

Señor Weber, entre nosotros la discusión pública está dominada por la preocupación acerca de la fuerza con que suben los números del Corona virus y acerca de las medidas más adecuadas a tomar. En muchos países africanos, por el contrario, las consecuencias del confinamiento son más problemáticas que la propagación de la infección misma ¿No corremos el riesgo de estrechar demasiado el campo de la mirada?
Lo más importante en la situación actual sigue siendo la protección de la salud, para que los sistemas sanitarios no se sobrecarguen. Esto vale para todo el mundo. Y precisamente en relación a África es también verdad que tenemos que extender la mirada. No deberíamos tomar sólo los números de las infecciones como criterios de la buena o mala situación. El problema es que en algunos países, debido al confinamiento, las posibilidades de educación han desaparecido. A esto se añadió el cierre de las fronteras: en primavera muchos países quedaron completamente aislados. Esto tuvo también para la provisión de medios alimentarios consecuencias enormes, que en parte fueron peores que la pandemia misma.
¿Cómo puede ayudar Europa?
Europa ahora tiene que desarrollar la capacidad de mirar más allá del borde del plato. En los meses pasados hemos tenido debates casi exclusivamente dirigidos hacia dentro, a ocuparnos sólo de nosotros mismos. Mientras tanto hemos conocido mejor el coronavirus y hemos aprendido a convivir mejor con él. Ahora tenemos que mirar más decididamente hacia fuera y actuar hacia fuera.
¿Qué significa esto en concreto?
Tomemos el ejemplo de las vacunas. En los acuerdos que ahora tomamos juntamente con los proveedores, Europa no debe mirarse sólo a sí misma, sino que tiene que ayudar a que África reciba vacunas.
¿Con qué probabilidad cree que va a suceder esto?
Es necesario el trabajo de la persuasión y una preparación equilibrada. El impulso de la Comisión europea va en buena dirección, que afirma que nosotros debemos pensar en los demás socios del mundo.
En la Conferencia de los donantes, en octubre, la Unión Europea ha prometido 43.000.000 de euros, sólo para este año, a la región de Sahel; en conjunto los 24 estados donantes han prometido 1.400.000.000 de euros para los próximos años. ¿Qué le va a Europa en la situación de necesidad de África?
En la decisión de conceder dinero, Europa tiene que poner en alto las banderas, hacerse visible. Si se quiere ganar a las personas para que, a pesar de las crisis, no se miren sólo a sí mismas, hay que aportar buenos argumentos. A esto pertenece el examinar de una vez a fondo cuánto dinero estamos empleando al presente en Europa para ayudarnos a nosotros mismos, a saber, 1.8 billones de Euros hasta 2027, solo a nivel de UE. En comparación con esto los medios previstos para la región de Sahel por la conferencia de donantes es poca cantidad. Somos más bien poco activos. A esto se añade:
¿Está pensando usted en el movimiento de los emigrantes?
Naturalmente, el desarrollo de los emigrantes es un efecto fundamental. Cuando las personas del continente africano se sienten impelidos a abandonar su patria, surgen entre nosotros los problemas que todos conocemos. Pero hay otros aspectos. Si Europa ahora no extiende la mano de socio a África, lo harán otras regiones del mundo. Precisamente la competencia con China es aquí de enorme importancia.
¿Por qué?
Tengo la gran preocupación de que en los próximos años va a surgir la impresión de que China, tanto en lo económico como en el aspecto de la salud, se ha bandeado con el corona virus mejor que los países democráticos, como los europeos. Estamos en una competencia de sistemas. Por eso debe quedar claro que los africanos nos tienen a nosotros los europeos a su lado como socios.
En todo esto queda la cuestión: ¿Es el dinero el principio correcto y justo? ¿Cómo se puede asegurar que la ayuda sea duradera y que África a largo plazo no necesite de ella?
El Continente por su estructura básica es rico, tiene una buena base, está dotado de mucha creatividad – esto hay que descubrirlo y desarrollarlo. «De fuera» es difícil de conseguir, pero nosotros tenemos que establecer como modelos los desarrollos positivos en el ámbito de la buena gobernanza y privilegiarlos.
