

Señor Ziegler, ¿qué tiempos son estos? El mundo está conmocionado por el ataque ruso a Ucrania.
Lo que pasa en Ucrania es un asesinato de masas. Putin es un criminal de guerra de la peor especie. Y por cierto, desde hace mucho. Esto lo olvida la gente. Ya en la guerra de Chechenia se mataron muchos miles de personas en los bombardeos extensivos ordenados por Putin. Después vino Siria. Desde 2015 bombardea él Alepo y la región oriental en Damasco.
Ya el año pasado hubo un drama de refugiados en la frontera de Bielorrusia. El dictador de Rusia Blanca dejó a los refugiados.
Los dejó morir de hambre y de frío. Hay una tragedia detrás de la tragedia. Que a los refugiados de Ucrania se los acoja generosamente y con pocas burocracias en Europa oriental y occidental es absolutamente grandioso. Pero detrás de esta tragedia, en la que la respuesta europea es la recta, hay una tragedia olvidada, pero siempre terrible: la tragedia del rechazo de los refugiados no europeos de Siria, de Irak, del Sudán, del Yemen, de Somalia, que tratan de presentar una solicitud de asilo en suelo europeo. Se los rechaza. Frontex, la Organización de la Guardia de Fronteras de la Unión Europea, ejerce la caza del hombre en las embarcaciones de los refugiados, las hace zozobrar, las repele en el mar Egeo. Deja que miles de personas se hundan y se ahoguen en el Mediterráneo. Los cuerpos de Guardia de Fronteras de Croacia y de Grecia, bajo la protección financiera de Frontex, perpetran cada día horribles crímenes.
¿Hay pruebas de ello?
En el informe de la investigación del Parlamento Europeo consta que los Guardias de Frontera croatas arrancan las uñas de los dedos a los refugiados, también a los niños, y los mandan atrás con las manos sangrando. Los griegos despojan de sus vestidos a los refugiados en la orilla oriental del Evros, el río fronterizo entre Grecia y Turquía. En medio del invierno rechazan a los refugiados, que se hielan en la alambrada de púas de la valla.
Usted lo llama la «vergüenza de Europa».
Es la destrucción del derecho de asilo sin más. Es una política del espanto, una estrategia del terror de la Unión Europea, que sólo tiene el objetivo de impedir a personas atribuladas que presenten, cuando se encuentran en necesidad, una solicitud de asilo, siendo esto un derecho humano universal según el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Este crimen sigue adelante, en gran parte sin que se percate la opinión pública, y hay que detenerlo. Inmediatamente.
Usted estuvo en 2019 en Lesbos, visitó entre otros sitios el lager Moria. ¿Qué ha pasado desde entonces?
Moria se quemó, pero eso no ha llevado al traslado de los refugiados al Continente. Se han hecho nuevos campos de refugiados, que ahora están funcionando, pero que en realidad son prisiones a cielo abierto. Es inaceptable. Sin embargo, esta Europa se compone realmente de estados democráticos- Alemania es una democracia auténtica, viva.
En una democracia no hay un callejón sin salida, porque ahí manda la opinión pública. La ley fundamental, las constituciones ponen en las manos de los pueblos todas las armas para forzar a nuestros gobiernos a renunciar a esta estrategia del terror y reestablecer el derecho de asilo. ¡Depende por tanto de nosotros!
¿No sucede que todos nosotros inconscientemente hacemos una discriminación entre los refugiados?
Yo lo sé, por ejemplo, la señora Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión de la Unión Europea. Ella al principio de marzo felicitó y dijo a las tropas de matones griegas de la frontera: vosotros sois el escudo de Europa. Ella y las cabezas de hormigón de Bruselas ven a los refugiados no europeos como un peligro para el modo de vida europeo. Depende realmente de nosotros que rompamos y terminemos con esta política de intimidación que se basa en una visión racista de los flujos de refugiados.
Su país, Suiza, en la guerra de Ucrania sale de nuevo a la luz. ¿Qué postura mantiene en el conflicto?
