

Hasta ahora la crisis no hace más que crecer. Se puede comprobar en los fenómenos siguientes:
– La devaluación de la moneda nacional, hasta el punto de que el dólar USA, que antes valía 1500 liras libanesas, ahora vale 26.000 (nuestra moneda reducida a un valor 17 veces menor).
– Los libaneses, todos, perdieron prácticamente su dinero, que está en los bancos, pero que el gobierno y los bancos no lo devuelven. Lo mismo pasa con todas instituciones. Es una nueva pobreza.
– Los precios de todos los productos se han multiplicado por más de 20 veces, y siguen el creciente valor del dólar americano.
– El salario de base está todavía como antes: 750.000 liras libanesas (35 dólares).
– Algunas medicinas y productos necesarios para la salud y la vida faltan, o están a precios inaccesibles.
– Lo mismo pasa en lo que respecta a los hospitales. El seguro médico no funciona, el seguro social no existe. Las personas y familias que no tienen dinero están en riesgo de morir sin ninguna piedad.
La Educación y la Familia
Todo se encuentra en una situación difícil, pero seguramente las instituciones más débiles son las educativas y la familia. Por lo que atañe a la Iglesia, hay que decir qué si pierde las escuelas, perderá su fuerza pastoral y misionera, porque las universidades y los colegios cristianos ofrecen una educación fundamental en los valores de la paz y de la civilización del amor y promueven el encuentro entre jóvenes de todas las religiones y pueblos.
Estos colegios son privados, su economía la sostienen las familias. El gobierno no les brinda ninguna ayuda económica. La mayoría de las familias viven con el salario mensual. Salarios que han perdido su valor a causa de la devaluación de la moneda, sin que las familias puedan beneficiarse del dinero ahorrado, retenido en los bancos. Al mismo tiempo, los precios de los productos y la alimentación suben regularmente.
Prácticamente, la mayoría de estas familias son modestas y pobres, que necesitan ayuda para vivir. Muchos de sus miembros buscan trabajo fuera del país. La emigración crece rápidamente, y Líbano se vacía de su gente. Son precisamente los cristianos los que más emigran.
En esta situación, la gran mayoría de los jóvenes que estudian en las escuelas privadas no pueden pagar las tasas escolares. Los colegios, por tanto, carecen de entradas suficientes para remunerar a los profesores y al personal de servicio. La situación se vuelve dramática. El año 2020 se cerraron unos 40 colegios privados por causa de esta crisis.
Los colegios católicos del Líbano escolarizan a más de 200.000 alumnos, que representa el 22% del alumnado del país. Los colegios del Estado atienden a un 35%. En los años 2019-2021 los colegios católicos y, en general, la mayoría de los centros privados, no podían afrontar más que la mitad de la retribución de su personal. Esta situación crítica de debilidad afectó mucho a la moral del profesorado, y empezaron a buscar otro trabajo más productivo que les permitiera vivir.
Pero hemos podido resistir, hemos podido pagar a los profesores y cubrir las tasas de los alumnos, apoyando a las familias gracias a las ayudas recibidas de la Iglesia (del Papa Francisco, Ayuda a la Iglesia Necesitada, Oeuvre d’Orient) y de antiguos alumnos.
El nivel general de vida bajó de manera tremenda. Un silencio expresivo de desánimo y miedo se ha apoderado del alma de la gente.
Una misión de la Iglesia
La educación forma parte de la misión de la Iglesia, en concreto en nuestro país, como medio eficaz de evangelización y de humanización. La Iglesia quiere comunicar siempre los valores del Evangelio a las varias culturas y religiones de nuestro pueblo. Creemos que con la educación podemos contribuir a la construcción de la paz entre los grupos sociales y religiosos, y entre los diferentes pueblos.
Esta misión de la Iglesia es ahora muy particularmente necesaria en Oriente Medio. Y tenemos que responder a este reto. Primeramente, manteniendo y mostrando nuestra esperanza, que no debe desfallecer, y, a la vez, realizándola con nuestra entrega a las personas, familias y grupos. Ellos necesitan nuestra presencia pública como testimonio de las raíces evangélicas de nuestro pueblo.
Carmelitas Descalzos
En comunión con nuestra Iglesia local, queremos dar una respuesta de fidelidad, estando cerca de la gente y siguiendo adelante en nuestra misión. En Líbano somos cinco comunidades de hermanos carmelitas teresianos. Otra comunidad nuestra se encuentra en Haifa, Israel. La provincia libanesa vive en comunión y colaboración plena con la comunidad de las Carmelitas Descalzas de Alepo, Siria. Del mismo modo, en Líbano dos comunidades de Carmelitas Descalzas constituyen un reclamo de paz y de oración. Juntamente con la pastoral en nuestras iglesias y capillas, en dos casas se ofrece pastoral de espiritualidad, y algunas actividades culturales. Contamos con la fraternidad y la colaboración de cuatro comunidades del Carmelo Seglar.
