

También ser conscientes de la historia pasada que no respetó ni valoró la espiritualidad de los pueblos indígenas. Por ello, del texto leído, destaco los siguientes pensamientos que es fruto de una reflexión que hoy más que nunca debe ser conocida y divulgada para todos, los mismos indígenas y los agentes de pastoral que venimos de otra cultura.
La espiritualidad es energía, esencia y acción, es parte fundamental de la vida familiar y comunitaria, es la que da vida a la materia, a los seres humanos, animales, plantas, minerales, de aquí la relación profunda con el cosmos, donde se interrelacionan las fuerzas energéticas de los seres que habitamos esta tierra.
Los pueblos originarios eran nómadas, caminantes en búsqueda de la «Tierra-sin-Mal» su proceso histórico los llevó a una integración de «Hombre y Naturaleza», su ser y quehacer estaba centrado en la madre tierra. En el contacto con la totalidad de Vida fueron descubriendo la presencia del padre creador, buscando la manera de relacionarse con Él, el medio propicio para este encuentro eran los árboles, ríos, flores, animales y seres míticos; la naturaleza los llevó a relacionarse entre sí, para encontrar respuestas a sus interrogantes.
La Espiritualidad establece normas de vivencia, de sentido comunitario, de convivir en fraternidad: respeto a la persona y a la palabra dada, trabajar en minga, compartir la cacería y pesca, ser festivos, sentirse dueños del tiempo y utilizarlo con libertad.
Es así que el propósito fundamental de la espiritualidad es la búsqueda del equilibrio-armonía con nosotros mismos, con los demás y con el cosmos.
De igual manera, es la fuerza que está en la persona y en el colectivo, lo motiva, promueve el pensamiento, la razón de existir, así como la forma de entender las realidades diversas que hoy día han surgido.
La espiritualidad para los pueblos originarios siempre fue, es y será la relación armoniosa y directa entre la persona y la divinidad trascendente.
La divinidad trascendente es la totalidad de la energía cósmica conocida por los ancestros como Pacha Kamak; cuando se habla de la totalidad se refiere a la unión de todas las energías del universo, fenómeno inexplicable para la mente humana y la razón occidental, pero muy sensible y expresiva a nivel del corazón y sentimiento que para el dogma occidental es conocido como fe. Históricamente, la espiritualidad fue vivida en la relación con la naturaleza a través de «un respeto profundo a las montañas, a los ríos, las lagunas, los animales, el sol, la luna, las estrellas…» Los mismos indígenas que conocen y viven esta espiritualidad deben transmitir toda esta sabiduría, que acabo de resumir del texto leído, a los niños y jóvenes, para mantenerla viva.
¿Qué podemos hacer para proteger la espiritualidad de los pueblos originarios?
Nuestra práctica misionera debe tener claro este objetivo: «Fortalecer la espiritualidad de los pueblos originarios valorando sus cosmovisiones y prácticas culturales que revitalicen la búsqueda del Buen-Vivir, la búsqueda de la Tierra-sin-mal».
Reconocer con humildad, que los misioneros sin conocer la espiritualidad de los diferentes pueblos, realizaron una evangelización centrada en los sacramentos, en los rezos, en doctrina, no se promovió el encuentro con el Dios de la vida. Esta manera de pensar y obrar, ahora es inadmisible, porque no se puede evangelizar sin conocer, valorar y respetar la espiritualidad de las culturas indígenas.
Ahora, más que nunca, es indispensable propiciar espacios de reflexión sobre las culturas, su espiritualidad, sus luchas… por esta razón, los pueblos indígenas deben encontrar en el camino de la espiritualidad la energía para seguir resistiendo a todos los proyectos de exterminio, genocidio, etnocidio.
Una propuesta para reflexionar continuamente en las comunidades indígenas con servidores, dirigentes, agentes de pastoral:
1. ¿Qué expresiones de la espiritualidad propia se practican en tu comunidad?
2. ¿Qué prácticas de espiritualidad ya no se practican en tu comunidad? ¿Por qué?
3. ¿Somos conscientes de las consecuencias que se han dado a la madre tierra por la pérdida de la espiritualidad?
4. ¿Qué opinas de esta afirmación?: «Sin tierra no existe espiritualidad»
No se trata de hablar tanto de ideas, sino, sobre todo, de las motivaciones que surgen de la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo. Porque no será posible comprometerse en cosas grandes sólo con doctrinas sin una mística que nos anime, sin «unos móviles interiores que impulsan, motivan, alientan y dan sentido a la acción personal y comunitaria» [ LS 151].
Tenemos que reconocer que no siempre los cristianos hemos recogido y desarrollado las riquezas que Dios ha dado a la Iglesia, donde la espiritualidad no está desconectada del propio cuerpo ni de la naturaleza o de las realidades de este mundo, sino que se vive con ellas y en ellas, en comunión con todo lo que nos rodea. (LS 216).
La ecología integral se basa en el reconocimiento de la relacionalidad como categoría humana fundamental. Ello significa que nos desarrollamos como seres humanos en base a nuestras relaciones con nosotros mismos, con los demás, con la sociedad, en general, con la naturaleza/ambiente, y con Dios (Cf. Instrumentum laboris, 47).