¡Juega un papel dudoso! Suiza es la Isla del Tesoro de los oligarcas. El 70%, 80% del negocio del petróleo ruso se lleva a término en Ginebra, con créditos bancarios de Ginebra. Es una complicidad con la criminal política de Putin, quien, lo digo una vez más, es un asesino de masas y hay que hacerle parar.
Ahora aumenta el hambre en el mundo.
Los tres mayores productores de trigo del mundo son Rusia, Ucrania y Canadá. Un ejemplo, Egipto: es el mayor importador de cereal. Tienen que adquirir cada año 12 millones de toneladas de cereal, de los que 8 millones de toneladas, de trigo, centeno, maíz, han venido de Ucrania –hasta ahora. Pero ahora [junio 2022] Ucrania no puede exportar nada. Los puertos del Mar Negro están paralizados, bloqueados por los barcos de guerra rusos. La cosecha del cereal es en septiembre. Los agricultores hubieran tenido que sembrar en primavera. Pero no les fue posible, por los bombardeos, por la guerra. Las entregas de Ucrania por tanto fallarán. La organización FAO dice que 45 estados de África y del Oriente próximo en el pasado han traído de Ucrania una tercera parte de su importación de cereal. Se aproximan tremendas hambrunas.
Usted ha trabajado durante mucho tiempo para Naciones Unidad. ¿Qué oye de allí?
Es terrible la parálisis de la ONU, porque el veto ruso imposibilita cualquier intervención para la seguridad colectiva.
No hay un solo soldado de los cascos azules en una línea de armisticio. No hay corredores controlados internacionalmente. No existe una prohibición de vuelos de aviones militares sobre áreas residenciales. La ONU en este espantoso asesinato de masas está casi completamente inactiva y paralizada. Sólo hay una posibilidad de salir de esta parálisis.
¿Cuál sería?
Que por fin se lleve a efecto el plan de reforma de Kofi Annan, que fue hasta 2006 el secretario general de la ONU. Él propuso que en el futuro no se pudiera interponer ningún veto en un conflicto en el que se hubieran cometido crímenes contra la humanidad. Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad siempre han rechazado esto hasta ahora. Ahora tiene que llegar el momento en el que se imponga esta reforma.
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Señor Ziegler, ¿qué tiempos son estos? El mundo está conmocionado por el ataque ruso a Ucrania.
Lo que pasa en Ucrania es un asesinato de masas. Putin es un criminal de guerra de la peor especie. Y por cierto, desde hace mucho. Esto lo olvida la gente. Ya en la guerra de Chechenia se mataron muchos miles de personas en los bombardeos extensivos ordenados por Putin. Después vino Siria. Desde 2015 bombardea él Alepo y la región oriental en Damasco.
Ya el año pasado hubo un drama de refugiados en la frontera de Bielorrusia. El dictador de Rusia Blanca dejó a los refugiados.
Los dejó morir de hambre y de frío. Hay una tragedia detrás de la tragedia. Que a los refugiados de Ucrania se los acoja generosamente y con pocas burocracias en Europa oriental y occidental es absolutamente grandioso. Pero detrás de esta tragedia, en la que la respuesta europea es la recta, hay una tragedia olvidada, pero siempre terrible: la tragedia del rechazo de los refugiados no europeos de Siria, de Irak, del Sudán, del Yemen, de Somalia, que tratan de presentar una solicitud de asilo en suelo europeo. Se los rechaza. Frontex, la Organización de la Guardia de Fronteras de la Unión Europea, ejerce la caza del hombre en las embarcaciones de los refugiados, las hace zozobrar, las repele en el mar Egeo. Deja que miles de personas se hundan y se ahoguen en el Mediterráneo. Los cuerpos de Guardia de Fronteras de Croacia y de Grecia, bajo la protección financiera de Frontex, perpetran cada día horribles crímenes.
¿Hay pruebas de ello?
En el informe de la investigación del Parlamento Europeo consta que los Guardias de Frontera croatas arrancan las uñas de los dedos a los refugiados, también a los niños, y los mandan atrás con las manos sangrando. Los griegos despojan de sus vestidos a los refugiados en la orilla oriental del Evros, el río fronterizo entre Grecia y Turquía. En medio del invierno rechazan a los refugiados, que se hielan en la alambrada de púas de la valla.
