

Como su nombre lo indica, estamos ante una casa cuya finalidad primordial es acoger a los jóvenes que llevan en sus entrañas una inquietud vocacional, es decir, una centella de amor que los ha llevado tras de Jesús con el propósito de encauzar la totalidad de sus vidas al seguimiento de Cristo.
Es, por lo tanto, una estructura física, pero más todavía una estructura humana que pretende abonar la semilla del Reino de Dios que ha sido depositada en los jóvenes vocacionados que tocan a las puertas de nuestra comunidad. De lo dicho se desprende que nos encontramos ante una especie de matriz, o si se nos permite, de un «vientre» donde se gestan los discípulos del Señor, los Carmelitas Descalzos para el servicio de Dios en el servicio a su pueblo amado.
«La mies es abundante y los obreros pocos» (cf. Mt 9,37), son palabras que no dejan de resonar e inquietar nuestros corazones.
Urge acoger y acompañar, como también dotar de herramientas y recursos humanos, bíblicos, y carmelitanos a los futuros «obreros» del Señor.
Es entonces la mencionada casa de formación, a saber, el Postulantado Santa Teresa de Jesús, una morada para aquellos hombres que en medio de sus legítimas inquietudes han tocado el corazón de Dios a través de los Carmelitas Descalzos en el Ecuador.
Nuestro afán no es otro que no sea alimentar y privilegiar la unión con Cristo y con su Reino, la familiaridad con el «Maestro» y su evangelio, el profundo encuentro con Cristo que pueda desatar una gran «amistad» con el Señor para la construcción de su Reino en el mundo. También nosotros, unidos a la sabia experiencia de Santa Teresa de Jesús, nuestra madre en el Carmelo, queremos hacer de la casa del Postulantado un escenario teológico, es decir, morada donde se genere la mostración del Señor, y en virtud de ello provocar el deseo de «ser amigos fuertes de Dios» para el servicio desinteresado a los hombres y mujeres nuestros hermanos con quienes compartimos gozos y sufrimientos que tejen nuestra historia y nuestra «casa común».
Los discípulos de Cristo somos hombres y mujeres en continúo proceso de formación y transformación; es decir estamos «construyéndonos» ininterrumpidamente. Creemos en la Gracia transformante de Dios que forma en el rostro de sus discípulos la misma imagen de Cristo. A partir de lo que acabamos de enunciar, conviene subrayar uno
de los objetivos irreductibles que atraviesa toda la dinámica de nuestra casa de formación Santa Teresa de Jesús: Formar en los jóvenes vocacionados los mismos sentimientos de Cristo.
Las palabras del Apóstol San Pablo no dejan de ser un manantial límpido e inspirador: «revístanse de los mismos sentimientos de Cristo» (cf. Flp 2,5), de modo que los futuros Carmelitas Descalzos puedan ser en el mundo un rostro vivo de Cristo, la extensión del Hijo de Dios a través del amor y de las buenas obras.
Bregamos por una formación integral, es decir donde se potencien armónicamente las distintas dimensiones del hombre, del joven que inicia entre nosotros su camino de seguimiento a Cristo en aras de una consagración radical a su Persona y su Proyecto Vital, a saber, el Proyecto del Reino. Con el ánimo de cristalizar este objetivo, nuestros hermanos vocacionados están llamados a cultivar el corazón, pero también el intelecto, es decir, a llenarse de sentimientos cristianos, pero también a «dar razones de su fe» por medio de sus estudios académicos.
De la mano de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz, pretendemos despertar en nuestros jóvenes la «sed de Dios», la imperiosa necesidad de permanecer unidos a Cristo, de manera análoga a la forma como permanecen vinculados «la vid y los sarmientos»; pero a la par, queremos propiciar la imperiosa necesidad de trabajar denodadamente en la construcción del Reino de Dios dentro del mundo. Relación con Dios, Relación con el prójimo, y relación consigo mismo son los grandes ideales que movilizan la dinámica interna de la casa de formación Santa Teresa de Jesús en Quito-Ecuador.