Son puntos centrales los siguientes: una ayuda al desarrollo efectiva y acordada dentro de la UE, la decidida lucha contra el hambre, pero también contra la corrupción y la explotación. A la vez tenemos que apoyar la construcción de las estructuras democráticas. Y finalmente tenemos que promover esto: ¡educación, educación y todavía educación!
¿Y qué es de las correctas condiciones del comercio? En Alemania se lucha por la ley de las cadenas de proveedores, que debe obligar a las empresas mayores a que asuman la responsabilidad de que en la producción de sus bienes respeten los estándares de los derechos humanos.
Es el mismo debate que llevamos adelante a nivel de la Unión Europea. Tenemos que dirigir nuestro potencial económico más fuertemente a los valores. Esto vale también para la práctica del comercio con el tercer socio. Por lo que respecta a la ley de la cadena de proveedores, en la industria existe la preocupación de que la burocracia en las explotaciones y servicios vaya a crecer mucho. Hay que estudiarlo, y poner un límite razonable al tamaño de las empresas. Entonces podemos hacer propuestas precisamente a la gran industria y a los grandes compradores del mundo acerca de los estándares que deben observar.
Quisiera dar otro paso. Se trata de un punto fundamental para el futuro de los contratos comerciales. Hasta ahora el tema del comercio mundial se ha discutido bajo el aspecto de cómo podemos eliminar las barreras y permitir el comercio libre.
Como muestra la experiencia, los molinos a nivel europeo muelen notablemente más despacio que en un solo estado ¿Cuándo podría venir una ley de la cadena de proveedores a nivel europeo?
Por supuesto, es difícil alcanzar a ver concretamente con qué rapidez pueda suceder esto. Como siempre, es una cuestión de voluntad política. El parlamento europeo es aquí ciertamente unas de las fuerzas propulsoras. Nosotros queremos que el comercio se vincule con los estándares ecológicos y sociales y que encuentre expresión en una ley de la cadena de proveedores.
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Señor Weber, entre nosotros la discusión pública está dominada por la preocupación acerca de la fuerza con que suben los números del Corona virus y acerca de las medidas más adecuadas a tomar. En muchos países africanos, por el contrario, las consecuencias del confinamiento son más problemáticas que la propagación de la infección misma ¿No corremos el riesgo de estrechar demasiado el campo de la mirada?
Lo más importante en la situación actual sigue siendo la protección de la salud, para que los sistemas sanitarios no se sobrecarguen. Esto vale para todo el mundo. Y precisamente en relación a África es también verdad que tenemos que extender la mirada. No deberíamos tomar sólo los números de las infecciones como criterios de la buena o mala situación. El problema es que en algunos países, debido al confinamiento, las posibilidades de educación han desaparecido. A esto se añadió el cierre de las fronteras: en primavera muchos países quedaron completamente aislados. Esto tuvo también para la provisión de medios alimentarios consecuencias enormes, que en parte fueron peores que la pandemia misma.
¿Cómo puede ayudar Europa?
Europa ahora tiene que desarrollar la capacidad de mirar más allá del borde del plato. En los meses pasados hemos tenido debates casi exclusivamente dirigidos hacia dentro, a ocuparnos sólo de nosotros mismos. Mientras tanto hemos conocido mejor el coronavirus y hemos aprendido a convivir mejor con él. Ahora tenemos que mirar más decididamente hacia fuera y actuar hacia fuera.
¿Qué significa esto en concreto?
Tomemos el ejemplo de las vacunas. En los acuerdos que ahora tomamos juntamente con los proveedores, Europa no debe mirarse sólo a sí misma, sino que tiene que ayudar a que África reciba vacunas.
¿Con qué probabilidad cree que va a suceder esto?
Es necesario el trabajo de la persuasión y una preparación equilibrada. El impulso de la Comisión europea va en buena dirección, que afirma que nosotros debemos pensar en los demás socios del mundo.
