

Para situar a nuestros lectores, ¿cuándo nació esta fundación pontifica y con qué finalidad?
Ayuda a la Iglesia Necesitada (antes AIN, ahora en inglés ACN) nació en 1947 gracias a la iniciativa del sacerdote holandés P. Werenfried van Straaten que, conmovido por la situación de más de 10.000.000 de refugiados alemanes que al acabar la II Guerra mundial lo habían perdido todo y andaban diseminados por Europa Oriental, pidió la caridad en Bélgica, Holanda y Alemania, para que dieran de comer a estas personas. Así mismo formó un pequeño «ejército» de «sacerdotes de la mochila» que con solo ese equipaje daban asistencia espiritual a todo el que la necesitase.
Muy poco después Pío XII apoyó esta preciosa iniciativa y los sucesivos papas fueron pidiendo al P. Werenfried que se extendiera la obra de ayuda a África, América y Asia.
Durante estos años han ayudado a muchas comunidades cristianas. ¿A cuántos países ayudan y cuáles son los proyectos que desarrollan en aquellos lugares?
Actualmente ayudamos a más de 145 países en el mundo, la mayoría países muy pobres donde la iglesia católica apenas si tiene recursos. Nuestros proyectos son básicamente pastorales: construcción y reconstrucción de iglesias, sostenimiento y formación de sacerdotes, religiosas y laicos comprometidos, ayuda con medios de locomoción y con medios de comunicación, etc. En circunstancias excepcionales por conflictos bélicos, terrorismo o catástrofes naturales podemos hacer llegar ayudas básicas a las comunidades más afectadas.
No será fácil hacer llegar las ayudas a los países que están en conflicto. ¿Cómo gestionan tanto las ayudas como los trabajos que desarrollan en estos países?
Es cierto que cuando el país al que ayudamos está en guerra o reprime la libertad religiosa es mucho más difícil hacer llegar la ayuda económica a sus destinatarios. Nuestro cauce normal es tramitar la ayuda a través de los obispos locales pues ellos son los conocedores de la situación de su diócesis y de sus circunstancias. En ocasiones tenemos que recurrir a los Nuncios para hacer llegar nuestra ayuda.
Los destinatarios tienen que justificar el uso correcto de los fondos recibidos y ellos mismos son los que se encargan de realizar los proyectos solicitados.
Leyendo las noticias que aparecen en su web www.ayudaalaiglesianecesitada.org observamos que la fundación tiene una sensibilidad especial hacia los cristianos de Medio Oriente. En nuestra revista hemos publicado varios artículos sobre la realidad cristiana de aquella zona donde la Orden tiene presencia. ¿De la información que disponen, qué está sucediendo con las comunidad cristianas, por ejemplo, de Irak o de Siria?
Efectivamente es así y tenemos una especial sensibilidad hacia los cristianos de Oriente Medio porque está en juego su supervivencia, allí donde se remontan los orígenes del cristianismo. En el caso de Siria porque ha sufrido una horrible guerra de siete años, que ha dejado destrozado el país y ante la que Occidente básicamente ha mirado hacia otro lado. En el caso de Irak, país herido durante años por guerras y embargos terribles donde además sufrió la invasión del Valle del Nínive por parte de los terroristas del Daesh, afectando principalmente a miles de cristianos de la zona que tuvieron que abandonar todo y huir.
Tanto en el caso de Siria como en el de Irak, además del éxodo generalizado de refugiados que se puede considerar el mayor de la era moderna, ha afectado de forma total al número de cristianos de la zona que han huido despavoridos. En Irak hace unos 10 años se consideraba que había 1.600.000 de cristianos y ahora se estima que no hay más de 150.000.
Lamentablemente, los medios de comunicación silencian o no le dan suficiente cobertura informativa a esta situación. De ahí la importancia que los medios católicos seamos la voz de los que sufren…
Efectivamente, y aunque reconociendo que hay más sensibilidad informativa que hace años ante situaciones así, aún los medios omiten muchas de estas informaciones y hacen oídos sordos a las discriminaciones y persecuciones manifiestan que sufren muchos cristianos en el mundo, que en bastantes ocasiones se plasman incluso en muertes y asesinatos brutales en diferentes países del mundo.
