

Líbano lleva algunos años inserto en una crisis económica que está bloqueando el país. ¿Cuándo surge esta crisis económica y cuáles fueron sus causas?
La crisis económica del Líbano tiene raíces profundas, pero se agudizó notablemente a partir de 2019. Algunas de las causas principales incluyen a nivel económico una deuda pública insostenible, un sistema bancario colapsado, la gente ha perdido todo lo que tenía en los bancos, una corrupción generalizada y mala gestión gubernamental, una dependencia excesiva de las importaciones y falta de producción local de una parte, y a nivel sociológico de otra parte, el impacto de la guerra en Siria y la afluencia de refugiados. Se puede añadir también que la pandemia de COVID-19 que exacerbó los problemas existentes.
La crisis ha llevado a una devaluación masiva de la moneda, por ejemplo, ¡un dólar fue 1500 liras libanesas y ahora está a 89.500 liras!, hiperinflación, desempleo elevado y un empobrecimiento generalizado de la población.
Muchas familias encuentran dificultades para cubrir necesidades básicas como alimentos, medicinas y electricidad.
LOM ha colaborado en el mantenimiento de las escuelas que tiene la Orden en el Líbano. Apostar por la educación es un proyecto de futuro. ¿Cuáles son las necesidades que tienen en estos momentos los colegios de la Orden?
La educación en el Líbano desde el siglo diecisiete esta confiada a la obra de los misionarios que abrieron escuelas para los jóvenes. Al día de hoy, aunque tenemos escuelas públicas la educación en el Líbano es privada. La gente paga. Las escuelas de la Orden en el Líbano probablemente encuentran varios desafíos debido a la crisis: El primer desafío está unido a las dificultades para pagar salarios dignos a los maestros, también a los problemas para mantener la infraestructura y los servicios básicos (electricidad, agua, internet). Se puede añadir la falta de recursos para materiales educativos y tecnología.
Medio Oriente está lleno de juventud que ve, en estas guerras y conflictos internos, pocas posibilidades para desarrollarse como personas y profesionales. Hablar de Medio Oriente es complejo, por las distintas realidades que conviven en el lugar. Lleváis años con grandes conflictos y tensiones. ¿Cómo estáis viviendo la guerra entre Israel y Palestina?
La guerra actual entre Israel y Hamas en Gaza aumenta la tensión en toda la región. Para el Líbano, esto implica una huida de la población del sur hacia el norte para alejarse de la zona de bombardeos y sobre todo porque hay una preocupación creciente por una posible extensión del conflicto hacia su frontera sur, donde opera Hezbollah.
De consecuencia hay muchos jóvenes que han dejado el país para buscarse un futuro mejor y esto unido al temor de las repercusiones económicas y de seguridad que podría tener una escalada regional del conflicto, y a la frustración por la continua inestabilidad en Medio Oriente que dificulta el desarrollo y la paz.
En las entrevistas siempre intento recordar que en vuestras realidades hay proyectos de convivencia entre distintas religiones y confesiones. El problema, en el fondo, no son las religiones, sino los intereses económicos y geopolíticos.
Tiene usted razón en resaltar ese punto, y es una perspectiva muy importante. Efectivamente, en el Líbano y en toda la región del Medio Oriente existen numerosos proyectos de convivencia entre distintas religiones y confesiones que a menudo no reciben la atención mediática que merecen. Estos esfuerzos son fundamentales y demuestran que la coexistencia pacífica no solo es posible, sino que ya es una realidad en muchos niveles de la sociedad.
Es el caso de nuestras instituciones especialmente las escuelas, hospitales, etc.
El Líbano, en particular, ha sido históricamente un ejemplo de convivencia multiconfesional, con su sistema político basado en el reparto de poder entre las diferentes comunidades religiosas. Aunque este sistema tiene sus desafíos, también ha permitido mantener un equilibrio delicado en una sociedad diversa.
Podemos dar algunos ejemplos de proyectos de convivencia pero el ejemplo más claro es la convivencia misma. En todas partes encuentras gente que vive juntas de varias religiones sobre todo en las ciudades sin ninguna dificultad. Su observación sobre que el problema de fondo no son las religiones, sino los intereses económicos y geopolíticos, es muy acertada.
Las tensiones religiosas son agravadas o incluso creadas por las luchas y control de recursos naturales, y por quien tiene más influencia regional entre potencias extranjeras. También las desigualdades económicas y sociales que se alinean con divisiones religiosas, por la pretensa de ser defensores del país. Si puede añadir que hacen manipulación política de las identidades religiosas para ganar más poder.
