

Estoy en Guatemala y aquí he compartido los sueños y realidades misioneras con muchos compañeros. Y la Obra Máxima como revista ha estado presente, tomando nota de estas comunidades, de algunas actividades, queriendo dar la palaba a los pobres y diciéndonos a todos: Hay otro mundo.
Voy a presentar unos breves cuadros de lo vivido, o acentos de esta larga trayectoria misionera. Son recortes de la historia misionera en algunos Departamentos y en la ciudad capital. Constituyen unas claves de Misión y no se trata de una crónica misionera.
Centros de misión y formación
Sololá, población maya kakchiquel, fue uno de los campos preferentes de la misión en Guatemala. Todo el Departamento estuvo encargado a los religiosos carmelitas descalzos de la provincia de Navarra. Las comunidades cristianas, hoy pujantes, fueron naciendo poco a poco y construyendo sus centros de formación y capillas, formándose humana y cristianamente.
Muchas veces las páginas de la revista recogieron testimonios y experiencias misioneras entre los indígenas. Hoy es Iglesia Particular con clero propio y abundante, fruto de aquellos primeros misioneros de hace más de 50 años. La misma experiencia se realizó en Peten de 1990 al 2005. Una inmensa área, de selva en colonización con aldeas aisladas y heterogéneas, donde muchos llegaban buscando tierra. Realidad social muy violenta y conflictiva. La ayuda para la formación de líderes laicos fue uno de los apoyos más eficientes para atender a las comunidades visitadas muy ocasionalmente por algún sacerdote. El resultado es hoy palpable en la participación laical y animación de las comunidades.
El trabajo pastoral de visitas y formación de las comunidades rurales fue completado con la construcción de una escuela para los indígenas a quienes se les negaba la asistencia a la escuela oficial, pública. Después de casi 500 años de la conquista tuvieron la oportunidad de ir a la escuela y aprender a leer y escribir.
Años después, a finales del siglo pasado, cuatro colegios en pueblos acompañados por los padres son hoy orgullo de dichas comunidades. Ya los jóvenes pueden cursar carreras medias y prepararse para acceder a la universidad.
A la orilla de la carretera que va hacia el occidente en una pequeña explanada a la altura del km 136, en el año 1962, uno de los sacerdotes tuvo la iniciativa de reorganizar la Aldea de Argueta con la cooperación de la toda su Comunidad. Inició el establecimiento de dos Cooperativas, una de Agricultura y vivienda y otra de Ahorro y Crédito. Ambas han tenido un éxito muy importante en la región occidental de Guatemala. El apellido del sacerdote carmelita descalzo figura en el Registro de propiedad de la Finca Matriz, y en años recientes ha sido agregado al título del nuevo poblado que se estableció en la Finca adquirida y distribuida en lotes familiares.
La obra más visible con la que cierran la presencia en Sololá fue primero el derribo de la catedral y la posterior construcción de una Catedral nueva, un monumento majestuoso en medio del pueblo. En esta larga y productiva historia, muy integral pastoralmente, la Obra Máxima como misión y apoyo ha estado presente.
Ministerialidad laical
Una experiencia nueva y de futuro truncado por el neoclericalismo: La ministerialidad laical. Dos departamentos nacidos de la migración interna y en formación fueron otras dos áreas de presencia y misión Carmelitana: Izabal y Peten. Ambos muy extensos y en desarrollo de comunidades buscando tierra, al ser desalojados de sus tierras por los finqueros para la producción del latifundio de azúcar y algodón, problema estructural del país. Religiosamente eran áreas con pocos agentes de pastoral y abandonadas.
Conocimos la experiencia de los Delegados de la Palabra y animadores de la fe en Honduras y a partir de esa experiencia se priorizó la formación laical. Todos los meses había talleres de formación de los Delegados de la Palabra quienes acompañan a las comunidades y animaban la evangelización. Gracias a estos laicos nacieron las comunidades cristianas, y las multiplicaron en torno a la lectura y profundización la Palabra. La palabra de Dios era su carnet de identidad, en frase de un teólogo de las Comunidades de base. Esta experiencia muy rica, comunitaria y social se coronó con el martirio de numerosos laicos y de algunos sacerdotes.
