

Compartimos el caso de Medaly porque es una adolescente que desde muy niña participa de las actividades que realiza OSCAR DE PERÚ para todos los apadrinados.
Comenzó a recibir atención a través de las Salas de Estimulación Temprana que se ofrece para niños menores de 3 años y mientras crecía participó y sigue participando de espacios educativos y lúdicos como la biblioteca, ludoteca, danza, teatro, música y escuela de liderazgo.
Si bien, es una adolescente de 13 años, sabe con claridad diferenciar lo correcto de lo incorrecto.
En el Agustino, -lugar donde ella vive-, los problemas sociales como la violencia, el maltrato, el consumo de drogas, de alcohol, la delincuencia entre otras taras sociales son muy frecuentes y ponen en riesgo la vida de todos sus habitantes, y los hace más vulnerables. Medaly está creciendo en este entorno tan complejo, donde el cuidado y el su madre y su abuela han sido fundamentales para que sea una adolescente muy responsable y con metas, aspiraciones y sueños muy bien identificados.
La mamá de Medaly la acompaña de manera constante a todos los servicios que se ofrecen para los apadrinados. Así mismo, ella participa de manera comprometida en la «Escuela de Padres». Su madre esta separada, toda su familia sufrió mucho sobre todo Medaly porque no lograba comprender lo que pasaba y le afectó mucho el alejamiento de su papá.
Por aquel entonces, la familia ya participaba de las actividades que se realizan para los apadrinados y la atención y acompañamiento del servicio de psicología fue clave para que todos en su familia pudieran manejar la situación.
En todo este proceso, el apoyo de su madre y de su familia ha sido clave. Hoy, la mamá de Medaly, es una mujer empoderada que supo superar una ruptura de pareja muy dolorosa con dos niños pequeñas. No se rindió y además de trabajar, se hizo espacios para participar en los tallares que se ofrecían para los padres de familia de los apadrinados.
«Mi mamá es mi inspiración, siempre está con mi hermano y conmigo». Ella aprendió en OSCAR DE PERÚ a elaborar manualidades de todo tipo y junto a su «abuelita» las vende para mantener el hogar. (…) «por eso siempre digo, que el programa de apadrinamientos es una gran bendición porque hasta mi mamá y mi abuela aprendieron un oficio que hoy sirve para mantenernos». «Somos una familia pobre, pero muy unida. Aquí en El Agustino hay muchos problemas sociales. Mi madre y mi abuela se esfuerzan cada día para que mi hermano y yo sigamos creciendo con valores, por ello, desde muy niña me llevan a participar de todas las actividades que hace OSCAR DE PERÚ para todos los apadrinados» (Medaly).
Si bien, los apadrinados que forman parte del programa de «Hermanamientos Familiares», reciben apoyo material como alimentos y útiles escolares, también reciben formación educativa y de valores junto a sus familias. Este aporte del programa a los apadrinados y sus familias ha sido y es muy importante porque les está permitiendo mejorar sus conocimientos, desarrollar sus habilidades y destrezas, pero también crecer como familia. Hoy muchos niños, adolescentes y sus familias están mejorando su calidad de vida gracias al apoyo del programa de «Hermanamientos Familiares», apadrinamiento.
(…) «Aún con todos los problemas que hay por aquí, no perdemos las esperanzas que algún día todo será mejor. Mis hijos son mi motor para no rendirme y seguir luchando. El programa de apadrinamiento y todos los profesionales que educan a los apadrinados está logrando mejorar nuestras vidas» (Madre de Medaly).
La ubicación y el diseño de la instalación la convierten en un lugar ideal para que los formandos OCD profundicen en su vida espiritual. Rodeados de naturaleza, se anima a los novicios a cultivar un sentido de silencio y oración, cualidades esenciales para aquellos que ingresan a la orden carmelitana. El vasto terreno también ofrece oportunidades para el trabajo físico, la construcción de comunidad y momentos de soledad.
La misión continúa. Aunque la casa de noviciado es un hito importante, el trabajo de los Carmelitas Descalzos está lejos de terminar. La Orden sigue comprometida con su misión de difundir el Evangelio y formar futuros líderes religiosos. En Malaybalay, esta misión adquiere una dimensión profundamente espiritual y pastoral a medida que los frailes carmelitas descalzos continúan interactuando con las comunidades locales, ofreciendo orientación espiritual y apoyo.