Reconocer esta realidad es crucial para abordar los conflictos de manera efectiva y promover una paz duradera. También hay que apoyar y dar visibilidad a proyectos de convivencia como las escuelas y las obras sociales de la Iglesia, para demonstrar que las diferentes comunidades religiosas pueden coexistir y prosperar juntas cuando se abordan las verdaderas causas del conflicto.
Sobre los proyectos de convivencia entre distintas religiones:
Es importante destacar que, a pesar de los conflictos, existen numerosas iniciativas de diálogo interreligioso y tenemos en algunos de nuestros colegios una mayoría musulmana.
Estos esfuerzos buscan construir puentes de entendimiento y mostrar que la coexistencia pacífica es posible.
El problema, como se menciona, no son las religiones en sí mismas, sino los intereses económicos, políticos y geopolíticos que instrumentalizan las diferencias religiosas para sus propios fines. La clave está en fomentar una cultura de encuentro, diálogo y respeto mutuo, mientras se abordan las causas estructurales de los conflictos.
La presencia de la Orden en el Líbano es pequeña pero significativa. Tenéis proyectos pastorales y educativos muy interesantes. ¿Cómo se encuentran en estos momentos las comunidades carmelitanas?
La orden está presente en el Líbano desde el siglo diecisiete 1643. En el día de hoy tenemos 7 centros de los cuales 5 tenemos comunidades de frailes y otros dos en las manos de una administración laica.
Somos unos 25 frailes que trabajan en varios ámbitos, en las escuelas y sobre todo en la formación en la fe, centro de espiritualidad, grupos de jóvenes, casas de acogida y en los medios de comunicación. Tenemos un caso especial, el padre Michel Abboud que fue elegido por la asamblea de todos los Patriarcas y obispos católicos como presidente de Caritas Líbano, en este momento tan delicado del país.
En el momento actual, el desafío mayor que estamos enfrentando es mantener la esperanza en el futuro porque no se ve una salida. La mayoría de las comunidades tienen dificultades económicas para mantener sus obras y proyectos. En esta crisis algunos frailes tienen una sobrecarga de trabajo debido al aumento de las necesidades sociales.
No os escondo la preocupación por el futuro del país y de la presencia cristiana en la región. Pero como carmelitas descalzos en el Líbano, estamos haciendo un esfuerzo enorme por mantener la esperanza y ser un signo de unidad en medio de las divisiones.
Y a pesar de estos retos, seguramente continúan con su labor pastoral, educativo y social, adaptándose a las circunstancias y siendo un apoyo para la población.
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Líbano lleva algunos años inserto en una crisis económica que está bloqueando el país. ¿Cuándo surge esta crisis económica y cuáles fueron sus causas?
La crisis económica del Líbano tiene raíces profundas, pero se agudizó notablemente a partir de 2019. Algunas de las causas principales incluyen a nivel económico una deuda pública insostenible, un sistema bancario colapsado, la gente ha perdido todo lo que tenía en los bancos, una corrupción generalizada y mala gestión gubernamental, una dependencia excesiva de las importaciones y falta de producción local de una parte, y a nivel sociológico de otra parte, el impacto de la guerra en Siria y la afluencia de refugiados. Se puede añadir también que la pandemia de COVID-19 que exacerbó los problemas existentes.
La crisis ha llevado a una devaluación masiva de la moneda, por ejemplo, ¡un dólar fue 1500 liras libanesas y ahora está a 89.500 liras!, hiperinflación, desempleo elevado y un empobrecimiento generalizado de la población.
Muchas familias encuentran dificultades para cubrir necesidades básicas como alimentos, medicinas y electricidad.
LOM ha colaborado en el mantenimiento de las escuelas que tiene la Orden en el Líbano. Apostar por la educación es un proyecto de futuro. ¿Cuáles son las necesidades que tienen en estos momentos los colegios de la Orden?
La educación en el Líbano desde el siglo diecisiete esta confiada a la obra de los misionarios que abrieron escuelas para los jóvenes. Al día de hoy, aunque tenemos escuelas públicas la educación en el Líbano es privada. La gente paga. Las escuelas de la Orden en el Líbano probablemente encuentran varios desafíos debido a la crisis: El primer desafío está unido a las dificultades para pagar salarios dignos a los maestros, también a los problemas para mantener la infraestructura y los servicios básicos (electricidad, agua, internet). Se puede añadir la falta de recursos para materiales educativos y tecnología.
Medio Oriente está lleno de juventud que ve, en estas guerras y conflictos internos, pocas posibilidades para desarrollarse como personas y profesionales. Hablar de Medio Oriente es complejo, por las distintas realidades que conviven en el lugar. Lleváis años con grandes conflictos y tensiones. ¿Cómo estáis viviendo la guerra entre Israel y Palestina?