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Como su nombre lo indica, estamos ante una casa cuya finalidad primordial es acoger a los jóvenes que llevan en sus entrañas una inquietud vocacional, es decir, una centella de amor que los ha llevado tras de Jesús con el propósito de encauzar la totalidad de sus vidas al seguimiento de Cristo.
Es, por lo tanto, una estructura física, pero más todavía una estructura humana que pretende abonar la semilla del Reino de Dios que ha sido depositada en los jóvenes vocacionados que tocan a las puertas de nuestra comunidad. De lo dicho se desprende que nos encontramos ante una especie de matriz, o si se nos permite, de un «vientre» donde se gestan los discípulos del Señor, los Carmelitas Descalzos para el servicio de Dios en el servicio a su pueblo amado.
«La mies es abundante y los obreros pocos» (cf. Mt 9,37), son palabras que no dejan de resonar e inquietar nuestros corazones.
Urge acoger y acompañar, como también dotar de herramientas y recursos humanos, bíblicos, y carmelitanos a los futuros «obreros» del Señor.
Es entonces la mencionada casa de formación, a saber, el Postulantado Santa Teresa de Jesús, una morada para aquellos hombres que en medio de sus legítimas inquietudes han tocado el corazón de Dios a través de los Carmelitas Descalzos en el Ecuador.
Nuestro afán no es otro que no sea alimentar y privilegiar la unión con Cristo y con su Reino, la familiaridad con el «Maestro» y su evangelio, el profundo encuentro con Cristo que pueda desatar una gran «amistad» con el Señor para la construcción de su Reino en el mundo. También nosotros, unidos a la sabia experiencia de Santa Teresa de Jesús, nuestra madre en el Carmelo, queremos hacer de la casa del Postulantado un escenario teológico, es decir, morada donde se genere la mostración del Señor, y en virtud de ello provocar el deseo de «ser amigos fuertes de Dios» para el servicio desinteresado a los hombres y mujeres nuestros hermanos con quienes compartimos gozos y sufrimientos que tejen nuestra historia y nuestra «casa común».
Los discípulos de Cristo somos hombres y mujeres en continúo proceso de formación y transformación; es decir estamos «construyéndonos» ininterrumpidamente. Creemos en la Gracia transformante de Dios que forma en el rostro de sus discípulos la misma imagen de Cristo. A partir de lo que acabamos de enunciar, conviene subrayar uno
de los objetivos irreductibles que atraviesa toda la dinámica de nuestra casa de formación Santa Teresa de Jesús: Formar en los jóvenes vocacionados los mismos sentimientos de Cristo.
Las palabras del Apóstol San Pablo no dejan de ser un manantial límpido e inspirador: «revístanse de los mismos sentimientos de Cristo» (cf. Flp 2,5), de modo que los futuros Carmelitas Descalzos puedan ser en el mundo un rostro vivo de Cristo, la extensión del Hijo de Dios a través del amor y de las buenas obras.
Bregamos por una formación integral, es decir donde se potencien armónicamente las distintas dimensiones del hombre, del joven que inicia entre nosotros su camino de seguimiento a Cristo en aras de una consagración radical a su Persona y su Proyecto Vital, a saber, el Proyecto del Reino. Con el ánimo de cristalizar este objetivo, nuestros hermanos vocacionados están llamados a cultivar el corazón, pero también el intelecto, es decir, a llenarse de sentimientos cristianos, pero también a «dar razones de su fe» por medio de sus estudios académicos.
De la mano de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz, pretendemos despertar en nuestros jóvenes la «sed de Dios», la imperiosa necesidad de permanecer unidos a Cristo, de manera análoga a la forma como permanecen vinculados «la vid y los sarmientos»; pero a la par, queremos propiciar la imperiosa necesidad de trabajar denodadamente en la construcción del Reino de Dios dentro del mundo. Relación con Dios, Relación con el prójimo, y relación consigo mismo son los grandes ideales que movilizan la dinámica interna de la casa de formación Santa Teresa de Jesús en Quito-Ecuador.