

Y ha sido ordenado Obispo, precisamente el 16 de julio, Solemnidad de la Virgen del Carmen, en la Catedral de Chimbote dedicada a la Virgen del Carmen.
En estas páginas de nuestra querida revista La Obra Máxima, queremos compartir esta alegría, pues el P. Ángel ha estado hasta ahora muy comprometido con la ONG «OSCAR DE PERÚ» que vosotros ya conocéis.
Mons. Ángel, ¿qué se siente uno al recibir una noticia de tal magnitud?
El Sr. Nuncio del Perú, me llamó a la Nunciatura, el día de la Madre, para darme esta noticia, fue un momento de sentimientos encontrados, por dejar una vida abrazada desde la niñez, y lanzarse a una aventura como pastor de una Diócesis. Lo primero fue un sentimiento de agradecimiento por que el Santo Padre se había fijado en mí, pero al mismo tiempo un decir sí a la Iglesia que tanto me ha dado, por amor a ella, por amor al Carmelo de quien tanto he recibido.
Decía P. Ángel, perdón Monseñor, uno no se acostumbra todavía, decía una «vida abrazada desde la niñez», a ¿qué se refiere?
Yo quiero agradecer al Carmelo, porque fue mi primer amor y siempre lo ha sido, conocí al Carmelo en mi Parroquia Santiago Apóstol del Cercado, desde pequeño, mis padres tenían mucha devoción a la virgen del Carmen y tenían mucho cariño a la parroquia, mis hermanos también, ellos participaron en la catequesis de la parroquia, yo un poco menos, allí me bautizaron, hice mi primera comunión, mi confirmación y mi Ordenación sacerdotal.
Entonces Monseñor, ¿Cuéntenos un poco su experiencia de Carmelita Descalzo?
Yo ingresé al postulantado en el año 1979, hice dos años de filosofía en la Parroquia San Juan de la Cruz, en Arequipa, me tocó ir al noviciado, la coyuntura política no me permitió hacer el noviciado en Ecuador, y lo hice en Argentina. Fue un noviciado internacional con jóvenes de varios países de América Latina, hice mi primera profesión el 14 de marzo de 1981.
Tras la profesión el Provincial de Navarra, a donde pertenecía el Perú, el P. Domingo Fernández de Mendiola, me propuso ir a Roma, pero yo le pedí que me dejara un tiempo más en Argentina, pero al final fui a Roma a estudiar teología, fue una experiencia de tres años, muy bella con la Iglesia, con el Carmelo universal, me llené mucho de amor a mi Iglesia Católica.
Tuve la oportunidad de conocer a muchos carmelitas descalzos, fue mi compañero el P. Juan Carlos Ayesta, que ahora está destinado a Larrea (Amorebieta), Benito Goya, Pedro Zubieta, Dámaso Zuazua… Fue una riqueza conocer a tantos religiosos que marcaron mi vida. Hice la Profesión Solemne y el Diaconado en Roma el año 1986.
¿Qué recuerda de esa experiencia?
Como le decía, fue un tiempo para conocer y amar más a la Iglesia Católica, a la Orden, el conocer el proceso de reflexión y profundización de nuestro carisma, fue clave para mi vida como Carmelita Descalzo.
¿Cómo se ha desempeñado como religioso carmelita en el Perú?
Después de mi ordenación en el año 1987, fui destinado a la Formación, primero en Arequipa, pero después también en Lima, durante 14 años, acompañando también la promoción vocacional. La Orden se fijó en mí y fui destinado a la Casa de Formación en Roma por tres años, teniendo también la oportunidad de sacar la licenciatura en espiritualidad. De nuevo una experiencia muy rica y bella el acompañar a religiosos jóvenes de todo el mundo.
Después el designio de Dios, hizo que mis hermanos me eligieran durante varios periodos como superior primero como Vicario y después como Comisario en el Perú, casi 15 años acompañando y guiando a mis hermanos, trabajando de la mano de la Iglesia, apostando por la consolidación de Carmelo en el Perú y la promoción de vocaciones.
Y Monseñor de cara a sus nuevas responsabilidades, ¿qué retos ve?
Veo que hay dos cosas fundamentales una de cara mi persona, hay un cambio de vida religiosa a una vida diocesana. Siento que puedo poner todo lo que soy para poder adaptarme, porque en el fondo lo fundamental de un religioso, y en este caso de un carmelita es adaptarse al tiempo y adaptarse a lo que Dios te pone, y me parece a mí que es importante una adaptación.