La guerra actual entre Israel y Hamas en Gaza aumenta la tensión en toda la región. Para el Líbano, esto implica una huida de la población del sur hacia el norte para alejarse de la zona de bombardeos y sobre todo porque hay una preocupación creciente por una posible extensión del conflicto hacia su frontera sur, donde opera Hezbollah.
De consecuencia hay muchos jóvenes que han dejado el país para buscarse un futuro mejor y esto unido al temor de las repercusiones económicas y de seguridad que podría tener una escalada regional del conflicto, y a la frustración por la continua inestabilidad en Medio Oriente que dificulta el desarrollo y la paz.
En las entrevistas siempre intento recordar que en vuestras realidades hay proyectos de convivencia entre distintas religiones y confesiones. El problema, en el fondo, no son las religiones, sino los intereses económicos y geopolíticos.
Tiene usted razón en resaltar ese punto, y es una perspectiva muy importante. Efectivamente, en el Líbano y en toda la región del Medio Oriente existen numerosos proyectos de convivencia entre distintas religiones y confesiones que a menudo no reciben la atención mediática que merecen. Estos esfuerzos son fundamentales y demuestran que la coexistencia pacífica no solo es posible, sino que ya es una realidad en muchos niveles de la sociedad.
Es el caso de nuestras instituciones especialmente las escuelas, hospitales, etc.
El Líbano, en particular, ha sido históricamente un ejemplo de convivencia multiconfesional, con su sistema político basado en el reparto de poder entre las diferentes comunidades religiosas. Aunque este sistema tiene sus desafíos, también ha permitido mantener un equilibrio delicado en una sociedad diversa.
Podemos dar algunos ejemplos de proyectos de convivencia pero el ejemplo más claro es la convivencia misma. En todas partes encuentras gente que vive juntas de varias religiones sobre todo en las ciudades sin ninguna dificultad. Su observación sobre que el problema de fondo no son las religiones, sino los intereses económicos y geopolíticos, es muy acertada.
Las tensiones religiosas son agravadas o incluso creadas por las luchas y control de recursos naturales, y por quien tiene más influencia regional entre potencias extranjeras. También las desigualdades económicas y sociales que se alinean con divisiones religiosas, por la pretensa de ser defensores del país. Si puede añadir que hacen manipulación política de las identidades religiosas para ganar más poder.
Reconocer esta realidad es crucial para abordar los conflictos de manera efectiva y promover una paz duradera. También hay que apoyar y dar visibilidad a proyectos de convivencia como las escuelas y las obras sociales de la Iglesia, para demonstrar que las diferentes comunidades religiosas pueden coexistir y prosperar juntas cuando se abordan las verdaderas causas del conflicto.
Sobre los proyectos de convivencia entre distintas religiones:
Es importante destacar que, a pesar de los conflictos, existen numerosas iniciativas de diálogo interreligioso y tenemos en algunos de nuestros colegios una mayoría musulmana.
Estos esfuerzos buscan construir puentes de entendimiento y mostrar que la coexistencia pacífica es posible.
El problema, como se menciona, no son las religiones en sí mismas, sino los intereses económicos, políticos y geopolíticos que instrumentalizan las diferencias religiosas para sus propios fines. La clave está en fomentar una cultura de encuentro, diálogo y respeto mutuo, mientras se abordan las causas estructurales de los conflictos.
La presencia de la Orden en el Líbano es pequeña pero significativa. Tenéis proyectos pastorales y educativos muy interesantes. ¿Cómo se encuentran en estos momentos las comunidades carmelitanas?
La orden está presente en el Líbano desde el siglo diecisiete 1643. En el día de hoy tenemos 7 centros de los cuales 5 tenemos comunidades de frailes y otros dos en las manos de una administración laica.
Somos unos 25 frailes que trabajan en varios ámbitos, en las escuelas y sobre todo en la formación en la fe, centro de espiritualidad, grupos de jóvenes, casas de acogida y en los medios de comunicación. Tenemos un caso especial, el padre Michel Abboud que fue elegido por la asamblea de todos los Patriarcas y obispos católicos como presidente de Caritas Líbano, en este momento tan delicado del país.
En el momento actual, el desafío mayor que estamos enfrentando es mantener la esperanza en el futuro porque no se ve una salida. La mayoría de las comunidades tienen dificultades económicas para mantener sus obras y proyectos. En esta crisis algunos frailes tienen una sobrecarga de trabajo debido al aumento de las necesidades sociales.
No os escondo la preocupación por el futuro del país y de la presencia cristiana en la región. Pero como carmelitas descalzos en el Líbano, estamos haciendo un esfuerzo enorme por mantener la esperanza y ser un signo de unidad en medio de las divisiones.
Y a pesar de estos retos, seguramente continúan con su labor pastoral, educativo y social, adaptándose a las circunstancias y siendo un apoyo para la población.