Los medios católicos ciertamente tenemos que alzar la voz para denunciar estos crímenes y para despertar a gobiernos y organismos internacionales instándoles a que tomen medidas para evitarlos.
Volvamos a los dos países que hemos citado, Irak y Siria. Son realidades históricas, con una gran tradición y con comunidades cristianas muy comprometidas. En estos países, así nos han comentado nuestros colaboradores carmelitas descalzos, existe una colaboración y un compromiso común con los fieles de otras religiones. El problema no es religioso, sino económico y geopolítico. Estas comunidades nos enseñan que es posible convivir personas de distintas religiones y culturas…
Efectivamente en Oriente Medio tenemos muchos ejemplos de buenísima convivencia durante muchos años entre los cristianos y diferentes comunidades musulmanas, y también entre distintas iglesias cristianas. Desgraciadamente cuando se extiende una visión radical del islam y de la «Yihad» o guerra santa hace que grupos fundamentalistas, llenos de intolerancia, recurran a la violencia, al chantaje o al terror, especialmente contra los cristianos y esto crea heridas y rencores que, muchas veces, son difíciles de reparar.
Preocupa la situación de Siria en donde ha habido un éxodo masivo de la población. Poco se habla de los campos de refugiados. Parece que no interesa hablar de ello porque nos interpela a todos. ¿Qué proyectos tienen en marcha en esta área de los refugiados?
El éxodo ocurrido en Siria desde el año 2011 unido al de Irak, especialmente desde el 2014 cuando el Daesh invadió el Valle del Nínive, es el mayor que se ha producido desde el final de la II Guerra Mundial. Efectivamente son millones de personas indefensas las que han tenido que huir. En primer lugar, muchos huyeron al Líbano, que ahora está en condiciones penosas, y muchos otros malvivieron como pudieron en campos de refugiados allí y en Turquía.
ACN ha ayudado mucho y sigue haciéndolo a alguno de estos campos de refugiados en el Líbano, pero su mayor esfuerzo se está volcando en ayudar a las familias cristianas que quieren volver a sus lugares de origen, reparando sus casas, ayudándoles con la comida y necesidades básicas, etc, así como sosteniendo a los sacerdotes y religiosas que se vuelcan en tareas caritativas.
Otras de las tareas importantes de su fundación es la reconstrucción de las iglesias. Es de suponer qué para los cristianos de aquellos lugares, será un momento muy especial el reabrir las iglesias que son el corazón de las comunidades.
Efectivamente la reconstrucción y reparación de las iglesias destruidas, y especialmente aquellas que han sido objeto de profanaciones o vandalismos, es una de las tareas más bonitas que hacemos. No estamos hablando de reparar paredes o techos, sino de devolver la dignidad arrebatada a una comunidad que necesita rezar a Dios y hacerlo en grupo.
Llevamos unos meses con una pandemia mundial que ha paralizado prácticamente nuestro mundo provocando una crisis sanitaria importante. ¿Cómo han gestionado las ayudas durante este tiempo y cuáles han sido los focos de preocupación más importantes?
La pandemia del coronavirus nos ha afectado a todos, pero no a todo el mundo por igual. En la mayor parte de los países a los que ayudamos la pandemia es un problema más añadido a la pobreza, el hambre, la falta de recursos, la corrupción, la violencia y muchos otros problemas. Por lo que para ellos todo es mucho peor.
Los focos de preocupación han venido de países como Pakistán o la India, donde las minorías cristianas están especialmente marginadas y a raíz del coronavirus lo están siendo aún más.
Como publicación, la fundación prepara un estudio completo, prácticamente la única que existe en el mundo, sobre la libertad religiosa. ¿Cuáles son los países donde hay que trabajar más esta problemática?
Efectivamente con carácter bianual preparamos un minucioso Informe sobre la libertad religiosa en el mundo, el único en su clase hecho por una institución católica. La próxima edición será en abril del 2021.
