

Desde el año 2003 hemos venido construyendo espiritual y materialmente este espacio de vida en el Señor y de trabajo en comunión con nuestros pobres.
Este es un pequeño Carmelo inserto en la vida cotidiana de la gente, donde procuramos vivir el estilo de vida carmelitano que hemos recibido en herencia de nuestra santa Madre Teresa de Jesús, lugar donde se privilegia el trato de amor e intimidad con el Señor y el servicio a los más desvalidos y necesitados.
Como carmelitas descalzos, somos una comunidad mariana que, en torno a la Virgen del Carmen, en su nueva advocación de Nuestra Señora de las Ciudades de Dios, construimos una familia de hermanos dedicados a la oración, a la vida fraterna y al servicio de los pobres, teniendo como pilares de vida tres principios fundamentales: orar, amar y servir. Las palabras de la santa Madre Teresa de Jesús resuenan de manera existencial en nuestra vida y procuramos hacerlas realidad entre nosotros: «Aquí todas han de ser amigas, todas se han de amar, todas se han de querer, todas se han de ayudar» (C 4,7).
Nos inspiramos en la vida de la Sagrada Familia de Nazaret y en las primeras carmelitas de San José de Ávila, para tratar de revivir esos orígenes apostólicos y carismáticos, actualizándolos hoy en nuestro entorno y haciendo de ellos nuestro estilo propio de vida diaria.
El buen Padre san José es nuestro compañero de vida y modelo de santidad cotidiana. A él lo sentimos muy cercano cada día y vemos con asombro y gratitud cómo cuida de nosotros, proveyéndonos de todo lo necesario para nuestra subsistencia espiritual y material.
En esta Ciudad de Dios convivimos seis comunidades diferentes, cinco comunidades religiosas y una laical, al igual que un grupo de cincuenta abuelitos pobres y varias familias necesitadas. Atendemos, además, a noventa niños de la región, en edades comprendidas entre cero y cinco años de edad.
En la Ciudad de Dios de Villa de Leyva se viven la mística y la profecía en una sola realidad, en la que se conjugan oración y acción, vida con el Señor hecha vida de amor y servicio a los hermanos. En este lugar muchos encuentran el ideal de sus vidas, ya que todo transcurre con naturalidad, gozo y esperanza, centrado en Dios y ocupados todos en servir en los hermanos.
Desde aquí han brotado varios retoños que se han convertido en otras Ciudades de Dios, difuminadas por todo el país, y también una en nuestro país hermano de Venezuela.
Para atender espiritual y materialmente a las diferentes Ciudades de Dios, han nacido, en esta Ciudad de Dios de Villa de Leyva, cinco comunidades: la de Hermanos Carmelitas de san José, la de Hermanas Carmelitas de Nazaret, la Comunidad de Carmelitas Laicos de san José, la Comunidad de Familias Carmelitanas de san José y los Diáconos Carmelitas de san José. Son cinco ramas, nacidas del mismo tronco, que buscan atender a las múltiples necesidades de las Ciudades de Dios, ubicadas generalmente en tierras de misión.
En marzo del año pasado, en medio de la pandemia que azota a la humanidad, nació una nueva Ciudad de Dios en el corazón de la Amazonía Colombiana: la Ciudad de Dios San José del Guaviare. Es un territorio de misión adonde fuimos llamados por el obispo de la Diócesis, para ayudarle en el camino de evangelización y defensa de la vida humana.
Ya se encuentran tres de las Hermanas Carmelitas de Nazaret viviendo en medio de esta realidad desafiante y apasionante, que tiene muchos matices y posibilidades, muchos frentes de trabajo. Las hermanas asumirán, siempre desde la oración y la fraternidad, un trabajo con las madres que quieren abortar y con sus hijos rescatados de la muerte; una labor con jóvenes infractores, y un acompañamiento a niños indígenas de varias etnias, que dejan sus resguardos y se van a la ciudad, donde, por falta de orientación y apoyo, terminan sumidos en la delincuencia, drogadicción y prostitución.
Algo nuevo está naciendo y nosotros somos testigos de ese acontecer de Dios, desde el Carmelo nuevo que va germinando y creciendo entre los más pobres.
