

Se nos fue sin avisar, Jesús María uno de los últimos misioneros de la Provincia Carmelitana de san Joaquín de Navarra; toda una figura reconocida, con una vida gastada y entregada en tierras americanas de Guatemala.
Recibíamos sus restos mortales en la noche del 12 de enero, en Panajachel lugar donde quiso descansar nuestro hermano de corazón Navarro y misionero de pro que se identificó con este pueblo indígena de Sololá.
Toda una vida entregada a esta gente buena y sencilla que amaba y llevaba en lo más profundo de su corazón; entregó su vida al servicio de esta diócesis como otros tantos hermanos nuestros que dejaron sus huellas al pasar por aquí haciendo el bien y llevando la alegría y el Amor del Evangelio, y Jesús quiso descansar en esta tierra que le hizo crecer en su ministerio Sacerdotal, Misionero y Carmelitano.
La gente de este bello lugar le recibía con amor y reconocimiento por tanta buena labor que realizó. Estuvimos velando sus restos hasta media noche. Autoridades de Panajachel con sus trajes típicos, incienso y veladoras encendidas que recorrían todo el rojo pasillo alfombrado de la Iglesia histórica de Panajachel; le recibíamos con respecto, veneración y cariño. La muerte trabaja para recrear la vida.
La que llamamos muerte es en realidad un tránsito a la vida Eterna. Uno deja el cuerpo que le fue tan útil para caminar en esta etapa terrena y misionera y ahora vuela con su espíritu, que es lo que pasa con el sueño de cada noche.
Estamos para siempre, por eso tenemos que empezar a llevarnos bien con la vida porque la muerte es una puerta a la vida eterna.
Hay una comunidad indígena en Guatemala, descendientes de los Mayas, que cuando se despiden en la noche, no dicen «voy a dormir», sino que dicen «voy a ensayar la muerte». Tal vez la vida es lo que va de la mañana a la noche… Todo está aquí y ahora. Nuestro Hermano mayor Jesús, decía:
En la mañana del jueves 13 de enero a las 9h, se celebró la primera Eucaristía de despedida-funeral-acción de Gracias por la vida de Chus, fue presidida por el Provincial de Centroamérica, P. Luis Martínez, acompañado por seis Carmelitas Descalzos; predicó el P. Cirilo Santamaría con una homilía ungida y muy acertada, dejó hablar al Espíritu y al Corazón. Después de la celebración hubo un almuerzo fraterno, compartido, muy bello y enriquecedor.
A las 14h tuvimos otra Eucaristía de despedida presidida por Monseñor Domingo Buezo Leiva, Obispo de Sololá, quien había sido de niño alumno de Jesús. En esta ceremonia se acercaron también varios sacerdotes de la diócesis y sacerdotes amigos íntimos venidos de la capital, nos reunimos unos 16 sacerdotes que dimos una despedida solemne como merecía nuestro querido hermano, también en esta ocasión el P. Cirilo Santamaría en la homilía tuvo palabras proféticas. Después de la Eucaristía llevamos el ataúd a hombros, en procesión y con orgullo, a los jardines adjuntos a la Iglesia, donde fue enterrado el cuerpo del P. Chus.
Su cuerpo descansa junto a la Iglesia donde tantas veces predicó y presidió la santa Cena del Señor. Descanse en paz este gran misionero y amigo que dio testimonio hasta el final de su vida. La vida es aquí y ahora. El ayer ya fue. El mañana nunca llega. «Somos hijos del amor, por lo tanto, nacemos para la felicidad».
Desaparecería de nuestro vocabulario la palabra miseria y la palabra soledad cobraría otra dimensión. «La noche sosegada en par de los levantes de la aurora, la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora».
Gracias a ella, nos conocemos, sin ella no sabríamos quienes somos en realidad. Sobre todo, nos admiraba su claridad, con la que asumía su tarea misionera. Cuanto nos ha enriquecido, enseñado y que legado tan importante nos ha dejado.
Dios le tenga en su Corazón.