En la Conferencia de los donantes, en octubre, la Unión Europea ha prometido 43.000.000 de euros, sólo para este año, a la región de Sahel; en conjunto los 24 estados donantes han prometido 1.400.000.000 de euros para los próximos años. ¿Qué le va a Europa en la situación de necesidad de África?
En la decisión de conceder dinero, Europa tiene que poner en alto las banderas, hacerse visible. Si se quiere ganar a las personas para que, a pesar de las crisis, no se miren sólo a sí mismas, hay que aportar buenos argumentos. A esto pertenece el examinar de una vez a fondo cuánto dinero estamos empleando al presente en Europa para ayudarnos a nosotros mismos, a saber, 1.8 billones de Euros hasta 2027, solo a nivel de UE. En comparación con esto los medios previstos para la región de Sahel por la conferencia de donantes es poca cantidad. Somos más bien poco activos. A esto se añade:
¿Está pensando usted en el movimiento de los emigrantes?
Naturalmente, el desarrollo de los emigrantes es un efecto fundamental. Cuando las personas del continente africano se sienten impelidos a abandonar su patria, surgen entre nosotros los problemas que todos conocemos. Pero hay otros aspectos. Si Europa ahora no extiende la mano de socio a África, lo harán otras regiones del mundo. Precisamente la competencia con China es aquí de enorme importancia.
¿Por qué?
Tengo la gran preocupación de que en los próximos años va a surgir la impresión de que China, tanto en lo económico como en el aspecto de la salud, se ha bandeado con el corona virus mejor que los países democráticos, como los europeos. Estamos en una competencia de sistemas. Por eso debe quedar claro que los africanos nos tienen a nosotros los europeos a su lado como socios.
En todo esto queda la cuestión: ¿Es el dinero el principio correcto y justo? ¿Cómo se puede asegurar que la ayuda sea duradera y que África a largo plazo no necesite de ella?
El Continente por su estructura básica es rico, tiene una buena base, está dotado de mucha creatividad – esto hay que descubrirlo y desarrollarlo. «De fuera» es difícil de conseguir, pero nosotros tenemos que establecer como modelos los desarrollos positivos en el ámbito de la buena gobernanza y privilegiarlos.
Son puntos centrales los siguientes: una ayuda al desarrollo efectiva y acordada dentro de la UE, la decidida lucha contra el hambre, pero también contra la corrupción y la explotación. A la vez tenemos que apoyar la construcción de las estructuras democráticas. Y finalmente tenemos que promover esto: ¡educación, educación y todavía educación!
¿Y qué es de las correctas condiciones del comercio? En Alemania se lucha por la ley de las cadenas de proveedores, que debe obligar a las empresas mayores a que asuman la responsabilidad de que en la producción de sus bienes respeten los estándares de los derechos humanos.
Es el mismo debate que llevamos adelante a nivel de la Unión Europea. Tenemos que dirigir nuestro potencial económico más fuertemente a los valores. Esto vale también para la práctica del comercio con el tercer socio. Por lo que respecta a la ley de la cadena de proveedores, en la industria existe la preocupación de que la burocracia en las explotaciones y servicios vaya a crecer mucho. Hay que estudiarlo, y poner un límite razonable al tamaño de las empresas. Entonces podemos hacer propuestas precisamente a la gran industria y a los grandes compradores del mundo acerca de los estándares que deben observar.
Quisiera dar otro paso. Se trata de un punto fundamental para el futuro de los contratos comerciales. Hasta ahora el tema del comercio mundial se ha discutido bajo el aspecto de cómo podemos eliminar las barreras y permitir el comercio libre.
Como muestra la experiencia, los molinos a nivel europeo muelen notablemente más despacio que en un solo estado ¿Cuándo podría venir una ley de la cadena de proveedores a nivel europeo?
Por supuesto, es difícil alcanzar a ver concretamente con qué rapidez pueda suceder esto. Como siempre, es una cuestión de voluntad política. El parlamento europeo es aquí ciertamente unas de las fuerzas propulsoras. Nosotros queremos que el comercio se vincule con los estándares ecológicos y sociales y que encuentre expresión en una ley de la cadena de proveedores.