Históricamente, y ahora, hemos cultivado, por motivos de misión, el campo de la educación de niños y jóvenes. Durante el año escolar 2021-2022 nuestros tres colegios acogen 2970 alumnos, de 1600 familias: Mejdlaya 1336; Trípoli 912; Kobajat 722. La mitad de estos alumnos no son católicos, pero las familias de proveniencia islámica quieren que sus hijos se eduquen en nuestros colegios, no sólo por el nivel educativo, sino también por los valores de amor, aceptación del otro, y otros valores, que la cultura cristiana ofrece a los niños. En estos tres colegios cooperan 142 profesores y educadores, capaces de transmitir el mensaje cristiano, y 64 trabajadores y empleados administrativos.
Para responder a las necesidades urgentes que resultaron de la crisis económica y social, más aún tras la explosión de Beirut en agosto de 2020, nuestra comunidad de la capital colabora en los objetivos de la ONG
Volunteers Together, cuyo cofundador fue un carmelita descalzo, y cuya sede se encuentra en la sede del arzobispo maronita de Beirut. Ofrecen a las familias ayuda en la alimentación, medicamentos, alquiler de las casas, exámenes médicos, estudios (ordenador, libros, tasas escolares), sobre todo a niños con indisposiciones que necesitan atención educativa especial. Tras la explosión del 2020 hemos ayudado a unas cincuenta familias en la reparación de sus casas.
El trabajo de Volunteers sigue adelante con la ayuda de muchos bienhechores locales y del extranjero. Sin embargo, para responder más directamente y con más eficacia a las urgencias de la educación en Líbano, hemos fundado una nueva ONG que se llama Asociación Cristiana para Desarrollo de la Educación y la Familia. Su segundo objetivo es el de ayudar a las familias cristianas que han perdido su dinero y sus rentas, para que no abandonen sus pueblos lejanos de la ciudad, y sobre todo no emigren fuera del país.
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Hasta ahora la crisis no hace más que crecer. Se puede comprobar en los fenómenos siguientes:
– La devaluación de la moneda nacional, hasta el punto de que el dólar USA, que antes valía 1500 liras libanesas, ahora vale 26.000 (nuestra moneda reducida a un valor 17 veces menor).
– Los libaneses, todos, perdieron prácticamente su dinero, que está en los bancos, pero que el gobierno y los bancos no lo devuelven. Lo mismo pasa con todas instituciones. Es una nueva pobreza.
– Los precios de todos los productos se han multiplicado por más de 20 veces, y siguen el creciente valor del dólar americano.
– El salario de base está todavía como antes: 750.000 liras libanesas (35 dólares).
– Algunas medicinas y productos necesarios para la salud y la vida faltan, o están a precios inaccesibles.
– Lo mismo pasa en lo que respecta a los hospitales. El seguro médico no funciona, el seguro social no existe. Las personas y familias que no tienen dinero están en riesgo de morir sin ninguna piedad.
La Educación y la Familia
Todo se encuentra en una situación difícil, pero seguramente las instituciones más débiles son las educativas y la familia. Por lo que atañe a la Iglesia, hay que decir qué si pierde las escuelas, perderá su fuerza pastoral y misionera, porque las universidades y los colegios cristianos ofrecen una educación fundamental en los valores de la paz y de la civilización del amor y promueven el encuentro entre jóvenes de todas las religiones y pueblos.
Estos colegios son privados, su economía la sostienen las familias. El gobierno no les brinda ninguna ayuda económica. La mayoría de las familias viven con el salario mensual. Salarios que han perdido su valor a causa de la devaluación de la moneda, sin que las familias puedan beneficiarse del dinero ahorrado, retenido en los bancos. Al mismo tiempo, los precios de los productos y la alimentación suben regularmente.
Prácticamente, la mayoría de estas familias son modestas y pobres, que necesitan ayuda para vivir. Muchos de sus miembros buscan trabajo fuera del país. La emigración crece rápidamente, y Líbano se vacía de su gente. Son precisamente los cristianos los que más emigran.