En Izabal el año pasado se celebró solemnemente la beatificación de un Franciscano Italiano, P. Tulio Maruzzo, y de Obdulio Arroyo, laico que gastó la vida en la animación de las comunidades. Lamentablemente esta experiencia, hoy ha sido recuperado por el Sínodo Pan-Amazónico, en esos años quedó detenido. Sumado a este trabajo fue la formación de promotores de salud, promotores agrícolas, monitores de alfabetización, en esas regiones. Una proyección social amplia y comprometida sobre todo después de la firma de la paz en 1986, después de 36 años de conflicto interno.
Compromiso social en la ciudad
En el año 1960 los misioneros Carmelitas Descalzos asumieron la responsabilidad de una comunidad periférica en la Ciudad de Guatemala con dos pequeñas capillas de adobe. Hoy es una parroquia amplia y bien estructurada con tres Iglesias y centros parroquiales de servicio en cada zona.
El crecimiento desordenado de la ciudad después del terremoto de 1976, ha convertido la zona en un barro popular, área social baja donde desde siempre las necesidades y el grito del pobre se han hecho oír y, en cierto modo han sido escuchadas. Y esa fue y sigue siendo la causa del servicio y compromiso social.
Voy a enumerar, muy brevemente, las acciones y programa sociales que se realizan actualmente y son producto de un desarrollo desde hace muchos años. Son expresión de la vocación a la misión y que algunas de esas acciones ocuparon páginas en La Obra Máxima. Más aún La Obra Máxima contribuyó a levantar esas obras.
* Treinta años atrás uno de los sacerdotes, preocupado por la necesidad alimenticia de los niños promovió y comenzó de manera muy sencilla en la zona más marginal de la parroquia un comedor infantil al que le dio el nombre de «la multiplicación de los panes» como signo de lo que quería ser una expresión de la solidaridad comunitaria. Hoy dicho comedor sigue abierto con más de 100 niños a los que diariamente se les proporciona el almuerzo – comida. Muchos llegan en ayunas.
* Igualmente ante la carencia de servicios de salud cercanos y públicos abre una clínica social para atender las primeras necesidades –urgencias- en dicho campo.
Estas iniciativas artesanales y pequeñas semillas en su inicio fueron gérmenes de las distintas acciones sociales que actualmente promueve y sostiene la comunidad parroquial como parte de su acción evangelizadora y misionera. Es la comunidad parroquial el sujeto y responsable de la evangelización y la misión. Y es la misma comunidad parroquial la que sostiene el mantenimiento de las mismas.
Es el milagro de la solidaridad. Las pequeñas instalaciones de aquellos inicios, realizadas con ayuda de La Obra Máxima se han convertido en estructuras más sólidas, siempre sencillas y dignas desde la que se realizan varias actividades, se atienden las personas más necesitadas del barrio y los asentamientos vecinos, y se ha convertido en un espacio vital para muchas personas. A estos dos programas iniciales, debemos añadir hoy una guardería infantil, la ampliación de las clínicas, un programa de soya con la producción y distribución de leche, panqueques, dona, queso, programa de capacitación y defensa de la mujer, etc…
Estas acciones pastorales han convertido el lugar anexo a la Iglesia de la zona, por una parte, en un servicio social necesario, por otra en una presencia eclesial en el barrio a través de «hechos concretos» y al mismo tiempo quieren ser un pequeño esfuerzo para el desarrollo y superación de las familias y de la comunidad. Quizás sin muchas pretensiones ni premeditación ha sido y quiere ofrecer un modo de ser iglesia en el barrio y en la historia.
¿Sueños pendientes?
Hay un sector de la población super vulnerable: Los preadolescentes. Un dato que es iluminador: el 35% de los niños que terminan primaria, no tienen otro futuro que la calle, la delincuencia, y las niñas madres ¿Qué hacer? Estamos pensando y promoviendo una «escuela de artes y oficios» que les ofrezca medios para salir adelante. Tenemos avanzados algunos diseños, técnicos y académicos… Son nuevas etapas y procesos nacidos de la fuente origina: LA MISIÓN, donde La Obra Máxima ha tenido un papel decisivo material, formativo e informativo. Gracias, de corazón y a seguir trabajando por el Reino.
