

Creo que una de las cosas que pasa en nuestra sociedad interconectada, es que muchas veces dependemos del impacto mediático para acercarnos a las realidades de nuestros hermanos que están pasando más dificultades.
Pero cuando pasa este impacto hay la tentación de voltear la vista ante situaciones que demandan nuestra solidaridad y nuestra perseverancia en el camino hacia un mundo más justo y fraterno, porque si dejamos de perseverar en ese camino la agenda de los chacales seguirá progresando.
Creo que esta es una de las tentaciones que se viven ante la realidad de nuestro país, llegar a una forma de normalización de lo anormal, conformándose con algunos pocos espacios de libertad en la gran cárcel que se va convirtiendo un país secuestrado. Algunos espacios de libertades económicas, algunos espacios en la atención de los servicios básicos, algunas concesiones en los ámbitos políticos, pero al final son solo algunos pocos espacios, que sirven para tapar el drama silencioso de tantas familias sumidas en la más absurda pobreza que haya vivido un país con tantos recursos naturales y humanos como lo ha sido Venezuela.
Y nuestra lista de personas a ayudar crece sin poder hacer nada para revertir la tendencia. Escuché a un profeta decir no nos conformemos con las ayudas humanitarias, busquemos revertir las causas, salgamos a las calles para que todo cambie. Y aunque eso ya se ha hecho con la respuesta de muertos y una represión desmedida, y ahora se buscan caminos de negociación más realistas, aun con todo, la verdad sigue siendo esta.
La gran mayoría del pueblo, sin distingo de color político, está pasando mucha necesidad. La verdad es esta: somos un país abusado, expuesto a todos los factores de riesgos para todo tipo de situaciones de abusos: Desde los abusos de los cuerpos de seguridad y grupos irregulares, los abusos en la explotación social y sexual de sus migrantes, en las trochas fronterizas sin ley, en los niños abandonados a la tutela del familiar disponible de turno con todos los peligros del abandono, en las mamás que dejan que sus hijos e hijas sean abusadas o se prostituyan para poder procurarse recursos económicos para subsistir. Las llagas de Cristo, de nuevo crucificado en este adolorido pueblo.
¿Todo está mal? No. Hay mucha gente haciendo el bien, y tratando de hacer bien las cosas, y buscando de echar «pa´lante» como se dice por estos lados. Empresarios y servidores públicos que hacen las cosas con gran generosidad sin buscar principalmente beneficios económicos. Otros, qué aunque lo hacen bien, si se están aprovechando honestamente de cierta holgura económica que ha dado una moderada libertad cambiaria. Y otros, por lo general relacionados con el poder, que viven sin escrúpulos entre lujos y excesos los dineros mal habidos.
Complejo panorama social
de un pueblo fragmentado, que camina sin rumbo.
Honestamente estamos muy agradecidos por el trabajo que han hecho muchas personas e organizaciones, son vecinos a los que conocemos, queremos mucho y servimos de múltiples maneras, y a las que agradecemos inmensamente todo lo que hacen. El problema del gobierno es hacerse dueño de la vida social de las comunidades y ganarse indulgencia (ojalá sean sólo indulgencias) con escapulario ajeno. Porque ha habido tradición de organización comunitaria en casi todo el país. Pero la que se está impulsando ahora, capitaliza esas fuerzas, y la ponen bajo un «régimen obediencial» a los lineamientos políticos del gobierno central. Es decir, la democratización del poder popular es por contrapartida la des-democratización de la voluntad popular.
Bueno, alguna de estas cosas locas son las que pasan por estos rincones de la humanidad. Ante esta situación, no perdemos nunca la esperanza en Dios y en el pueblo fiel que camina con la esperanza de que, un día, la situación pueda mejorar al menos un poco.
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Creo que una de las cosas que pasa en nuestra sociedad interconectada, es que muchas veces dependemos del impacto mediático para acercarnos a las realidades de nuestros hermanos que están pasando más dificultades.
Pero cuando pasa este impacto hay la tentación de voltear la vista ante situaciones que demandan nuestra solidaridad y nuestra perseverancia en el camino hacia un mundo más justo y fraterno, porque si dejamos de perseverar en ese camino la agenda de los chacales seguirá progresando.
Creo que esta es una de las tentaciones que se viven ante la realidad de nuestro país, llegar a una forma de normalización de lo anormal, conformándose con algunos pocos espacios de libertad en la gran cárcel que se va convirtiendo un país secuestrado. Algunos espacios de libertades económicas, algunos espacios en la atención de los servicios básicos, algunas concesiones en los ámbitos políticos, pero al final son solo algunos pocos espacios, que sirven para tapar el drama silencioso de tantas familias sumidas en la más absurda pobreza que haya vivido un país con tantos recursos naturales y humanos como lo ha sido Venezuela.
Y nuestra lista de personas a ayudar crece sin poder hacer nada para revertir la tendencia. Escuché a un profeta decir no nos conformemos con las ayudas humanitarias, busquemos revertir las causas, salgamos a las calles para que todo cambie. Y aunque eso ya se ha hecho con la respuesta de muertos y una represión desmedida, y ahora se buscan caminos de negociación más realistas, aun con todo, la verdad sigue siendo esta.
La gran mayoría del pueblo, sin distingo de color político, está pasando mucha necesidad. La verdad es esta: somos un país abusado, expuesto a todos los factores de riesgos para todo tipo de situaciones de abusos: Desde los abusos de los cuerpos de seguridad y grupos irregulares, los abusos en la explotación social y sexual de sus migrantes, en las trochas fronterizas sin ley, en los niños abandonados a la tutela del familiar disponible de turno con todos los peligros del abandono, en las mamás que dejan que sus hijos e hijas sean abusadas o se prostituyan para poder procurarse recursos económicos para subsistir. Las llagas de Cristo, de nuevo crucificado en este adolorido pueblo.
¿Todo está mal? No. Hay mucha gente haciendo el bien, y tratando de hacer bien las cosas, y buscando de echar «pa´lante» como se dice por estos lados. Empresarios y servidores públicos que hacen las cosas con gran generosidad sin buscar principalmente beneficios económicos. Otros, qué aunque lo hacen bien, si se están aprovechando honestamente de cierta holgura económica que ha dado una moderada libertad cambiaria. Y otros, por lo general relacionados con el poder, que viven sin escrúpulos entre lujos y excesos los dineros mal habidos.
Complejo panorama social
de un pueblo fragmentado, que camina sin rumbo.
Honestamente estamos muy agradecidos por el trabajo que han hecho muchas personas e organizaciones, son vecinos a los que conocemos, queremos mucho y servimos de múltiples maneras, y a las que agradecemos inmensamente todo lo que hacen. El problema del gobierno es hacerse dueño de la vida social de las comunidades y ganarse indulgencia (ojalá sean sólo indulgencias) con escapulario ajeno. Porque ha habido tradición de organización comunitaria en casi todo el país. Pero la que se está impulsando ahora, capitaliza esas fuerzas, y la ponen bajo un «régimen obediencial» a los lineamientos políticos del gobierno central. Es decir, la democratización del poder popular es por contrapartida la des-democratización de la voluntad popular.
Bueno, alguna de estas cosas locas son las que pasan por estos rincones de la humanidad. Ante esta situación, no perdemos nunca la esperanza en Dios y en el pueblo fiel que camina con la esperanza de que, un día, la situación pueda mejorar al menos un poco.