En esta situación, la gran mayoría de los jóvenes que estudian en las escuelas privadas no pueden pagar las tasas escolares. Los colegios, por tanto, carecen de entradas suficientes para remunerar a los profesores y al personal de servicio. La situación se vuelve dramática. El año 2020 se cerraron unos 40 colegios privados por causa de esta crisis.
Los colegios católicos del Líbano escolarizan a más de 200.000 alumnos, que representa el 22% del alumnado del país. Los colegios del Estado atienden a un 35%. En los años 2019-2021 los colegios católicos y, en general, la mayoría de los centros privados, no podían afrontar más que la mitad de la retribución de su personal. Esta situación crítica de debilidad afectó mucho a la moral del profesorado, y empezaron a buscar otro trabajo más productivo que les permitiera vivir.
Pero hemos podido resistir, hemos podido pagar a los profesores y cubrir las tasas de los alumnos, apoyando a las familias gracias a las ayudas recibidas de la Iglesia (del Papa Francisco, Ayuda a la Iglesia Necesitada, Oeuvre d’Orient) y de antiguos alumnos.
El nivel general de vida bajó de manera tremenda. Un silencio expresivo de desánimo y miedo se ha apoderado del alma de la gente.
Una misión de la Iglesia
La educación forma parte de la misión de la Iglesia, en concreto en nuestro país, como medio eficaz de evangelización y de humanización. La Iglesia quiere comunicar siempre los valores del Evangelio a las varias culturas y religiones de nuestro pueblo. Creemos que con la educación podemos contribuir a la construcción de la paz entre los grupos sociales y religiosos, y entre los diferentes pueblos.
Esta misión de la Iglesia es ahora muy particularmente necesaria en Oriente Medio. Y tenemos que responder a este reto. Primeramente, manteniendo y mostrando nuestra esperanza, que no debe desfallecer, y, a la vez, realizándola con nuestra entrega a las personas, familias y grupos. Ellos necesitan nuestra presencia pública como testimonio de las raíces evangélicas de nuestro pueblo.
Carmelitas Descalzos
En comunión con nuestra Iglesia local, queremos dar una respuesta de fidelidad, estando cerca de la gente y siguiendo adelante en nuestra misión. En Líbano somos cinco comunidades de hermanos carmelitas teresianos. Otra comunidad nuestra se encuentra en Haifa, Israel. La provincia libanesa vive en comunión y colaboración plena con la comunidad de las Carmelitas Descalzas de Alepo, Siria. Del mismo modo, en Líbano dos comunidades de Carmelitas Descalzas constituyen un reclamo de paz y de oración. Juntamente con la pastoral en nuestras iglesias y capillas, en dos casas se ofrece pastoral de espiritualidad, y algunas actividades culturales. Contamos con la fraternidad y la colaboración de cuatro comunidades del Carmelo Seglar.
Históricamente, y ahora, hemos cultivado, por motivos de misión, el campo de la educación de niños y jóvenes. Durante el año escolar 2021-2022 nuestros tres colegios acogen 2970 alumnos, de 1600 familias: Mejdlaya 1336; Trípoli 912; Kobajat 722. La mitad de estos alumnos no son católicos, pero las familias de proveniencia islámica quieren que sus hijos se eduquen en nuestros colegios, no sólo por el nivel educativo, sino también por los valores de amor, aceptación del otro, y otros valores, que la cultura cristiana ofrece a los niños. En estos tres colegios cooperan 142 profesores y educadores, capaces de transmitir el mensaje cristiano, y 64 trabajadores y empleados administrativos.
Para responder a las necesidades urgentes que resultaron de la crisis económica y social, más aún tras la explosión de Beirut en agosto de 2020, nuestra comunidad de la capital colabora en los objetivos de la ONG
Volunteers Together, cuyo cofundador fue un carmelita descalzo, y cuya sede se encuentra en la sede del arzobispo maronita de Beirut. Ofrecen a las familias ayuda en la alimentación, medicamentos, alquiler de las casas, exámenes médicos, estudios (ordenador, libros, tasas escolares), sobre todo a niños con indisposiciones que necesitan atención educativa especial. Tras la explosión del 2020 hemos ayudado a unas cincuenta familias en la reparación de sus casas.
El trabajo de Volunteers sigue adelante con la ayuda de muchos bienhechores locales y del extranjero. Sin embargo, para responder más directamente y con más eficacia a las urgencias de la educación en Líbano, hemos fundado una nueva ONG que se llama Asociación Cristiana para Desarrollo de la Educación y la Familia. Su segundo objetivo es el de ayudar a las familias cristianas que han perdido su dinero y sus rentas, para que no abandonen sus pueblos lejanos de la ciudad, y sobre todo no emigren fuera del país.