Desde su fundación, la ONG OSCAR DE PERÚ ha trabajado incansablemente por mejorar las condiciones de vida de comunidades en situación de vulnerabilidad en zonas altamente vulnerables de Lima.
Uno de los pilares más significativos de su labor es el Programa de Apadrinamiento, una iniciativa que trasciende la ayuda económica para convertirse en un verdadero puente de solidaridad, afecto y transformación social. Permite que niñas, niños y adolescentes de contextos precarios sean acompañados por «padrinos» o «madrinas», quienes, más allá de brindar un apoyo financiero periódico, se convierten en referentes de afecto, motivación y esperanza, buscando el desarrollo personal a través del reconocimiento, la reciprocidad y la empatía.
Este acompañamiento permite reforzar la autoestima de los niños, promover su permanencia en el sistema educativo, atender necesidades básicas como alimentación y salud, y generar un entorno más protector para su desarrollo. Gracias a la OBRA MÁXIMA, se canaliza la ayuda que envían los padrinos asegurando que el apoyo tenga un impacto real, sostenido y respetuoso.
El programa de Apadrinamiento, lejos de ser un modelo asistencialista, busca empoderar a las familias, especialmente a las madres, que suelen ser las principales cuidadoras. La ONG trabaja para integrar a los padres en el proceso educativo y formativo de sus hijos, promoviendo así una parentalidad activa y consciente.
En contextos donde la precariedad económica se entrelaza con la desestructuración familiar y la violencia, el apadrinamiento ofrece una alternativa para reforzar la función protectora de la familia, ayudando a que esta sea un espacio de cuidado, diálogo y contención emocional. Al mismo tiempo, el seguimiento psicosocial y educativo que se realiza a través de OSCAR DE PERÚ permite que la intervención se mantenga centrada en las necesidades reales del apadrinado/a y su entorno.
Junto a la formación humana, dirigida a los apadrinados y sus familias, está la búsqueda del acceso a mejores oportunidades, el apadrinamiento se constituye como una estrategia para reducir la desigualdad de oportunidades. En una zona como El Agustino, en Lima, Perú, el acceso a la educación, salud y tecnología tiene una gran brecha por la condición socioeconómica de las familias. La biblioteca, ludoteca, teatro, danza, ajedrez, manualidades entre otros talleres también nos permite compartir aprendizajes de ciudadanía activa, solidaria y trabajo en equipo. Lamentablemente, en algunas zonas de El Agustino prima el individualismo y la fragmentación, este tipo de programas nos ayudan a recuperar el sentido de comunidad, corresponsabilidad y justicia social. La figura del padrino o madrina representa a un ciudadano que, desde su lugar de origen (España), decide involucrarse con la realidad del otro y ejercer una forma concreta de compromiso ético.
Este acto de apadrinar a un niño o adolescente, muchas veces acompañado de cartas, mensajes o incluso visitas, fortalece el sentimiento de pertenencia y rompe con las barreras invisibles que suelen dividir a los sectores sociales en el Perú. Al crear un vínculo personalizado, se tejen redes simbólicas que humanizan la ayuda y resignifican el acto de dar.
El Programa de Apadrinamiento de OSCAR DE PERÚ no solo transforma vidas individuales, sino que también fortalece la familia y reconfigura relaciones sociales, fortalece comunidades y promueve una cultura de solidaridad y equidad. Gracias a los padrinos de España y la OBRA MÁXIMA; este programa, es una muestra clara de cómo la intervención social puede –y debe– estar centrada en el ser humano como sujeto de derechos y no como objeto de asistencia.
¿Te ha gustado el artículo? PUEDES COMPARTIRLO
COLABORA CON LOM
Desde su fundación, la ONG OSCAR DE PERÚ ha trabajado incansablemente por mejorar las condiciones de vida de comunidades en situación de vulnerabilidad en zonas altamente vulnerables de Lima.
Uno de los pilares más significativos de su labor es el Programa de Apadrinamiento, una iniciativa que trasciende la ayuda económica para convertirse en un verdadero puente de solidaridad, afecto y transformación social. Permite que niñas, niños y adolescentes de contextos precarios sean acompañados por «padrinos» o «madrinas», quienes, más allá de brindar un apoyo financiero periódico, se convierten en referentes de afecto, motivación y esperanza, buscando el desarrollo personal a través del reconocimiento, la reciprocidad y la empatía.
Este acompañamiento permite reforzar la autoestima de los niños, promover su permanencia en el sistema educativo, atender necesidades básicas como alimentación y salud, y generar un entorno más protector para su desarrollo. Gracias a la OBRA MÁXIMA, se canaliza la ayuda que envían los padrinos asegurando que el apoyo tenga un impacto real, sostenido y respetuoso.
El programa de Apadrinamiento, lejos de ser un modelo asistencialista, busca empoderar a las familias, especialmente a las madres, que suelen ser las principales cuidadoras. La ONG trabaja para integrar a los padres en el proceso educativo y formativo de sus hijos, promoviendo así una parentalidad activa y consciente.
En contextos donde la precariedad económica se entrelaza con la desestructuración familiar y la violencia, el apadrinamiento ofrece una alternativa para reforzar la función protectora de la familia, ayudando a que esta sea un espacio de cuidado, diálogo y contención emocional. Al mismo tiempo, el seguimiento psicosocial y educativo que se realiza a través de OSCAR DE PERÚ permite que la intervención se mantenga centrada en las necesidades reales del apadrinado/a y su entorno.
Junto a la formación humana, dirigida a los apadrinados y sus familias, está la búsqueda del acceso a mejores oportunidades, el apadrinamiento se constituye como una estrategia para reducir la desigualdad de oportunidades. En una zona como El Agustino, en Lima, Perú, el acceso a la educación, salud y tecnología tiene una gran brecha por la condición socioeconómica de las familias. La biblioteca, ludoteca, teatro, danza, ajedrez, manualidades entre otros talleres también nos permite compartir aprendizajes de ciudadanía activa, solidaria y trabajo en equipo. Lamentablemente, en algunas zonas de El Agustino prima el individualismo y la fragmentación, este tipo de programas nos ayudan a recuperar el sentido de comunidad, corresponsabilidad y justicia social. La figura del padrino o madrina representa a un ciudadano que, desde su lugar de origen (España), decide involucrarse con la realidad del otro y ejercer una forma concreta de compromiso ético.
Este acto de apadrinar a un niño o adolescente, muchas veces acompañado de cartas, mensajes o incluso visitas, fortalece el sentimiento de pertenencia y rompe con las barreras invisibles que suelen dividir a los sectores sociales en el Perú. Al crear un vínculo personalizado, se tejen redes simbólicas que humanizan la ayuda y resignifican el acto de dar.
El Programa de Apadrinamiento de OSCAR DE PERÚ no solo transforma vidas individuales, sino que también fortalece la familia y reconfigura relaciones sociales, fortalece comunidades y promueve una cultura de solidaridad y equidad. Gracias a los padrinos de España y la OBRA MÁXIMA; este programa, es una muestra clara de cómo la intervención social puede –y debe– estar centrada en el ser humano como sujeto de derechos y no como objeto de asistencia.


