A nivel personal, siento los cambios y lo que vendrá, pero sí tengo un gran amor a Dios a nuestra Madre la Virgen del Carmen y al carisma, que nos prepara a esa dimensión misionera, a esa dimensión de servicio a la Iglesia y también de prestar esa dimensión espiritual.
A nivel de la comunidad, de la Iglesia, estamos viviendo un tiempo de cambio bastante fuerte, bastante grande y pienso que por ello urge una gran capacidad de adaptación, la Iglesia está cambiando, el mundo está cambiando y tenemos que dar una respuesta, es un reto el poder compartir y acercarnos.
¿Dónde están influyendo más esos cambios y cómo quiere trabajar en ellos?
Veo también la realidad de un mundo que va reduciéndose, por la natalidad y en el fondo las vocaciones se van reduciendo, que importante para mí sería en estos posibles doce o trece años de trabajo, de crecer y de meterme un poco en el tema de las vocaciones, la formación es otro elemento importante, que me parece, que es un reto en el que tenemos que meternos.
Ya muy cerca a su incorporación a la Diócesis, ¿cuál será su primera tarea?
Ahora a punto de ser ordenado obispo para mí lo fundamental será conocer esa realidad, tanto a nivel social, religioso y sacerdotal en la que me toca trabajar, pienso que el primer reto que tengo es adaptarme, escuchar y conocer para luego ofrecer lo que yo pueda dar en comunión.
Por último, el Papa Francisco está invitándonos a un repensar, remirar el sentido de iglesia y esa realidad de diálogo, de comunicación y cercanía. Todo somos Iglesia y pienso que estamos en esa línea importante de vivir y de actuar.
Unas últimas palabras.
Doy gracias a Dios por el camino de este año vivido, los caminos del Señor son tan diversos, desde ahí trato de leer su voluntad y dar lo mejor para la etapa que me toque vivir. Cuento con sus oraciones para que el Señor me ayude a pastorear las ovejas que me ha encomendado y me ayude a ser fiel a Jesús y a María.
Muchas gracias Monseñor Ángel, tiene una ardua tarea frente a usted, pero cuente con nuestras oraciones y sobre todo con el apoyo de sus hermanos Carmelitas Descalzos.
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Y ha sido ordenado Obispo, precisamente el 16 de julio, Solemnidad de la Virgen del Carmen, en la Catedral de Chimbote dedicada a la Virgen del Carmen.
En estas páginas de nuestra querida revista La Obra Máxima, queremos compartir esta alegría, pues el P. Ángel ha estado hasta ahora muy comprometido con la ONG «OSCAR DE PERÚ» que vosotros ya conocéis.
Mons. Ángel, ¿qué se siente uno al recibir una noticia de tal magnitud?
El Sr. Nuncio del Perú, me llamó a la Nunciatura, el día de la Madre, para darme esta noticia, fue un momento de sentimientos encontrados, por dejar una vida abrazada desde la niñez, y lanzarse a una aventura como pastor de una Diócesis. Lo primero fue un sentimiento de agradecimiento por que el Santo Padre se había fijado en mí, pero al mismo tiempo un decir sí a la Iglesia que tanto me ha dado, por amor a ella, por amor al Carmelo de quien tanto he recibido.
Decía P. Ángel, perdón Monseñor, uno no se acostumbra todavía, decía una «vida abrazada desde la niñez», a ¿qué se refiere?
Yo quiero agradecer al Carmelo, porque fue mi primer amor y siempre lo ha sido, conocí al Carmelo en mi Parroquia Santiago Apóstol del Cercado, desde pequeño, mis padres tenían mucha devoción a la virgen del Carmen y tenían mucho cariño a la parroquia, mis hermanos también, ellos participaron en la catequesis de la parroquia, yo un poco menos, allí me bautizaron, hice mi primera comunión, mi confirmación y mi Ordenación sacerdotal.
Entonces Monseñor, ¿Cuéntenos un poco su experiencia de Carmelita Descalzo?
Yo ingresé al postulantado en el año 1979, hice dos años de filosofía en la Parroquia San Juan de la Cruz, en Arequipa, me tocó ir al noviciado, la coyuntura política no me permitió hacer el noviciado en Ecuador, y lo hice en Argentina. Fue un noviciado internacional con jóvenes de varios países de América Latina, hice mi primera profesión el 14 de marzo de 1981.