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Estoy en Guatemala y aquí he compartido los sueños y realidades misioneras con muchos compañeros. Y la Obra Máxima como revista ha estado presente, tomando nota de estas comunidades, de algunas actividades, queriendo dar la palaba a los pobres y diciéndonos a todos: Hay otro mundo.
Voy a presentar unos breves cuadros de lo vivido, o acentos de esta larga trayectoria misionera. Son recortes de la historia misionera en algunos Departamentos y en la ciudad capital. Constituyen unas claves de Misión y no se trata de una crónica misionera.
Centros de misión y formación
Sololá, población maya kakchiquel, fue uno de los campos preferentes de la misión en Guatemala. Todo el Departamento estuvo encargado a los religiosos carmelitas descalzos de la provincia de Navarra. Las comunidades cristianas, hoy pujantes, fueron naciendo poco a poco y construyendo sus centros de formación y capillas, formándose humana y cristianamente.
Muchas veces las páginas de la revista recogieron testimonios y experiencias misioneras entre los indígenas. Hoy es Iglesia Particular con clero propio y abundante, fruto de aquellos primeros misioneros de hace más de 50 años. La misma experiencia se realizó en Peten de 1990 al 2005. Una inmensa área, de selva en colonización con aldeas aisladas y heterogéneas, donde muchos llegaban buscando tierra. Realidad social muy violenta y conflictiva. La ayuda para la formación de líderes laicos fue uno de los apoyos más eficientes para atender a las comunidades visitadas muy ocasionalmente por algún sacerdote. El resultado es hoy palpable en la participación laical y animación de las comunidades.
El trabajo pastoral de visitas y formación de las comunidades rurales fue completado con la construcción de una escuela para los indígenas a quienes se les negaba la asistencia a la escuela oficial, pública. Después de casi 500 años de la conquista tuvieron la oportunidad de ir a la escuela y aprender a leer y escribir.
Años después, a finales del siglo pasado, cuatro colegios en pueblos acompañados por los padres son hoy orgullo de dichas comunidades. Ya los jóvenes pueden cursar carreras medias y prepararse para acceder a la universidad.
A la orilla de la carretera que va hacia el occidente en una pequeña explanada a la altura del km 136, en el año 1962, uno de los sacerdotes tuvo la iniciativa de reorganizar la Aldea de Argueta con la cooperación de la toda su Comunidad. Inició el establecimiento de dos Cooperativas, una de Agricultura y vivienda y otra de Ahorro y Crédito. Ambas han tenido un éxito muy importante en la región occidental de Guatemala. El apellido del sacerdote carmelita descalzo figura en el Registro de propiedad de la Finca Matriz, y en años recientes ha sido agregado al título del nuevo poblado que se estableció en la Finca adquirida y distribuida en lotes familiares.
La obra más visible con la que cierran la presencia en Sololá fue primero el derribo de la catedral y la posterior construcción de una Catedral nueva, un monumento majestuoso en medio del pueblo. En esta larga y productiva historia, muy integral pastoralmente, la Obra Máxima como misión y apoyo ha estado presente.
Ministerialidad laical
Una experiencia nueva y de futuro truncado por el neoclericalismo: La ministerialidad laical. Dos departamentos nacidos de la migración interna y en formación fueron otras dos áreas de presencia y misión Carmelitana: Izabal y Peten. Ambos muy extensos y en desarrollo de comunidades buscando tierra, al ser desalojados de sus tierras por los finqueros para la producción del latifundio de azúcar y algodón, problema estructural del país. Religiosamente eran áreas con pocos agentes de pastoral y abandonadas.
Conocimos la experiencia de los Delegados de la Palabra y animadores de la fe en Honduras y a partir de esa experiencia se priorizó la formación laical. Todos los meses había talleres de formación de los Delegados de la Palabra quienes acompañan a las comunidades y animaban la evangelización. Gracias a estos laicos nacieron las comunidades cristianas, y las multiplicaron en torno a la lectura y profundización la Palabra. La palabra de Dios era su carnet de identidad, en frase de un teólogo de las Comunidades de base. Esta experiencia muy rica, comunitaria y social se coronó con el martirio de numerosos laicos y de algunos sacerdotes.