La presencia de las Comunidades Eclesiales Básicas (BECs) en el área ha sido fundamental para fomentar vínculos más estrechos entre los Carmelitas y el pueblo. Estas pequeñas comunidades cristianas proporcionan un espacio para la participación laica y la acción social, ayudando a la Iglesia a mantenerse relevante en un mundo que cambia rápidamente.
Gratitud y Aspiraciones Futuras
La finalización de la casa de noviciado no habría sido posible sin el apoyo de innumerables benefactores, particularmente los donantes de La Obra Máxima. Su generosidad es un testimonio del compromiso de la Iglesia global con el fomento de vocaciones y el apoyo a los territorios de misión.
A medida que la casa de noviciado abre sus puertas a nuevos grupos de novicios, los Carmelitas Descalzos miran hacia el futuro con esperanza y gratitud. La instalación es más que solo un edificio; es un santuario donde los jóvenes discernirán su llamado a servir a Dios como sacerdotes y hermanos carmelitas.
Para la Provincia Filipina de los OCD, la casa de noviciado en Malaybalay no es solo un proyecto local, es una contribución a la Iglesia universal. Representa el creciente papel de la provincia en la Región de Asia Oriental-Oceanía y su compromiso con el fomento de vocaciones en territorios de misión.
Un Nuevo Capítulo en la Historia de los Carmelitas Descalzos
La historia de los Frailes Carmelitas Descalzos en Filipinas es una de perseverancia, fe y servicio. Gracias a los misioneros estadounidenses de la Provincia de Washington OCD y a los misioneros irlandeses de la Provincia Anglo-Irlandesa OCD que sacrificaron mucho para establecer la presencia carmelita aquí en Filipinas hace más de 50 años. La Orden se ha adaptado continuamente para satisfacer las necesidades de la Iglesia y del pueblo al que sirve. La nueva casa de noviciado en Malaybalay es el último capítulo de esta narrativa en curso, un capítulo lleno de promesas y potencial.
A medida que los primeros novicios crucen sus puertas en 2025, no solo estarán entrando en un edificio, sino también en una tradición de profunda espiritualidad, comunidad y servicio. Para los Carmelitas Descalzos, la misión sigue siendo clara: formar hombres que dedicarán sus vidas a Dios y a su pueblo.
La casa de noviciado se erige como un faro de esperanza, un recordatorio de que incluso en los rincones más rurales del mundo, la misión de la Iglesia sigue prosperando.
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Compartimos el caso de Medaly porque es una adolescente que desde muy niña participa de las actividades que realiza OSCAR DE PERÚ para todos los apadrinados.
Comenzó a recibir atención a través de las Salas de Estimulación Temprana que se ofrece para niños menores de 3 años y mientras crecía participó y sigue participando de espacios educativos y lúdicos como la biblioteca, ludoteca, danza, teatro, música y escuela de liderazgo.
Si bien, es una adolescente de 13 años, sabe con claridad diferenciar lo correcto de lo incorrecto.
En el Agustino, -lugar donde ella vive-, los problemas sociales como la violencia, el maltrato, el consumo de drogas, de alcohol, la delincuencia entre otras taras sociales son muy frecuentes y ponen en riesgo la vida de todos sus habitantes, y los hace más vulnerables. Medaly está creciendo en este entorno tan complejo, donde el cuidado y el su madre y su abuela han sido fundamentales para que sea una adolescente muy responsable y con metas, aspiraciones y sueños muy bien identificados.
La mamá de Medaly la acompaña de manera constante a todos los servicios que se ofrecen para los apadrinados. Así mismo, ella participa de manera comprometida en la «Escuela de Padres». Su madre esta separada, toda su familia sufrió mucho sobre todo Medaly porque no lograba comprender lo que pasaba y le afectó mucho el alejamiento de su papá.
Por aquel entonces, la familia ya participaba de las actividades que se realizan para los apadrinados y la atención y acompañamiento del servicio de psicología fue clave para que todos en su familia pudieran manejar la situación.
En todo este proceso, el apoyo de su madre y de su familia ha sido clave. Hoy, la mamá de Medaly, es una mujer empoderada que supo superar una ruptura de pareja muy dolorosa con dos niños pequeñas. No se rindió y además de trabajar, se hizo espacios para participar en los tallares que se ofrecían para los padres de familia de los apadrinados.