Los países más preocupantes son Afganistán, Pakistán, Corea del Norte, India, China, Irak, Siria, Burkina Faso, República Centroafricana, Níger, Nigeria, Etiopía o Mozambique, por citar sólo algunos de ellos.
De la experiencia que tienen de acompañar a tantas comunidades cristianas en el mundo, habrán conocido experiencias o testimonios impresionantes. ¿Puede compartirnos alguno?
Cuando viajé a Nigeria hace unos años pude visitar diferentes comunidades católicas que habían sido golpeadas por el terrorismo brutal del grupo radical islámico Boko Haram. En concreto, quería contar el caso de la iglesia de Santa Rita en la diócesis de Kaduna en Nigeria. En octubre del año 2012, pese a estar protegida con un muro y con guardias armados, y, mientras se celebraba la misa dominical con la iglesia repleta, un coche bomba atravesó todas las protecciones y explotó contra una gruta de la Virgen de Fátima, anexa al templo. La explosión afectó principalmente a los jóvenes del coro, matando a 6 de ellos, 4 de los cuales están enterrados en el jardín de la parroquia, e hiriendo a muchos más. Allí podemos hablar con John, uno de los jóvenes heridos por la metralla en todo su cuerpo, que nos contaba cómo se puso en manos de la Virgen María y le pidió a ella recuperarse y poder perdonar a los terroristas. Ambas cosas le fueron concedidas mientras desgranaba diariamente las cuentas del rosario.
Por último, ¿trabaja, su fundación, en sensibilizar a los jóvenes con sus trabajos, fomentan, por ejemplo, el voluntariado?
Nuestro trabajo de información, sensibilización y compromiso va dirigido a todas las personas de nuestra sociedad. En concreto, sabemos que los jóvenes son más entusiastas y a ellos nos enfocamos a través de distintas redes sociales: Youtube, Instagram, Facebook o Twitter, damos conferencias de sensibilización en colegios y universidades y, a través de nuestro departamento de voluntariado, les damos la opción de poder colaborar con nuestra labor en función de sus características y de su disponibilidad.
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Para situar a nuestros lectores, ¿cuándo nació esta fundación pontifica y con qué finalidad?
Ayuda a la Iglesia Necesitada (antes AIN, ahora en inglés ACN) nació en 1947 gracias a la iniciativa del sacerdote holandés P. Werenfried van Straaten que, conmovido por la situación de más de 10.000.000 de refugiados alemanes que al acabar la II Guerra mundial lo habían perdido todo y andaban diseminados por Europa Oriental, pidió la caridad en Bélgica, Holanda y Alemania, para que dieran de comer a estas personas. Así mismo formó un pequeño «ejército» de «sacerdotes de la mochila» que con solo ese equipaje daban asistencia espiritual a todo el que la necesitase.
Muy poco después Pío XII apoyó esta preciosa iniciativa y los sucesivos papas fueron pidiendo al P. Werenfried que se extendiera la obra de ayuda a África, América y Asia.
Durante estos años han ayudado a muchas comunidades cristianas. ¿A cuántos países ayudan y cuáles son los proyectos que desarrollan en aquellos lugares?
Actualmente ayudamos a más de 145 países en el mundo, la mayoría países muy pobres donde la iglesia católica apenas si tiene recursos. Nuestros proyectos son básicamente pastorales: construcción y reconstrucción de iglesias, sostenimiento y formación de sacerdotes, religiosas y laicos comprometidos, ayuda con medios de locomoción y con medios de comunicación, etc. En circunstancias excepcionales por conflictos bélicos, terrorismo o catástrofes naturales podemos hacer llegar ayudas básicas a las comunidades más afectadas.
No será fácil hacer llegar las ayudas a los países que están en conflicto. ¿Cómo gestionan tanto las ayudas como los trabajos que desarrollan en estos países?
Es cierto que cuando el país al que ayudamos está en guerra o reprime la libertad religiosa es mucho más difícil hacer llegar la ayuda económica a sus destinatarios. Nuestro cauce normal es tramitar la ayuda a través de los obispos locales pues ellos son los conocedores de la situación de su diócesis y de sus circunstancias. En ocasiones tenemos que recurrir a los Nuncios para hacer llegar nuestra ayuda.