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También ser conscientes de la historia pasada que no respetó ni valoró la espiritualidad de los pueblos indígenas. Por ello, del texto leído, destaco los siguientes pensamientos que es fruto de una reflexión que hoy más que nunca debe ser conocida y divulgada para todos, los mismos indígenas y los agentes de pastoral que venimos de otra cultura.
La espiritualidad es energía, esencia y acción, es parte fundamental de la vida familiar y comunitaria, es la que da vida a la materia, a los seres humanos, animales, plantas, minerales, de aquí la relación profunda con el cosmos, donde se interrelacionan las fuerzas energéticas de los seres que habitamos esta tierra.
Los pueblos originarios eran nómadas, caminantes en búsqueda de la «Tierra-sin-Mal» su proceso histórico los llevó a una integración de «Hombre y Naturaleza», su ser y quehacer estaba centrado en la madre tierra. En el contacto con la totalidad de Vida fueron descubriendo la presencia del padre creador, buscando la manera de relacionarse con Él, el medio propicio para este encuentro eran los árboles, ríos, flores, animales y seres míticos; la naturaleza los llevó a relacionarse entre sí, para encontrar respuestas a sus interrogantes.
La Espiritualidad establece normas de vivencia, de sentido comunitario, de convivir en fraternidad: respeto a la persona y a la palabra dada, trabajar en minga, compartir la cacería y pesca, ser festivos, sentirse dueños del tiempo y utilizarlo con libertad.
Es así que el propósito fundamental de la espiritualidad es la búsqueda del equilibrio-armonía con nosotros mismos, con los demás y con el cosmos.
De igual manera, es la fuerza que está en la persona y en el colectivo, lo motiva, promueve el pensamiento, la razón de existir, así como la forma de entender las realidades diversas que hoy día han surgido.
La espiritualidad para los pueblos originarios siempre fue, es y será la relación armoniosa y directa entre la persona y la divinidad trascendente.
La divinidad trascendente es la totalidad de la energía cósmica conocida por los ancestros como Pacha Kamak; cuando se habla de la totalidad se refiere a la unión de todas las energías del universo, fenómeno inexplicable para la mente humana y la razón occidental, pero muy sensible y expresiva a nivel del corazón y sentimiento que para el dogma occidental es conocido como fe. Históricamente, la espiritualidad fue vivida en la relación con la naturaleza a través de «un respeto profundo a las montañas, a los ríos, las lagunas, los animales, el sol, la luna, las estrellas…» Los mismos indígenas que conocen y viven esta espiritualidad deben transmitir toda esta sabiduría, que acabo de resumir del texto leído, a los niños y jóvenes, para mantenerla viva.
¿Qué podemos hacer para proteger la espiritualidad de los pueblos originarios?
Nuestra práctica misionera debe tener claro este objetivo: «Fortalecer la espiritualidad de los pueblos originarios valorando sus cosmovisiones y prácticas culturales que revitalicen la búsqueda del Buen-Vivir, la búsqueda de la Tierra-sin-mal».
Reconocer con humildad, que los misioneros sin conocer la espiritualidad de los diferentes pueblos, realizaron una evangelización centrada en los sacramentos, en los rezos, en doctrina, no se promovió el encuentro con el Dios de la vida. Esta manera de pensar y obrar, ahora es inadmisible, porque no se puede evangelizar sin conocer, valorar y respetar la espiritualidad de las culturas indígenas.
Ahora, más que nunca, es indispensable propiciar espacios de reflexión sobre las culturas, su espiritualidad, sus luchas… por esta razón, los pueblos indígenas deben encontrar en el camino de la espiritualidad la energía para seguir resistiendo a todos los proyectos de exterminio, genocidio, etnocidio.
Una propuesta para reflexionar continuamente en las comunidades indígenas con servidores, dirigentes, agentes de pastoral:
1. ¿Qué expresiones de la espiritualidad propia se practican en tu comunidad?
2. ¿Qué prácticas de espiritualidad ya no se practican en tu comunidad? ¿Por qué?
3. ¿Somos conscientes de las consecuencias que se han dado a la madre tierra por la pérdida de la espiritualidad?
4. ¿Qué opinas de esta afirmación?: «Sin tierra no existe espiritualidad»
No se trata de hablar tanto de ideas, sino, sobre todo, de las motivaciones que surgen de la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo. Porque no será posible comprometerse en cosas grandes sólo con doctrinas sin una mística que nos anime, sin «unos móviles interiores que impulsan, motivan, alientan y dan sentido a la acción personal y comunitaria» [ LS 151].
Tenemos que reconocer que no siempre los cristianos hemos recogido y desarrollado las riquezas que Dios ha dado a la Iglesia, donde la espiritualidad no está desconectada del propio cuerpo ni de la naturaleza o de las realidades de este mundo, sino que se vive con ellas y en ellas, en comunión con todo lo que nos rodea. (LS 216).
La ecología integral se basa en el reconocimiento de la relacionalidad como categoría humana fundamental. Ello significa que nos desarrollamos como seres humanos en base a nuestras relaciones con nosotros mismos, con los demás, con la sociedad, en general, con la naturaleza/ambiente, y con Dios (Cf. Instrumentum laboris, 47).