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Se nos fue sin avisar, Jesús María uno de los últimos misioneros de la Provincia Carmelitana de san Joaquín de Navarra; toda una figura reconocida, con una vida gastada y entregada en tierras americanas de Guatemala.
Recibíamos sus restos mortales en la noche del 12 de enero, en Panajachel lugar donde quiso descansar nuestro hermano de corazón Navarro y misionero de pro que se identificó con este pueblo indígena de Sololá.
Toda una vida entregada a esta gente buena y sencilla que amaba y llevaba en lo más profundo de su corazón; entregó su vida al servicio de esta diócesis como otros tantos hermanos nuestros que dejaron sus huellas al pasar por aquí haciendo el bien y llevando la alegría y el Amor del Evangelio, y Jesús quiso descansar en esta tierra que le hizo crecer en su ministerio Sacerdotal, Misionero y Carmelitano.
La gente de este bello lugar le recibía con amor y reconocimiento por tanta buena labor que realizó. Estuvimos velando sus restos hasta media noche. Autoridades de Panajachel con sus trajes típicos, incienso y veladoras encendidas que recorrían todo el rojo pasillo alfombrado de la Iglesia histórica de Panajachel; le recibíamos con respecto, veneración y cariño. La muerte trabaja para recrear la vida.
La que llamamos muerte es en realidad un tránsito a la vida Eterna. Uno deja el cuerpo que le fue tan útil para caminar en esta etapa terrena y misionera y ahora vuela con su espíritu, que es lo que pasa con el sueño de cada noche.
Estamos para siempre, por eso tenemos que empezar a llevarnos bien con la vida porque la muerte es una puerta a la vida eterna.
Hay una comunidad indígena en Guatemala, descendientes de los Mayas, que cuando se despiden en la noche, no dicen «voy a dormir», sino que dicen «voy a ensayar la muerte». Tal vez la vida es lo que va de la mañana a la noche… Todo está aquí y ahora. Nuestro Hermano mayor Jesús, decía:
En la mañana del jueves 13 de enero a las 9h, se celebró la primera Eucaristía de despedida-funeral-acción de Gracias por la vida de Chus, fue presidida por el Provincial de Centroamérica, P. Luis Martínez, acompañado por seis Carmelitas Descalzos; predicó el P. Cirilo Santamaría con una homilía ungida y muy acertada, dejó hablar al Espíritu y al Corazón. Después de la celebración hubo un almuerzo fraterno, compartido, muy bello y enriquecedor.
A las 14h tuvimos otra Eucaristía de despedida presidida por Monseñor Domingo Buezo Leiva, Obispo de Sololá, quien había sido de niño alumno de Jesús. En esta ceremonia se acercaron también varios sacerdotes de la diócesis y sacerdotes amigos íntimos venidos de la capital, nos reunimos unos 16 sacerdotes que dimos una despedida solemne como merecía nuestro querido hermano, también en esta ocasión el P. Cirilo Santamaría en la homilía tuvo palabras proféticas. Después de la Eucaristía llevamos el ataúd a hombros, en procesión y con orgullo, a los jardines adjuntos a la Iglesia, donde fue enterrado el cuerpo del P. Chus.
Su cuerpo descansa junto a la Iglesia donde tantas veces predicó y presidió la santa Cena del Señor. Descanse en paz este gran misionero y amigo que dio testimonio hasta el final de su vida. La vida es aquí y ahora. El ayer ya fue. El mañana nunca llega. «Somos hijos del amor, por lo tanto, nacemos para la felicidad».
Desaparecería de nuestro vocabulario la palabra miseria y la palabra soledad cobraría otra dimensión. «La noche sosegada en par de los levantes de la aurora, la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora».
Gracias a ella, nos conocemos, sin ella no sabríamos quienes somos en realidad. Sobre todo, nos admiraba su claridad, con la que asumía su tarea misionera. Cuanto nos ha enriquecido, enseñado y que legado tan importante nos ha dejado.
Dios le tenga en su Corazón.