Los destinatarios tienen que justificar el uso correcto de los fondos recibidos y ellos mismos son los que se encargan de realizar los proyectos solicitados.
Leyendo las noticias que aparecen en su web www.ayudaalaiglesianecesitada.org observamos que la fundación tiene una sensibilidad especial hacia los cristianos de Medio Oriente. En nuestra revista hemos publicado varios artículos sobre la realidad cristiana de aquella zona donde la Orden tiene presencia. ¿De la información que disponen, qué está sucediendo con las comunidad cristianas, por ejemplo, de Irak o de Siria?
Efectivamente es así y tenemos una especial sensibilidad hacia los cristianos de Oriente Medio porque está en juego su supervivencia, allí donde se remontan los orígenes del cristianismo. En el caso de Siria porque ha sufrido una horrible guerra de siete años, que ha dejado destrozado el país y ante la que Occidente básicamente ha mirado hacia otro lado. En el caso de Irak, país herido durante años por guerras y embargos terribles donde además sufrió la invasión del Valle del Nínive por parte de los terroristas del Daesh, afectando principalmente a miles de cristianos de la zona que tuvieron que abandonar todo y huir.
Tanto en el caso de Siria como en el de Irak, además del éxodo generalizado de refugiados que se puede considerar el mayor de la era moderna, ha afectado de forma total al número de cristianos de la zona que han huido despavoridos. En Irak hace unos 10 años se consideraba que había 1.600.000 de cristianos y ahora se estima que no hay más de 150.000.
Lamentablemente, los medios de comunicación silencian o no le dan suficiente cobertura informativa a esta situación. De ahí la importancia que los medios católicos seamos la voz de los que sufren…
Efectivamente, y aunque reconociendo que hay más sensibilidad informativa que hace años ante situaciones así, aún los medios omiten muchas de estas informaciones y hacen oídos sordos a las discriminaciones y persecuciones manifiestan que sufren muchos cristianos en el mundo, que en bastantes ocasiones se plasman incluso en muertes y asesinatos brutales en diferentes países del mundo.
Los medios católicos ciertamente tenemos que alzar la voz para denunciar estos crímenes y para despertar a gobiernos y organismos internacionales instándoles a que tomen medidas para evitarlos.
Volvamos a los dos países que hemos citado, Irak y Siria. Son realidades históricas, con una gran tradición y con comunidades cristianas muy comprometidas. En estos países, así nos han comentado nuestros colaboradores carmelitas descalzos, existe una colaboración y un compromiso común con los fieles de otras religiones. El problema no es religioso, sino económico y geopolítico. Estas comunidades nos enseñan que es posible convivir personas de distintas religiones y culturas…
Efectivamente en Oriente Medio tenemos muchos ejemplos de buenísima convivencia durante muchos años entre los cristianos y diferentes comunidades musulmanas, y también entre distintas iglesias cristianas. Desgraciadamente cuando se extiende una visión radical del islam y de la «Yihad» o guerra santa hace que grupos fundamentalistas, llenos de intolerancia, recurran a la violencia, al chantaje o al terror, especialmente contra los cristianos y esto crea heridas y rencores que, muchas veces, son difíciles de reparar.
Preocupa la situación de Siria en donde ha habido un éxodo masivo de la población. Poco se habla de los campos de refugiados. Parece que no interesa hablar de ello porque nos interpela a todos. ¿Qué proyectos tienen en marcha en esta área de los refugiados?
El éxodo ocurrido en Siria desde el año 2011 unido al de Irak, especialmente desde el 2014 cuando el Daesh invadió el Valle del Nínive, es el mayor que se ha producido desde el final de la II Guerra Mundial. Efectivamente son millones de personas indefensas las que han tenido que huir. En primer lugar, muchos huyeron al Líbano, que ahora está en condiciones penosas, y muchos otros malvivieron como pudieron en campos de refugiados allí y en Turquía.