Tras la profesión el Provincial de Navarra, a donde pertenecía el Perú, el P. Domingo Fernández de Mendiola, me propuso ir a Roma, pero yo le pedí que me dejara un tiempo más en Argentina, pero al final fui a Roma a estudiar teología, fue una experiencia de tres años, muy bella con la Iglesia, con el Carmelo universal, me llené mucho de amor a mi Iglesia Católica.
Tuve la oportunidad de conocer a muchos carmelitas descalzos, fue mi compañero el P. Juan Carlos Ayesta, que ahora está destinado a Larrea (Amorebieta), Benito Goya, Pedro Zubieta, Dámaso Zuazua… Fue una riqueza conocer a tantos religiosos que marcaron mi vida. Hice la Profesión Solemne y el Diaconado en Roma el año 1986.
¿Qué recuerda de esa experiencia?
Como le decía, fue un tiempo para conocer y amar más a la Iglesia Católica, a la Orden, el conocer el proceso de reflexión y profundización de nuestro carisma, fue clave para mi vida como Carmelita Descalzo.
¿Cómo se ha desempeñado como religioso carmelita en el Perú?
Después de mi ordenación en el año 1987, fui destinado a la Formación, primero en Arequipa, pero después también en Lima, durante 14 años, acompañando también la promoción vocacional. La Orden se fijó en mí y fui destinado a la Casa de Formación en Roma por tres años, teniendo también la oportunidad de sacar la licenciatura en espiritualidad. De nuevo una experiencia muy rica y bella el acompañar a religiosos jóvenes de todo el mundo.
Después el designio de Dios, hizo que mis hermanos me eligieran durante varios periodos como superior primero como Vicario y después como Comisario en el Perú, casi 15 años acompañando y guiando a mis hermanos, trabajando de la mano de la Iglesia, apostando por la consolidación de Carmelo en el Perú y la promoción de vocaciones.
Y Monseñor de cara a sus nuevas responsabilidades, ¿qué retos ve?
Veo que hay dos cosas fundamentales una de cara mi persona, hay un cambio de vida religiosa a una vida diocesana. Siento que puedo poner todo lo que soy para poder adaptarme, porque en el fondo lo fundamental de un religioso, y en este caso de un carmelita es adaptarse al tiempo y adaptarse a lo que Dios te pone, y me parece a mí que es importante una adaptación.
A nivel personal, siento los cambios y lo que vendrá, pero sí tengo un gran amor a Dios a nuestra Madre la Virgen del Carmen y al carisma, que nos prepara a esa dimensión misionera, a esa dimensión de servicio a la Iglesia y también de prestar esa dimensión espiritual.
A nivel de la comunidad, de la Iglesia, estamos viviendo un tiempo de cambio bastante fuerte, bastante grande y pienso que por ello urge una gran capacidad de adaptación, la Iglesia está cambiando, el mundo está cambiando y tenemos que dar una respuesta, es un reto el poder compartir y acercarnos.
¿Dónde están influyendo más esos cambios y cómo quiere trabajar en ellos?
Veo también la realidad de un mundo que va reduciéndose, por la natalidad y en el fondo las vocaciones se van reduciendo, que importante para mí sería en estos posibles doce o trece años de trabajo, de crecer y de meterme un poco en el tema de las vocaciones, la formación es otro elemento importante, que me parece, que es un reto en el que tenemos que meternos.
Ya muy cerca a su incorporación a la Diócesis, ¿cuál será su primera tarea?
Ahora a punto de ser ordenado obispo para mí lo fundamental será conocer esa realidad, tanto a nivel social, religioso y sacerdotal en la que me toca trabajar, pienso que el primer reto que tengo es adaptarme, escuchar y conocer para luego ofrecer lo que yo pueda dar en comunión.
Por último, el Papa Francisco está invitándonos a un repensar, remirar el sentido de iglesia y esa realidad de diálogo, de comunicación y cercanía. Todo somos Iglesia y pienso que estamos en esa línea importante de vivir y de actuar.
Unas últimas palabras.
Doy gracias a Dios por el camino de este año vivido, los caminos del Señor son tan diversos, desde ahí trato de leer su voluntad y dar lo mejor para la etapa que me toque vivir. Cuento con sus oraciones para que el Señor me ayude a pastorear las ovejas que me ha encomendado y me ayude a ser fiel a Jesús y a María.