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Desde el año 2003 hemos venido construyendo espiritual y materialmente este espacio de vida en el Señor y de trabajo en comunión con nuestros pobres.
Este es un pequeño Carmelo inserto en la vida cotidiana de la gente, donde procuramos vivir el estilo de vida carmelitano que hemos recibido en herencia de nuestra santa Madre Teresa de Jesús, lugar donde se privilegia el trato de amor e intimidad con el Señor y el servicio a los más desvalidos y necesitados.
Como carmelitas descalzos, somos una comunidad mariana que, en torno a la Virgen del Carmen, en su nueva advocación de Nuestra Señora de las Ciudades de Dios, construimos una familia de hermanos dedicados a la oración, a la vida fraterna y al servicio de los pobres, teniendo como pilares de vida tres principios fundamentales: orar, amar y servir. Las palabras de la santa Madre Teresa de Jesús resuenan de manera existencial en nuestra vida y procuramos hacerlas realidad entre nosotros: «Aquí todas han de ser amigas, todas se han de amar, todas se han de querer, todas se han de ayudar» (C 4,7).
Nos inspiramos en la vida de la Sagrada Familia de Nazaret y en las primeras carmelitas de San José de Ávila, para tratar de revivir esos orígenes apostólicos y carismáticos, actualizándolos hoy en nuestro entorno y haciendo de ellos nuestro estilo propio de vida diaria.
El buen Padre san José es nuestro compañero de vida y modelo de santidad cotidiana. A él lo sentimos muy cercano cada día y vemos con asombro y gratitud cómo cuida de nosotros, proveyéndonos de todo lo necesario para nuestra subsistencia espiritual y material.
En esta Ciudad de Dios convivimos seis comunidades diferentes, cinco comunidades religiosas y una laical, al igual que un grupo de cincuenta abuelitos pobres y varias familias necesitadas. Atendemos, además, a noventa niños de la región, en edades comprendidas entre cero y cinco años de edad.
En la Ciudad de Dios de Villa de Leyva se viven la mística y la profecía en una sola realidad, en la que se conjugan oración y acción, vida con el Señor hecha vida de amor y servicio a los hermanos. En este lugar muchos encuentran el ideal de sus vidas, ya que todo transcurre con naturalidad, gozo y esperanza, centrado en Dios y ocupados todos en servir en los hermanos.
Desde aquí han brotado varios retoños que se han convertido en otras Ciudades de Dios, difuminadas por todo el país, y también una en nuestro país hermano de Venezuela.
Para atender espiritual y materialmente a las diferentes Ciudades de Dios, han nacido, en esta Ciudad de Dios de Villa de Leyva, cinco comunidades: la de Hermanos Carmelitas de san José, la de Hermanas Carmelitas de Nazaret, la Comunidad de Carmelitas Laicos de san José, la Comunidad de Familias Carmelitanas de san José y los Diáconos Carmelitas de san José. Son cinco ramas, nacidas del mismo tronco, que buscan atender a las múltiples necesidades de las Ciudades de Dios, ubicadas generalmente en tierras de misión.
En marzo del año pasado, en medio de la pandemia que azota a la humanidad, nació una nueva Ciudad de Dios en el corazón de la Amazonía Colombiana: la Ciudad de Dios San José del Guaviare. Es un territorio de misión adonde fuimos llamados por el obispo de la Diócesis, para ayudarle en el camino de evangelización y defensa de la vida humana.
Ya se encuentran tres de las Hermanas Carmelitas de Nazaret viviendo en medio de esta realidad desafiante y apasionante, que tiene muchos matices y posibilidades, muchos frentes de trabajo. Las hermanas asumirán, siempre desde la oración y la fraternidad, un trabajo con las madres que quieren abortar y con sus hijos rescatados de la muerte; una labor con jóvenes infractores, y un acompañamiento a niños indígenas de varias etnias, que dejan sus resguardos y se van a la ciudad, donde, por falta de orientación y apoyo, terminan sumidos en la delincuencia, drogadicción y prostitución.
Algo nuevo está naciendo y nosotros somos testigos de ese acontecer de Dios, desde el Carmelo nuevo que va germinando y creciendo entre los más pobres.