ACN ha ayudado mucho y sigue haciéndolo a alguno de estos campos de refugiados en el Líbano, pero su mayor esfuerzo se está volcando en ayudar a las familias cristianas que quieren volver a sus lugares de origen, reparando sus casas, ayudándoles con la comida y necesidades básicas, etc, así como sosteniendo a los sacerdotes y religiosas que se vuelcan en tareas caritativas.
Otras de las tareas importantes de su fundación es la reconstrucción de las iglesias. Es de suponer qué para los cristianos de aquellos lugares, será un momento muy especial el reabrir las iglesias que son el corazón de las comunidades.
Efectivamente la reconstrucción y reparación de las iglesias destruidas, y especialmente aquellas que han sido objeto de profanaciones o vandalismos, es una de las tareas más bonitas que hacemos. No estamos hablando de reparar paredes o techos, sino de devolver la dignidad arrebatada a una comunidad que necesita rezar a Dios y hacerlo en grupo.
Llevamos unos meses con una pandemia mundial que ha paralizado prácticamente nuestro mundo provocando una crisis sanitaria importante. ¿Cómo han gestionado las ayudas durante este tiempo y cuáles han sido los focos de preocupación más importantes?
La pandemia del coronavirus nos ha afectado a todos, pero no a todo el mundo por igual. En la mayor parte de los países a los que ayudamos la pandemia es un problema más añadido a la pobreza, el hambre, la falta de recursos, la corrupción, la violencia y muchos otros problemas. Por lo que para ellos todo es mucho peor.
Los focos de preocupación han venido de países como Pakistán o la India, donde las minorías cristianas están especialmente marginadas y a raíz del coronavirus lo están siendo aún más.
Como publicación, la fundación prepara un estudio completo, prácticamente la única que existe en el mundo, sobre la libertad religiosa. ¿Cuáles son los países donde hay que trabajar más esta problemática?
Efectivamente con carácter bianual preparamos un minucioso Informe sobre la libertad religiosa en el mundo, el único en su clase hecho por una institución católica. La próxima edición será en abril del 2021.
Los países más preocupantes son Afganistán, Pakistán, Corea del Norte, India, China, Irak, Siria, Burkina Faso, República Centroafricana, Níger, Nigeria, Etiopía o Mozambique, por citar sólo algunos de ellos.
De la experiencia que tienen de acompañar a tantas comunidades cristianas en el mundo, habrán conocido experiencias o testimonios impresionantes. ¿Puede compartirnos alguno?
Cuando viajé a Nigeria hace unos años pude visitar diferentes comunidades católicas que habían sido golpeadas por el terrorismo brutal del grupo radical islámico Boko Haram. En concreto, quería contar el caso de la iglesia de Santa Rita en la diócesis de Kaduna en Nigeria. En octubre del año 2012, pese a estar protegida con un muro y con guardias armados, y, mientras se celebraba la misa dominical con la iglesia repleta, un coche bomba atravesó todas las protecciones y explotó contra una gruta de la Virgen de Fátima, anexa al templo. La explosión afectó principalmente a los jóvenes del coro, matando a 6 de ellos, 4 de los cuales están enterrados en el jardín de la parroquia, e hiriendo a muchos más. Allí podemos hablar con John, uno de los jóvenes heridos por la metralla en todo su cuerpo, que nos contaba cómo se puso en manos de la Virgen María y le pidió a ella recuperarse y poder perdonar a los terroristas. Ambas cosas le fueron concedidas mientras desgranaba diariamente las cuentas del rosario.
Por último, ¿trabaja, su fundación, en sensibilizar a los jóvenes con sus trabajos, fomentan, por ejemplo, el voluntariado?
Nuestro trabajo de información, sensibilización y compromiso va dirigido a todas las personas de nuestra sociedad. En concreto, sabemos que los jóvenes son más entusiastas y a ellos nos enfocamos a través de distintas redes sociales: Youtube, Instagram, Facebook o Twitter, damos conferencias de sensibilización en colegios y universidades y, a través de nuestro departamento de voluntariado, les damos la opción de poder colaborar con nuestra labor en función de sus características y de su disponibilidad.
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