.
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P. Daniel, han pasado algunos años desde mi última visita a este país. En estos momentos observo más tranquilidad en las calles, menos militares y menos manifestantes ¿Qué cambios se han producido en la sociedad venezolana en estos últimos años?
Después de varios intentos militares y diplomáticos de cambiar la situación de poder en el país, y con el proceso de una negociación política, entre el gobierno y la oposición, impulsado por Noruega y varios actores internacionales, ha bajado bastante el clima de crispación y polarización política. Esto ha redundado significativamente en poder impulsar iniciativas en favor de las personas más necesitados entre diversos actores sociales, indistintamente de su procedencia o militancia política. Esto ya se notó mucho desde noviembre del año pasado.
El contraste entre zonas ricas y pobres sigue igual. Nuestra presencia carmelitana en Caracas se encuentra en un barrio pobre. Aquí sigo observando las necesidades que pasa la población para acceder, por ejemplo, a la alimentación o a la salud pública.
Lamentablemente, el populismo ha aumentado la desigualdad en la sociedad venezolana. Un ejemplo es el deterioro de servicios y bienes básicos como la alimentación y la salud. Aunque hay realidades aún más difíciles en el mundo, la situación en el país sigue siendo preocupante y de un continuo y profundo deterioro.
El socialismo ha traído algunos logros sociales y existen personas de buena voluntad, algunas dignas de reconocimiento. Pero de forma general, ha promovido la des socialización y deshumanización. Esto se puede ver en las crecientes vulnerabilidades y dificultades que enfrentan muchos hermanos nuestros. Cada vez más personas suplican por ayuda, algo que nunca había pasado. Se escucha que algunos sienten un vacío y carencia de paz interna ante la realidad. La ansiedad se ha vuelto algo generalizado y existen síntomas de trastorno de estrés postraumático en muchas personas, comportamientos bastante ajenos a la alegría característica del venezolano común.
Se supone que a estas alturas las cosas de deberían estar mejorando, y aunque en parte si, se dan situaciones que evidencian el deterioro que se ha venido dando. Voy a explicarlo con una narración de lo que pasó con el Covid. Cuando comenzó la pandemia escuchamos de muertes numerosas en diferentes lugares del mundo, a nuestro alrededor más bien pocos casos. Pero de pronto nos sorprendió la muerte de Mons. Oswaldo nuestro querido obispo y fraile Carmelita Descalzo, en enero de 2021. Él fue alma de la Delegación por mucho tiempo. El Covid mordió cerca. Nos quedamos en silencio. Luego otro por aquí, otro por allá. Después empiezan a salir las vacunas, ya tenemos esperanza. Luego va bajando el miedo social. Pero de pronto se mueren varias personas cercanas. No nos lo esperábamos.
Más adelante todo parece estar normalizándose y se vuelven a morir por COVID otras personas cercanas muy queridas, esa sí que no nos la esperábamos. Así ha pasado con el país. Se supone que a estas alturas todo tiene que estar mejor. La economía mejoró (para algunos pocos), el diálogo va adelante, etc… Pero en realidad se dan cada vez más situaciones lamentables muy cerca de nosotros. Y cuando parecía que todo tenía que estar mejor, hay más necesidad, hay más desesperanza, hay suicidios, hay sicariatos, hay guerrilla, hay enfermos sin posibilidades, hay enredos aparentemente irresolubles etc… Y la gente sigue migrando, ya de ida y de vuelta, porque están como ovejas sin pastor. No nos lo esperábamos, pero así es la noche cuando se acerca al alba. Se pone más oscura.
Pero la gente sigue luchando, y levantándose y apostando por un futuro mejor. Mientras más profunda es la noche, más grande la esperanza que despunta.
También ha sido tiempo de héroes anónimos, de mucha, pero mucha gente con alma de oro que esperando contra toda esperanza ha arrostrado la desesperanza con gestos de humanidad, de pobreza casi evangélica, de solidaridad heroica, de confianza absoluta en Dios aun en medio de la gran espera, hasta que despunte el alba. Tampoco salen en los medios, pero son la gran mayoría, son estrellas en medio de la noche.
La pandemia ha sido para todo el mundo un momento de prueba y de dificultad. Aquí, en Caracas, la Orden tenía el proyecto llamado «ollas comunitarias» apoyado por LOM donde, cada Domingo, centenares de personas podían comer un plato fuerte en proteínas. Ahora, lamentablemente, el proyecto continúa con la entrega de una bolsa de alimentos, que para ellos sigue siendo una necesidad vital.