En Izabal el año pasado se celebró solemnemente la beatificación de un Franciscano Italiano, P. Tulio Maruzzo, y de Obdulio Arroyo, laico que gastó la vida en la animación de las comunidades. Lamentablemente esta experiencia, hoy ha sido recuperado por el Sínodo Pan-Amazónico, en esos años quedó detenido. Sumado a este trabajo fue la formación de promotores de salud, promotores agrícolas, monitores de alfabetización, en esas regiones. Una proyección social amplia y comprometida sobre todo después de la firma de la paz en 1986, después de 36 años de conflicto interno.
Compromiso social en la ciudad
En el año 1960 los misioneros Carmelitas Descalzos asumieron la responsabilidad de una comunidad periférica en la Ciudad de Guatemala con dos pequeñas capillas de adobe. Hoy es una parroquia amplia y bien estructurada con tres Iglesias y centros parroquiales de servicio en cada zona.
El crecimiento desordenado de la ciudad después del terremoto de 1976, ha convertido la zona en un barro popular, área social baja donde desde siempre las necesidades y el grito del pobre se han hecho oír y, en cierto modo han sido escuchadas. Y esa fue y sigue siendo la causa del servicio y compromiso social.
Voy a enumerar, muy brevemente, las acciones y programa sociales que se realizan actualmente y son producto de un desarrollo desde hace muchos años. Son expresión de la vocación a la misión y que algunas de esas acciones ocuparon páginas en La Obra Máxima. Más aún La Obra Máxima contribuyó a levantar esas obras.
* Treinta años atrás uno de los sacerdotes, preocupado por la necesidad alimenticia de los niños promovió y comenzó de manera muy sencilla en la zona más marginal de la parroquia un comedor infantil al que le dio el nombre de «la multiplicación de los panes» como signo de lo que quería ser una expresión de la solidaridad comunitaria. Hoy dicho comedor sigue abierto con más de 100 niños a los que diariamente se les proporciona el almuerzo – comida. Muchos llegan en ayunas.
* Igualmente ante la carencia de servicios de salud cercanos y públicos abre una clínica social para atender las primeras necesidades –urgencias- en dicho campo.
Estas iniciativas artesanales y pequeñas semillas en su inicio fueron gérmenes de las distintas acciones sociales que actualmente promueve y sostiene la comunidad parroquial como parte de su acción evangelizadora y misionera. Es la comunidad parroquial el sujeto y responsable de la evangelización y la misión. Y es la misma comunidad parroquial la que sostiene el mantenimiento de las mismas.
Es el milagro de la solidaridad. Las pequeñas instalaciones de aquellos inicios, realizadas con ayuda de La Obra Máxima se han convertido en estructuras más sólidas, siempre sencillas y dignas desde la que se realizan varias actividades, se atienden las personas más necesitadas del barrio y los asentamientos vecinos, y se ha convertido en un espacio vital para muchas personas. A estos dos programas iniciales, debemos añadir hoy una guardería infantil, la ampliación de las clínicas, un programa de soya con la producción y distribución de leche, panqueques, dona, queso, programa de capacitación y defensa de la mujer, etc…
Estas acciones pastorales han convertido el lugar anexo a la Iglesia de la zona, por una parte, en un servicio social necesario, por otra en una presencia eclesial en el barrio a través de «hechos concretos» y al mismo tiempo quieren ser un pequeño esfuerzo para el desarrollo y superación de las familias y de la comunidad. Quizás sin muchas pretensiones ni premeditación ha sido y quiere ofrecer un modo de ser iglesia en el barrio y en la historia.
¿Sueños pendientes?
Hay un sector de la población super vulnerable: Los preadolescentes. Un dato que es iluminador: el 35% de los niños que terminan primaria, no tienen otro futuro que la calle, la delincuencia, y las niñas madres ¿Qué hacer? Estamos pensando y promoviendo una «escuela de artes y oficios» que les ofrezca medios para salir adelante. Tenemos avanzados algunos diseños, técnicos y académicos… Son nuevas etapas y procesos nacidos de la fuente origina: LA MISIÓN, donde La Obra Máxima ha tenido un papel decisivo material, formativo e informativo. Gracias, de corazón y a seguir trabajando por el Reino.