«Mi mamá es mi inspiración, siempre está con mi hermano y conmigo». Ella aprendió en OSCAR DE PERÚ a elaborar manualidades de todo tipo y junto a su «abuelita» las vende para mantener el hogar. (…) «por eso siempre digo, que el programa de apadrinamientos es una gran bendición porque hasta mi mamá y mi abuela aprendieron un oficio que hoy sirve para mantenernos». «Somos una familia pobre, pero muy unida. Aquí en El Agustino hay muchos problemas sociales. Mi madre y mi abuela se esfuerzan cada día para que mi hermano y yo sigamos creciendo con valores, por ello, desde muy niña me llevan a participar de todas las actividades que hace OSCAR DE PERÚ para todos los apadrinados» (Medaly).
Si bien, los apadrinados que forman parte del programa de «Hermanamientos Familiares», reciben apoyo material como alimentos y útiles escolares, también reciben formación educativa y de valores junto a sus familias. Este aporte del programa a los apadrinados y sus familias ha sido y es muy importante porque les está permitiendo mejorar sus conocimientos, desarrollar sus habilidades y destrezas, pero también crecer como familia. Hoy muchos niños, adolescentes y sus familias están mejorando su calidad de vida gracias al apoyo del programa de «Hermanamientos Familiares», apadrinamiento.
(…) «Aún con todos los problemas que hay por aquí, no perdemos las esperanzas que algún día todo será mejor. Mis hijos son mi motor para no rendirme y seguir luchando. El programa de apadrinamiento y todos los profesionales que educan a los apadrinados está logrando mejorar nuestras vidas» (Madre de Medaly).
La ubicación y el diseño de la instalación la convierten en un lugar ideal para que los formandos OCD profundicen en su vida espiritual. Rodeados de naturaleza, se anima a los novicios a cultivar un sentido de silencio y oración, cualidades esenciales para aquellos que ingresan a la orden carmelitana. El vasto terreno también ofrece oportunidades para el trabajo físico, la construcción de comunidad y momentos de soledad.
La misión continúa. Aunque la casa de noviciado es un hito importante, el trabajo de los Carmelitas Descalzos está lejos de terminar. La Orden sigue comprometida con su misión de difundir el Evangelio y formar futuros líderes religiosos. En Malaybalay, esta misión adquiere una dimensión profundamente espiritual y pastoral a medida que los frailes carmelitas descalzos continúan interactuando con las comunidades locales, ofreciendo orientación espiritual y apoyo.
La presencia de las Comunidades Eclesiales Básicas (BECs) en el área ha sido fundamental para fomentar vínculos más estrechos entre los Carmelitas y el pueblo. Estas pequeñas comunidades cristianas proporcionan un espacio para la participación laica y la acción social, ayudando a la Iglesia a mantenerse relevante en un mundo que cambia rápidamente.
Gratitud y Aspiraciones Futuras
La finalización de la casa de noviciado no habría sido posible sin el apoyo de innumerables benefactores, particularmente los donantes de La Obra Máxima. Su generosidad es un testimonio del compromiso de la Iglesia global con el fomento de vocaciones y el apoyo a los territorios de misión.
A medida que la casa de noviciado abre sus puertas a nuevos grupos de novicios, los Carmelitas Descalzos miran hacia el futuro con esperanza y gratitud. La instalación es más que solo un edificio; es un santuario donde los jóvenes discernirán su llamado a servir a Dios como sacerdotes y hermanos carmelitas.
Para la Provincia Filipina de los OCD, la casa de noviciado en Malaybalay no es solo un proyecto local, es una contribución a la Iglesia universal. Representa el creciente papel de la provincia en la Región de Asia Oriental-Oceanía y su compromiso con el fomento de vocaciones en territorios de misión.
Un Nuevo Capítulo en la Historia de los Carmelitas Descalzos
La historia de los Frailes Carmelitas Descalzos en Filipinas es una de perseverancia, fe y servicio. Gracias a los misioneros estadounidenses de la Provincia de Washington OCD y a los misioneros irlandeses de la Provincia Anglo-Irlandesa OCD que sacrificaron mucho para establecer la presencia carmelita aquí en Filipinas hace más de 50 años. La Orden se ha adaptado continuamente para satisfacer las necesidades de la Iglesia y del pueblo al que sirve. La nueva casa de noviciado en Malaybalay es el último capítulo de esta narrativa en curso, un capítulo lleno de promesas y potencial.
A medida que los primeros novicios crucen sus puertas en 2025, no solo estarán entrando en un edificio, sino también en una tradición de profunda espiritualidad, comunidad y servicio. Para los Carmelitas Descalzos, la misión sigue siendo clara: formar hombres que dedicarán sus vidas a Dios y a su pueblo.
La casa de noviciado se erige como un faro de esperanza, un recordatorio de que incluso en los rincones más rurales del mundo, la misión de la Iglesia sigue prosperando.