Si, misteriosamente la pandemia llegó como la guinda del pastel. La necesidad del aislamiento social llevó a replantear muchos de los programas que se llevaban. El de la olla comunitaria fue uno de los más afectados. En esta oportunidad el programa cambió a una modalidad de mercados solidarios y becas. El mercado también estuvo marcado por un fuerte componente de higiene. Jabón de mano, cloro, desinfectante, alcohol, mascarillas, guantes, folletos informativos, talleres, etc… Junto con los alimentos se ofrecía un kit de higiene durante un tiempo prolongado. Se puede decir que la realidad nos exigió el apostolado de la higiene.
Como en los Hechos de los Apóstoles, hemos ido dónde el espíritu nos ha ido llevando, no sólo con un programa social, sino con una puerta a la pastoral de la espiritualidad, desde una relación evangelizada y evangelizadora, desde un encuentro vivo con Cristo en las necesidades de los hermanos.
Un aspecto que me llamó la atención en primera visita y que ahora lo constato, de nuevo, es el trabajo desinteresado de muchos hermanos y hermanas de la Orden Seglar y de otros grupos carmelitanos. El apoyo de estos laicos para ustedes es fundamental.
Si, realmente es un ejército de almas nobles, y generosas que sin esperar nada cambio están dispuestas a entregar al Señor lo mejor de sus corazones. Testigos de la obra del Espíritu Santo en la gran familia del Carmelo. En realidad, ante lo que me dices, no estoy seguro de decir que el apoyo de nuestros laicos es fundamental para nosotros. Yo diría que más bien es al revés, en cierto sentido. Es tan numeroso el movimiento de laicos, que en realidad somos nosotros los que les apoyamos modestamente a ellos en llevar adelante lo que pudiese llamarse el perfil de nuestra circunscripción, porque lo grueso está pasando en los movimientos laicales.
Pero de lo que me dices, si, ciertamente ellos son un apoyo fundamental para nuestra misión. Y no sólo un apoyo, forman parte de nuestra vida y nuestro caminar. Nos apoyan en la liturgia, en la evangelización y catequesis, en la pastoral social, en las actividades administrativas, en la economía, en la salud, hasta en la formación. Nos apoyan y forman parte de muchas áreas de nuestra vida cotidiana. En cierta forma son el cuarto y quinto fraile, que muchas veces falta en nuestras reducidas comunidades, probablemente ensayando una nueva sinodalidad. Pero esos son temas más bien de teólogos. Nosotros sólo tratamos de ir respondiendo a las exigencias de la realidad.
Durante estos días he podido compartir varios momentos con la comunidad educativa de nuestro colegio de Caracas. Es un gran proyecto de futuro y de una clara apuesta por la renovación de la humanidad desde los valores del Evangelio. No resulta fácil mantener este centro educativo con sueldos que llegan a 20€ al mes para un profesor. Aun así, estos profesores y demás personal del centro están realizando un gran esfuerzo…
Creo que lo dices de forma insuperable, es un gran proyecto de futuro en favor de una humanidad iluminada por el evangelio, apostando por el futuro de una sociedad mejor de cómo la estamos recibiendo. La situación es bastante seria. La apuesta del gobierno no es quitarle los colegios a la Iglesia, sino asfixiarlos hasta el punto que seamos nosotros los que tiremos la toalla y los abandonemos. Cómo de hecho ya ha pasado en varios lugares, y algunas comunidades religiosas que se han ido del país.
Una de las características de la iglesia latinoamericana son sus comunidades cristianas que viven con alegría su fe. Todos los días asiste un gran número de personas a la eucaristía como lugar del encuentro con el Señor y con los hermanos. La fe es un gran pilar para estas pobres familias…
Aquí la cosa se pone interesante. En primer lugar, es impresionante como la gente se ha volcado a los templos después de la pandemia. No sólo la gente ha vuelto la mirada a Dios, sino que lo hace con verdadero interés. Antes la gente iba, ahora va, y con una atención conmovedora, que nos exigen como pastores estar a la altura de la expectativa de nuestra gente. Lo otro que ha demostrado la pandemia es un dato interesante. Recientemente en marzo salió una estadística de una institución llamada PsicoData de la Universidad Católica Andrés Bello. En ella se concluían dos cosas muy importantes para lo que estamos hablando. Que el pilar social que ha sostenido al país durante la crisis ha sido la familia venezolana.