Usted lo llama la «vergüenza de Europa».
Es la destrucción del derecho de asilo sin más. Es una política del espanto, una estrategia del terror de la Unión Europea, que sólo tiene el objetivo de impedir a personas atribuladas que presenten, cuando se encuentran en necesidad, una solicitud de asilo, siendo esto un derecho humano universal según el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Este crimen sigue adelante, en gran parte sin que se percate la opinión pública, y hay que detenerlo. Inmediatamente.
Usted estuvo en 2019 en Lesbos, visitó entre otros sitios el lager Moria. ¿Qué ha pasado desde entonces?
Moria se quemó, pero eso no ha llevado al traslado de los refugiados al Continente. Se han hecho nuevos campos de refugiados, que ahora están funcionando, pero que en realidad son prisiones a cielo abierto. Es inaceptable. Sin embargo, esta Europa se compone realmente de estados democráticos- Alemania es una democracia auténtica, viva.
En una democracia no hay un callejón sin salida, porque ahí manda la opinión pública. La ley fundamental, las constituciones ponen en las manos de los pueblos todas las armas para forzar a nuestros gobiernos a renunciar a esta estrategia del terror y reestablecer el derecho de asilo. ¡Depende por tanto de nosotros!
¿No sucede que todos nosotros inconscientemente hacemos una discriminación entre los refugiados?
Yo lo sé, por ejemplo, la señora Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión de la Unión Europea. Ella al principio de marzo felicitó y dijo a las tropas de matones griegas de la frontera: vosotros sois el escudo de Europa. Ella y las cabezas de hormigón de Bruselas ven a los refugiados no europeos como un peligro para el modo de vida europeo. Depende realmente de nosotros que rompamos y terminemos con esta política de intimidación que se basa en una visión racista de los flujos de refugiados.
Su país, Suiza, en la guerra de Ucrania sale de nuevo a la luz. ¿Qué postura mantiene en el conflicto?
¡Juega un papel dudoso! Suiza es la Isla del Tesoro de los oligarcas. El 70%, 80% del negocio del petróleo ruso se lleva a término en Ginebra, con créditos bancarios de Ginebra. Es una complicidad con la criminal política de Putin, quien, lo digo una vez más, es un asesino de masas y hay que hacerle parar.
Ahora aumenta el hambre en el mundo.
Los tres mayores productores de trigo del mundo son Rusia, Ucrania y Canadá. Un ejemplo, Egipto: es el mayor importador de cereal. Tienen que adquirir cada año 12 millones de toneladas de cereal, de los que 8 millones de toneladas, de trigo, centeno, maíz, han venido de Ucrania –hasta ahora. Pero ahora [junio 2022] Ucrania no puede exportar nada. Los puertos del Mar Negro están paralizados, bloqueados por los barcos de guerra rusos. La cosecha del cereal es en septiembre. Los agricultores hubieran tenido que sembrar en primavera. Pero no les fue posible, por los bombardeos, por la guerra. Las entregas de Ucrania por tanto fallarán. La organización FAO dice que 45 estados de África y del Oriente próximo en el pasado han traído de Ucrania una tercera parte de su importación de cereal. Se aproximan tremendas hambrunas.
Usted ha trabajado durante mucho tiempo para Naciones Unidad. ¿Qué oye de allí?
Es terrible la parálisis de la ONU, porque el veto ruso imposibilita cualquier intervención para la seguridad colectiva.
No hay un solo soldado de los cascos azules en una línea de armisticio. No hay corredores controlados internacionalmente. No existe una prohibición de vuelos de aviones militares sobre áreas residenciales. La ONU en este espantoso asesinato de masas está casi completamente inactiva y paralizada. Sólo hay una posibilidad de salir de esta parálisis.
¿Cuál sería?
Que por fin se lleve a efecto el plan de reforma de Kofi Annan, que fue hasta 2006 el secretario general de la ONU. Él propuso que en el futuro no se pudiera interponer ningún veto en un conflicto en el que se hubieran cometido crímenes contra la humanidad. Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad siempre han rechazado esto hasta ahora. Ahora tiene que llegar el momento en el que se imponga esta reforma.