Es lógico, como consecuencia del aislamiento social, pero lo interesante es que el factor que más fuerza le dio a las familias fue el factor religioso y el refugio en la oración. Paradójicamente, con el aislamiento social la Iglesia estuvo más cerca que nunca de las familias a través de las redes sociales y los medios de comunicación social, impulsando una auténtica renovación espiritual en la vida de las familias.
Nuestros religiosos trabajan mucho con la juventud. Varios de ellos, también con la ayuda de nuestra Provincia carmelitana de Navarra, asistirán a la próxima JMJ de Portugal ¿Cómo ve los jóvenes venezolanos?
Es difícil hablar de los jóvenes venezolanos como un todo, porque son muchos jóvenes y muchas realidades. Pero intentando describir un perfil general, la condición del joven venezolano es esperanzada, creativa, emprendedora, llena de iniciativa y optimismo inquebrantable. Pero el joven venezolano se ve limitado por la situación social del país.
Un área dónde hemos podido hacer mucho bien es favorecer a los jóvenes talentosos con becas para que puedan progresar. Y es realmente hermoso ver lo que puede hacer un joven talentoso cuando se le da una oportunidad.
En Venezuela aun en el peor escenario es conmovedor el optimismo de los jóvenes esperanzados por un futuro mejor, lo único que necesitan es la palanca de apoyo para mover el mundo. Y muchas veces no es mucho.
Por otro lado, en nuestros jóvenes se nota un fuerte rechazo a los sectores políticos emblemáticos: chavismo y oposición. No confían en las instituciones tradicionales especialmente las gubernamentales. La Iglesia ha sido un ámbito privilegiado para ofrecer espacios sanos de encuentro. No solo la Iglesia, el joven venezolano en líneas generales es tendientemente sano y busca hacer cosas buenas. No faltan los peligros de las redes sociales y grupos minoritarios buscando pescar en río revuelto. Pero es ahí donde el joven necesita el acompañamiento de una sociedad más asertiva. Y aquí la Iglesia en Venezuela ha cumplido un buen papel.
En estos días también he podido encontrarme con nuestras hermanas Carmelitas Descalzas y la Orden Seglar. ¿Cómo vive la Delegación su relación con las ramas de la Orden?
Jon, este es un tema particularmente interesante en nuestra Delegación. Creo que aquí la cultura y el carisma hacen un fenómeno de resonancia. Lo cierto es que el clima general es de mucha familiaridad, cercanía y aprecio mutuo. Y esto entre todas las ramas. No es una exageración si te digo que en cada localidad todos sentimos y vivimos como una gran familia. Si hay que diferenciar entre lo jurídico y lo afectivo. A nivel jurídico cada realidad tiene su constitución orgánica, y en eso se respeta mucho las debidas autonomías y competencias de cada comunidad. Pero eso no impide que exista un gran clima de cercanía y familiaridad, y podamos tratarnos de manera muy fraterna en las ocasiones en que nos encontramos como familia.
Cualquier iniciativa que pueda convocar la presencia de todas las ramas es apoyada con toda comunión. Un ejemplo grande fue la visita de las reliquias de santa Teresita en 2013, hace 10 años, dónde no sólo hubo una gran comunión y cercanía con las ramas descalzas, sino también con las diversas ramas del Carmelo Calzado en Venezuela. Luego vinieron el V Centenario de nuestra santa Madre en 2015, el Centenario de santa Teresa de Los Andes en 2019. En todos estos momentos ha habido una gran comunión como Orden.
Por último, P. Daniel, le agradecería que nos compartiese cómo nuestros lectores pueden ayudan a la Delegación en sus tareas pastorales y, especialmente, en sus proyectos sociales.
Sinceramente son muchas las formas de ayuda que todavía se siguen necesitando. Cómo se ha podido hacer notar, la realidad social no termina de encontrar una solución satisfactoria para las necesidades de la gran mayoría de la población, y esto afecta a muchas personas cercanas a la Orden. Paso a referir aquí varias de las necesidades más apremiantes que hoy en día existen. Solo quisiera aclarar que cada beca individual, o cada aporte pequeño suma. No estamos necesitando todo si no se puede. Lo que se pueda ya será una oportunidad para uno de estos hermanos.